Los días pasaban y solo seguía sintiendo el vacío dentro de mi. No era la tristeza o felicidad, era vacío, esa vida vacía que había llevado durante mis años de vida.
Observe una vez mirando el paisaje del otro lado de la ventana.
No quería salir del cuarto algo que se había vuelto costumbre.
¿Se suponía que iba allí a aprender? Pero nada solo recibía miradas de desprecio y temor por parte de todos.
Eider solía llevarme comida a la habitación ya que decía que no era bueno que no comiera.
El llamado a la puerta me saco de mis pensamientos, me puse de pie y abrí la puerta.
— Eider me pidió que te trajera algo de comida —Brais me miro con una fingida sonrisa extendiendo la bandeja hacia mi— todos están en la práctica faltas tu fantasma.
Me quede en silencio y tome la bandeja entre mis manos.
— Nadie me quiere en esa estúpida practica —dije dirigiendo mi mirada a la comida.
— ¿Y crees que encerrándote aquí lograras a
Una joven… caminando por una calle solitaria… una casa oscura… escaleras… alguien detrás de ella… sangre y un grito ahogado… — ¡Ah! —grite sintiendo la respiración agitada. Miré a mi alrededor y no vi a Eider acostada en su cama. Hasta que ella cruzo por la puerta del baño acercándose a mi con una mirada preocupada. — ¿Te encuentras bien? —solo asentí— hoy me desperté mucho antes que tu… sentí que me observaban… — ¿Qué hora es? —me gire en busca del despertador sobre la mesa de noche. Maldije al ver que no había ningún reloj. — ¡El entrenamiento! ¡sabía que algo teníamos que hacer! —Eider se levantó de la cama y se volvió al baño. Últimamente las pesadillas habían sido mas constantes que de costumbre, lo mas curioso era que las personas que aparecían nunca las había visto en mi vida y lo peor de todo eran las desgracias que veía. Me puse la ropa mas cómoda que tenia y Eider toda arreglada con sus peinados elabo
Luego de hacer unos ejercicios que nos ayudaban a nuestras energías nos dirigimos hacia el salón de prácticas. Volvimos a entrar a la gran casa y nos dirigimos por el mismo camino que nos llevaba al lugar de reuniones y a un lado estaba el salón. Brais se acercó y abrió la puerta, y otra vez la magia. Un lugar grandísimo apareció en frente nuestro. Parecía una cancha de básquetbol, pero era larga y no tenia gradas solo unos banquillos y solo pistas. De repente era césped, el techo dejaba pasar luz natural pero todo estaba iluminado con luces blancas. Parecía otro mundo dentro de otra habitación sus dimensiones eran irreales. Pisamos el césped y a lo lejos se veían murallas, altas murallas, plataformas que subían y bajaban, agua, fuego y demás cosas que representaban todos los elementos. — ¡Vamos! —dijo Brais que parecía haber tomado el papel de líder del equipo. Caminamos detrás de Brais hasta que llegamos a un sitio do
Seguí a la profesora Merila pero me sentía conmocionada por lo que acababa de pasar. No podía controlar mi mente y mucho menos lo que sentía. Subimos unas escaleras que daban al exterior y parecía ser el último piso del edificio. Al entrar al despacho de la profesora Merila daba la misma impresión que cuando entrabas a una biblioteca, altas repisas rodeaban el lugar y la cantidad de libros incontables. En el centro de la pequeña habitación justo en frente de un balcón que daba vista al exterior, había un pequeño sillón y una mesita a un lado. — Siéntate querida —dijo ella señalando el sillón. Tome asiento y ella se sentó en el sillón de enfrente. — Vengo observándote hace tiempo cariño y se que es difícil he hablado con Tavia e Itaro pero ambos tienen una idea que no comparto —explico ella acomodándose los lentes. — No se la verdad que esperan de mí y solo quiero irme a casa —dije bajando la mirada a mis manos sobre mi regazo.<
