—Sahily—El camino a casa fue silencioso, me sentía incómoda. Sentía la mirada de Santiago encima de mí, varias veces. ¡Joder! Ahora como me saco tremenda película de la cabeza.Su cuerpo, sus músculos ¡Dios mío!, pero a la vez siento repulsión al ver con quién era. Al llegar a la casa, me sentí algo tranquila porque nuestros padres habían salido. Se me hace fatal fingir delante de papá, Samantha no estaba en casa tampoco.Nunca vi a Santiago en pleno acto sexual con alguna chica, pero si logro escuchar todo, ya que su cuarto está justo al lado del mío. Y hace desastres cada vez que logra meter alguna chica. No he salido desde que llegamos del instituto ni siquiera he comido algo, ya van a hacer las cuatro de la tarde. Mis manos están frías, son mis niveles que están bajos debo comer a la hora, pero no creo que pueda sostener la mirada a Santiago. Escucho la puerta abrirse debe ser mi padre, quitó el acolchado que me cubre por completo. —¡Papi! —exclamo, pero quedó helada no es mi
Al final mis pies no tocaron el suelo, me sentó en un escritorio, agarro mi cabeza entre mis manos. Todo me da vueltas y un fuerte dolor palpita en mi sien, en eso siento las manos de Santiago encima de las mías.—¿Estás bien...? —sus manos están calientes no quiero mirarlo a los ojos—, vamos Sahily, responde.—Sí, sí. ¿Para qué me traes aquí? Apartó sus manos y miro hacia otro lugar. El salón está vacío y la puerta cerrada.—Para hablar —Se encoge de hombros y sigue mirándome con sus jodidos ojos bicolores.—¿¡Ahora me dirás de quién ser amiga y, de quién no!? — gruñó y me cruzó de brazos para sentirme más segura.Levanta una ceja y se acerca mucho más. Siento que mis mejillas estallaran. Sus grandes manos abren mis piernas para colocarse en medio de ellas.—San...— me colocó un mechón de cabello atrás de mi oreja y acarició mi mejilla.—Así te odié, Sahily. No quiero que te equivoques de amistades Adirael, no es buena persona, por algo nadie está a su lado —Sus ojos me ven fijamente
¡Mierda! ¡Mierda! Y más mierda...Todos me ven y les grito un, ¡váyanse a la mierda! Agarro mi bolso y voy en busca de Sahily. Paso por al lado de Valentina y tomo su brazo con fuerza.—Jamás en tu maldita vida te me vuelvas acercar — la amenazó mientras ella me miraba con altanería.—Como tú digas, nene. Sé que ese amiguito — señala mi paquete —, cuando quiera explotar me buscara a mí. Porque solo yo aguanto cuando tu libido sube de más— Carcajea y me deja un pico en los labios.“Cabrona”— Prefiero mil veces matarme a punta de paja que volver a cogerte— le gritó y todos me miran.Zacarías y Noel están frente a mí. Noel niega y Zacarías se me acerca.—Si alguien le hiciera eso a mi hermana. No actuará como tú.— ¿¡Y qué mierda quieres que haga!?, es una mujer. ¿Le doy una golpiza? ¡Joder!, déjame en paz —espeto con firmeza y corro hacia las instalaciones del instituto.Voy por el pasillo y veo a Arón y Pilar hablando, pero Sahily no está por ningún lugar, tengo las manos frías. Jode
SahilyEn el camino a casa quería fundirme en el asiento. Sentía que me quemaba, sé que no está bien lo que pasó hace un momento. De reojo logro ver cómo se acomoda su tremendo bulto de manera brusca que se marca en su pantalón. Me hace tragar grueso y mis mejillas deben estar que revientan. Trato de fijar la mirada en otra cosa y pienso en la vergüenza que acabo de pasar. No debí venir al instituto, como le digo a mis padres que no quiero volver... Ya soy el blanco de burlas, como Santiago puede salir con una chica tan perra.Mis ojos viajan a él nuevamente, tiene su ceño fruncido, sus ojos están fijos en la carretera. Sus labios están apretados entre sus dientes.— Lo siento, Sahily... Eso no debió pasar —dice sin apartar la vista de la carretera.Extiendo mi mano y acarició su brazo tatuado. Su agarre se hace más fuerte sobre el volante. Puedo ver sus venas tensas en sus brazos.—Me gusto. Y lo siento también por sentirme de esa manera — confieso, y su cara gira a mí rápidamente.
