El padre de Miriam había escapado del pueblo por desfalco a empresas, robar el dinero del pueblo y otros delitos que eran investigados, Miriam se quedó sin el dinero que su padre le daba para gastar, mi madre también tuvo que vender muchas de las joyas que Miriam le compró para devolverle el dinero.
Día tras día se volvía más insoportable para todos en la casa, peleábamos por el amor y atención que le daba a mi hija, por dinero que ella quería gastar, pero nosotros no teníamos, entre muchos otros problemas, a veces cuando discutimos mi madre se metía y no le iba nada bien, Miriam despotricaba contra ella para después desaparecer por días.
Regresaba arrepentida llorándole a mi madre que la volviera a aceptar y ella la perdonaba, yo solo la soportaba por la amenaza de irse con mi hija, ante la ley ella tenía más derechos que yo por ser la madre.
Tiempo después… Otro día más con problemas en la granja, Salí de la oficina para ir a casa del señor Ruiz, tenía problemas en la casa, como siempre el recurría a mí, me gustaba ayudarlo, era como un abuelo para mí que me aconsejaba y adoraba a mi pequeña Ana. Su esposa murió hace un año y él quedó muy solo, con el tiempo nosotros nos hicimos su familia. “Papito ¿A dónde vas?”. Ana me miró mientras guardaba mis herramientas en la camioneta. “Voy con tito ¿Quieres ir?”. Ella gritó feliz aceptando, ella amaba al hombre, desde niña lo llamó abuelito, pero como todavía no habla correctamente pronunciaba Tito, con el tiempo el apodo se quedó de cariño. Llegue a la casa, me estacione y Ana bajó corriendo a la casa alegre, yo fu
Él se rió. “Me has impresionado más de una vez por la forma en que amas a mi hija”. Después de un tiempo preguntó. “¿Qué te detiene para estar con ella? La mujer con la que te casaste es una m****a”. Hice una mueca ante sus palabras que eran correctas, lo único bueno de Miriam es mi pequeña Ana y agradecía que no fuera como ella, mi pequeña era noble y de un gran corazón. Ana quería a su madre a pesar de que Miriam siempre la rechazaba, era una de las tantas discusiones que teníamos en casa. Él me siguió mirando al ver que yo estaba en silencio. Joel suspiro profundo. “Si la amas… lucha por ella Aldo, porque el tiempo se te acaba”. Joel miró hacia la puerta para ver si había
Después del entierro fuimos a la cabaña para acompañar a Celeste y Sara un rato, tuve la oportunidad de darle mis condolencias a Sara cuando el tipo la dejó por un momento, pero como siempre Miriam apareció echando todo a perder. Nos fuimos de ahí porque mi hija necesitaba descansar, me hubiera gustado quedarme un poco más pero tanto mi madre y Miriam no lo permitirían y la verdad no quería discusiones ese día. Cuando llegamos a casa baje de la camioneta solo para entregarle a mi pequeña Ana a Elena pidiéndole que la cuidara, ella me sonrió tristemente y entendió muy bien a dónde iba, cuando tenía malos ratos que era muy seguido, me perdía bebiendo en la casa del árbol hasta quedarme dormido de borracho. Elena entró a la casa con mi hija, mi madre y Miriam me gritaban desde la puerta de entrada haciendo reclamos,
Ella me miraba triste tomo mi rostro, sentí sus manos tibias y fue cuando me susurro. “Deja de beber”. Yo solo como un robot recibiendo órdenes asentí con mi cabeza y acepté no volver hacerlo. No pude contenerme… la tenía tan cerca que la bese con miedo a que me rechazara, el beso fue cálido y lento, la pegue más a mí cuando no me alejo, ¡Dios! estaba en el mismísimo cielo de nuevo, el beso se intensificó y no hubo forma de detenerme. Bese cada parte de su cuerpo el cual conocía perfectamente, sabía donde tocar para que ella se encendiera en mis brazos, Sara jugaba con mi cabello mientras yo saciaba mi sed, la hice mía, no una, sino varias veces, la extrañe tanto que no podía parar hasta que, rendida cayó en mis brazos cansada solo murmurando mi nombre. Sonreí como i
En la actualidad... 。☆。・SARA゛・。☆。 En la sala de juntas del hospital, Sara, Jackson, Alex y otros médicos estaban por empezar una conferencia de prensa. Jackson tomó el micrófono y sonrió ante la gente presente “Gracias a todos por acompañarnos, soy el doctor Jackson Blake, contestaremos a sus preguntas en orden, lo primero es presentarles a mi hija la doctora Sara Blake quien fue la encargada de la operación de los gemelos Hernández, a su lado el doctor Alejandro Valdez administrador del hospital quien también ayudó en la operación”. El empezó a presentar a los doctores presentes. Todos tomaban fotografías y los medios grababan en vivo para los programas de noticias, Sara llevaba un vestido morado discreto ceñid
Celeste miró la puerta y sonrió. “Aldo”. Aldo entró sentándose en la barra donde estaba Celeste. “Hola Celeste, ¿Cómo has estado?”. “Bien con mucho trabajo, pero feliz”. Un hombre de mediana edad salió de la cocina, era el chef del restaurante. “Dirás felices”. Beso los labios de Celeste y siguió con su trabajo. Después de la muerte de Joel, Celeste se dedicó a cuidar a su hijo y reconstruir el bar, necesitaba contratar un chef y nuevos trabajadores para atender a los clientes, ella mandó colocar varios anuncios en los pueblos vecinos, Martin fue uno de los interesados en el trabajo, cuando conoció a Celeste y empezó a convivir con ella se enamoraron poco a poco. Celeste le sirvió una cerveza a Aldo.
Después de escuchar a su amiga Amanda dijo: “Creo que Alex se está cansando… a pesar de que estás con él como pareja no estás de corazón Sara, creo que por más que él diga que todo está bien, no lo está, pero también él sabía en lo que se metía cuando te propuso fingir el compromiso y acostarse sin ataduras, creo que siempre pensó que con el tiempo ganaría tu corazón”. Sara jugó con la cuchara de su café. “Cuando le dije que termináramos todo, se molestó mucho y me gritó, no lo he visto desde ese día”. Ella Suspiro. “Hablaré con él esta noche…” Sara preguntó cambiando la conversación. “¿Dime cómo te fue?”. Amanda tomó un sorbo de su café. “Fue genial Sara, el doctor Ibáñez y su esposa Aurora fueron muy amables, aprendí mucho en las conferencias, el trato se hiz
Sara entró a su oficina y marcó un número… “Hola”. Sara sonrió. “Celeste, hola ¿Cómo están todos por allá?”. Celeste desde el restaurante-bar se alegró de su llamada. “Bien todos aquí con mucho trabajo, ¿Cómo estás? Hoy no era día de llamada”. Sara contestó. “Lo sé… es que, me encontré con Frank aquí en la ciudad, estuvimos charlando”. Sara suspiró. “Me contó sobre Aldo…” Celeste se acomodó en una silla para conversar con Sara. “Entonces… ¿Ya lo sabes?... el porqué de todo…” Sara siguió escuchándola. “Recuerdas que estaban terminando de construir el hotel, Miriam se fugó con uno de los trabajadores… Se llevó el poco dinero que l