El tacto sobre su suave mejilla, el hormigueo que recorría mi mano y de repente mi mente reproducía una escena como un recuerdo vivido. Veía a Eider… caminaba con tranquilidad… de repente empezó a correr… en un segundo aparece en una pradera… el sol es bastante reluciente… la sonrisa de Eider… Aparte mi mano y abrí mis ojos, mi pecho subía y bajaba como si hubiese aguantado la respiración. — Dacia… —mire a Eider que me miraba preocupada. Las emociones que sentía eran de felicidad, y tranquilidad, la paz que necesitaba mi alma. << Algo feliz… por primera vez >> Lleve una mano a mi boca y solo sentía el nudo en la garganta que no me dejaba emitir palabra. Mis ojos se llenaron de lágrimas porque sentía el cosquilleo recorrer mi brazo hasta la palma de mi mano. — Lo hice… no tuve miedo —dije entre sollozos. Eider sonrió y se abalanzó hacia mi. De repente la misma escena volvía a reprod
La luz blanca estaba sobre mi rostro y mi vista trataba de adaptarse a la luz. Observe todo a mi alrededor hasta que me percate que estaba sobre una camilla. << ¿Otra vez en la enfermería? >> Pero me sorprendí al ver a alguien con la cabeza recostada sobre mi brazo. Una sonrisa apareció en mi rostro y fue cuando recordé lo que había sucedido. Brais quería saber sobre su futuro y yo no había visto nada algo que me parecía extraño. Pose mi mano sobre su cabeza acariciando su cabellera dorada. ¿Cómo podía tener el pelo tan brillante y suave? — Despertaste… —quite mi mano rápidamente. Mis mejillas ardían y mire hacia otro lugar. — Lo bueno es que estas bien —volví a mirarlo y el sonreía— estabas conmigo al menos nadie podrá decir nada. Volví a mirarlo y levanté una ceja confundida por lo que acababa de decir. — ¿De que estas hablando? —pregunte extrañada. — Nada es mejor
Sali de la habitación y recorrí los pasillos, la noche se veía a través de los grandes ventanales. Hasta llegar al patio interno un cuadrado de césped con flores decorando alrededor en cada punta del cuadrado habían cuatro pequeños muros. Dentro de cada uno un pequeño cuadrado de vidrio donde tenía un elemento que representaban los cuatro elementos. En uno había agua, otro el aire, fuego y tierra. Recorrí con mi mirada una vez mas verificando que no hubiese nadie cerca. Me senté sobre el césped de piernas cruzadas y tome aire, cerré mis ojos tratando de mantener la calma. —Tómalo con calma Dacia… —dije sintiendo de repente el miedo queriendo hacerse presente. Una persona… corriendo hacia la oscuridad del bosque… es un chico… Abrí mis ojos de repente y miré a mi alrededor, un escalofrió se esparció desde mi nuca hasta mi espalda baja. Esa sensación que había ignorado por días. << Alguien me está observa
Junto con Eider entramos al comedor, el lugar donde poco había concurrido. Desde que me había despertado sentía una extraña sensación en mi pecho. Eider y yo no habíamos hablado sobre lo ocurrido la noche anterior, pero nuestra relación seguía intacta incluso mejor. —¡Aquí! —exclamó un sonriente Tigor desde la mesa. Las dos nos acercamos hacia su mesa donde también se encontraban los demás chicos del equipo. Me senté al lado de Eider enfrente de Tigor y Brais, Cloe al vernos sonrío pero no dijo nada. —¡No me sentare en la misma mesa que ella! —exclamo Uxia levantándose de su lugar. Todos miramos a la pelirrubia que parecía enojada. — ¿Podrías no gritar y dejar de hacer tanto escandalo? —dijo Brais mirándola con seriedad. —¡Qué casualidad que Dacia esta siempre que alguien desaparece! ¡Van dos desaparecidos! —grito ella llamando la atención de todos— ¿Sospechoso verdad? Fruncí mi ceño y mire con enojo a Uxia.
Un rayo de sol daba justo sobre mi rostro, miré a mi alrededor y recordé porque estaba allí. Una extraña sensación acompañada del dolor que sentía en mi cuerpo por la mala posición en la que había dormido. Me puse de pie y no encontré mis tenis. Juraba que los había dejado por ahí, no le di tanta importancia y Sali recorriendo los pasillos. Era tan extraño lo mucho que alumbraba el sitio los rayos de sol. La comisura de mis labios caídos y mi garganta que no quería emitir palabra. << Estoy triste >> Camine y para mi suerte no vi a nadie, hasta que llegue al exterior sintiendo el césped rozar la planta de mis pies. Camine hasta llegar a la playa. El agua… era lo único que me generaba tranquilidad en esos momentos. Sin importar la ropa que tenia encima me metí al mar, el agua no estaba fría si no templada. Me gire mirando hacia la gran casa y deje caer mi peso hacia atrás. Sentía el ag