Su beso es tierno y delicado, su mano acariciaba mi mejilla. Mientras con la otra parecía que trataba de contenerse, apretaba con fuerza mi pierna. Su lengua exploraba mi boca, no podía creer lo que pasaba..., mi entrepierna palpitaba y la loción de Santiago me tenía embobada.Dijo que sería el último, entonces que sea bien aprovechado. Me subo a horcajadas encima de él, sin despegar nuestros labios, ¡mierda! Fue inevitable soltar un gemido, sus grandes manos recorren mi cuerpo y siento como su bulto está cada vez más duro. Ay, padre. Ayúdame...Me froto encima de él y gruñe, clavando sus dedos en mis caderas. Enredo mis manos en su lacio cabello, pero es él quien termina el beso. Su respiración está agitada igual o peor que la mía. Une nuestras frentes, mientras sus ojos están cerrados.—Paremos esto, Sahi. No..., no está bien. ¡Maldición que estamos haciendo! —confesó atormentado, dejo un beso en la punta de mi nariz y me bajo de él —, duerme que mañana no verás a este Santiago ot
Los días pasaron no he visto a Santiago. Estoy en casa del abuelo desde entonces. En el camino no mencionamos ni una sola palabra, ni siquiera nos despedimos y para qué... No dejó muy bien que bajara del coche, cuando pico caucho y dejo solamente polvo detrás de él. El abuelo me recibió como siempre con todo su amor. Me encanta pasar tiempo con él, pero en realidad quería estar lejos de la persona que hizo rajar un poco más mi corazón. Convencimos a mis padres para poder faltar estos días y pasarla con el abuelo, ya que se va del país unos meses para resolver unos problemas en Boston.Mi abuelo tan mayor y aun así no deja de trabajar, dice que esto será nuestro legado y que sus nietos lo manejaremos, me pone la piel de gallina cuando habla de esa manera. Estamos en su estudio, estoy sentada a su lado en el sofá, nada más observándolo. Tiene muchas canas y su cabello no es rubio, ya es blanco por completo y muy fino. Sus arrugas lo hacen ver tan lindo, y esa sonrisa que me regala q
Capítulo 9 “La vieja biblioteca” — ¿Niña, estás bien? — unas manos tocan mi hombro, y me hacen girar. Sus oscuros ojos me ven fijamente —, estás pálida. El nudo es cada vez más gigante en mi garganta. —Me..., llevarías. A tu lugar seguro, por favor... —Nuestro lugar seguro, también es tuyo... —pasa su brazo por mis hombros y me atrae a él. Mis ojos caen por última vez Santiago, y no puedo evitar sollozar bajito. Siento los ojos de Adirael sobre mí, pero no menciona nada y le agradezco. No voy a ponerme a decirle que estoy así por ver a mi hermano con otra, después de habernos besado y tocado de esa manera. Al llegar a la biblioteca, nos sentamos en donde estaba él ese día. Me apoyo en la pared y dejo caer mi cuerpo, coloco mis rodillas pegadas en mi pecho y oculto mi cara entre ellas. Quiero que desaparezca el dolor en mi corazón, duele como nunca, quiero llorar y sacar todo. Esto me está matando, no me importa que ese chico vea mis bragas. Sé que están a la vista. Siento su
Pilar se guinda de mi cuello y sus piernas rodearon mi cintura, sentí mi espalda crujir. Me deja muchos besos en las mejillas.—Hey, te extrañé. Cariño, ni siquiera respondiste mis mensajes. Tía Sara me dijo que estabas donde el Daddy Lombardy — se relame los labios. Ruedo los ojos por su gesto. Dice que mi abuelo sería un gran sugar daddy, tiene dinero poder y se conserva muy bien…Pues, eso no lo voy a negar.—Sabes que me gusta compartir todo el tiempo que puedo con él— respondo mientras caminamos al salón.—Sí, amiga. Lo sé, pero marica te necesitaba. A que no sabes quién casi…, casi me beso en los labios — chilla y empieza a dar brinquitos.—¿A ver, dime? De tantos no creo que la pegue, Pilar — me codea y me saca la lengua —, ¡Arón, el papi de nuestro primo!—Dios Pilar, no te hagas ilusiones. Apuesto que tú giraste la cara— muerde su labio inferior —, buehh, sí. Pero amiga, igual lo hizo. —Pilar, Pilar..., Deja ese capricho con Arón. Si el amargado de tu padre se entera. Mata