Sara se quedó dormida en la cama abrazada de Joel, él también dormía, Celeste sonrió melancólica al verlos de nuevo juntos, suspiró cubriéndolos con una colcha, Joel sintió a Celeste y abrió los ojos mirando a su esposa.
Celeste acarició el rostro cansado de Joel. “Dormiré en el cuarto de Sara, disfruta a tu hija Joel”.
“Gracias Celeste”. Tomo su mano y la beso.
Joel se acomodó viendo a su pequeña Sara en sus brazos, estaba feliz de tenerla de nuevo a su lado, aunque ella parecía más madura siempre sería su niña.
Al poco tiempo se quedó dormido, recordando cuando se la entregaron en sus brazos recién nacida, cuando ella tomaba su biberón en sus brazos, su primera papilla, sus primeros pasos, cuando la enseño a andar en bicicleta, su primer día en la escuela, cuando l
Espero que les este gustando esta historia...
Ella se detuvo al escuchar su nombre, giró para mirarlo. “¿Es tu hija?”. Aldo la observó tristemente. “Si”. Ella bajó su mirada pensando, aguantando las ganas de llorar, cuando levantó la cabeza, miró a Aldo y le dijo. “Ya veo que te fue muy bien en todo este tiempo, tienes… una familia”. Aldo la miro. “No tienes ni idea Sara de lo que he pasado”. Ella sonrió sarcásticamente. “No Aldo, no la tengo, no me diste la oportunidad de estar ahí”. Lo vio en silencio por última vez dándose la vuelta para irse. Aldo la observó alejarse, después de calmarse y limpiarse el rostro regresó a la casa. El señor Ruiz y la pequeña Ana estaban en la sala. La señora Luján se rio. “Tu padre es un simple policía, eres una mentirosa”. Sara sonrió. “Aunque Joel es mi tío, él siempre será mi padre, porque me crió, yo hablo de Jackson Blake”. La mujer estaba estupefacta. “¿Jackson Blake es tu padre?”. Sara la miró tranquila. “Si y como le dije antes, él es más rico que cualquiera en este pueblo”. Sara se cruzó de brazos. “Señora creo que se equivocó al escoger una nuera” Sara altiva miró a Miriam y se volteó para decirle a la señora. “Conmigo hubiera tenido renombre, prestigio y mucho dinero”. Sara levantó los hombros en señal de indiferencia. “Pero que se le va hacer, ya tiene a su nuera consentida”. Sara las dejó paradas mientras salía del centro comercial con la cabeza en altCAPITULO 25 DESPEDIDA
Por la noche Joel tuvo un paro cardíaco del que ya no despertó… El entierro fue en el cementerio del pueblo, Amanda apoyaba a Celeste en todo momento, Jackson despedía a su hermano en silencio, junto a él estaba Martha y sus dos hijos. Sara derrumbada por el dolor no dejaba de llorar en los brazos de Alex, quien en ningún momento la soltó, los amigos, vecinos y familiares observaban como los trabajadores enterraban a Joel. Aldo y su familia estaban presentes, Miriam sostenía el brazo de Aldo para que Sara lo notara mientras Aldo cargaba a su pequeña hija, parecían una hermosa familia. Ella miraba al hombre que abrazaba a Sara, se notaba que era rico por el simple hecho de que su reloj era de marca, usaba un traje negro a la medida y su porte era muy elegante, ella pe
Celeste aceptó. “Iremos a verte cada vez que pueda, tú puedes también venir”. Sara bajó su rostro y dijo. “Tratare…” Celeste sabía en el fondo que sería difícil para Sara volver a este pueblo. Así que no hablaron más del asunto. Por la noche todos cenaron juntos. Jackson regresó a la ciudad con su esposa e hijos, Alex por su parte se quedó en la cabaña hasta que Sara estuviera lista para regresar a la ciudad. Todos dormían, Sara salió de su habitación rumbo a la de Alex, abrió la puerta para encontrarlo dormido, lo cubrió con una manta y salió de la cabaña en silencio, caminó por el viejo sendero que nunca olvidaría hasta llegar al lago. Observó la casa del árbol por unos segundos pensando si era buena idea estar aquí, s
Después de que Alex se fue, Sara le pidió una pastilla de emergencia a Amanda, su amiga la miro y observo su cuello, fue a su habitación regresando con el medicamento, trajo un vaso de agua para Sara quien tomó y bebió la pastilla para después llorar incontrolablemente, solo repetía. “No debí hacerlo, no debí hacerlo”. Estaba triste, no quería meterse con un hombre casado y con familia, ¿Qué futuro podría tener ella? ¿Amante?, pensó en la pequeña Ana y se maldijo así misma por haber estado con Aldo. Por más amor que ellos se tenían no podían estar juntos. Amanda la consoló por un largo tiempo y después le dijo. “Quiero ver a la Sara fuerte que yo conozco, al diablo todo lo demás, quiero a la Sara que prometió ser una gran doctora ¡Entendiste!”. Sara asintió. Regresó al hospital a recuperar el tiempo que estuvo cu
Ella estaba mareada, pero sentía los besos y caricias, tocó el rostro del hombre que estaba encima de ella, llegaron imágenes a su mente y Aldo apareció, Sara susurro su nombre con un tono muy bajo de voz, pero Alex la oyó, se detuvo y dejó de besarla para mírala a los ojos. “Soy Alex, Sara”. Beso sus labios y preguntó. “Dime Sara ¿Quién soy?”. Beso sus hombros escondiéndose en su cuello repitiendo la pregunta. “Dime Sara ¿Quién soy?”. Sara disfrutando la pasión, susurró. “Alex…” Él sonrió agitado. “Si, Sara, soy Alex”. Siguió besándola hasta perderse en su cuerpo. Alex admiraba el cuerpo de Sara mientras dormía plácidamente en la cama, soñó con este encuentro hace mucho tiempo, ahora que la tenía entre sus brazos
———-ALDO——— Me levante temprano para ir a la escuela mi madre nos dijo a mis hermanos y a mí que el cambio sería para bien, pero yo estaba muy molesto, deje a mis amigos atrás para venir a vivir a un pueblo que carece de miles de cosas, mi padre volvió a quedar en bancarrota después del décimo negocio que quiso emprender. Papá estudió dos años de administración cuando mamá quedó embarazada de mí y tuvo que dejar la carrera para casarse, aunque ambos se amaban siempre quedo en mi papá odio no terminar sus estudios. Sin dinero, ni casa el
Salimos al lago y le pedí. “Cierra los ojos”. Ella me hizo caso y yo me aleje para que tuviera mejor vista, le grite que los abriera y ella al hacerlo tenía una expresión hermosa de sorpresa, estaba feliz. Cerca de la casa coloque el letrero de cumpleaños con algunos globos que compre en una tienda en el pueblo. “¡Es increíble Aldo gracias!”. La ayudé a subir y ella asombrada agradeció la sorpresa que yo le tenía. Tome sus mejillas y sin que ella lo esperara la bese, ¡Dios! Sus labios eran tan deliciosos como me lo imaginaba desde hace años. Ese fue el día que me di cuenta que nunca podría vivir sin ella. Tiempo después…