2. Misterio resuelto

Por la mañana, Isabella tomó su celular donde tenía varios mensajes y notificaciones de pago.

[Transferencia por $100,000 dólares]

¿Divorcio?

[Transferencia por $30,000 dólares]

Debe ser una broma tuya, sabes que podemos hablarlo.

[Transferencia por $100,000 dólares]

Perdón, me quedé dormido en casa de Kepler, no pude avisarte, Isabella. Podemos hablarlo, no debes tomar las cosas así.

[Transferencia por $50,000 dólares]

¡Estás loca! Es demasiado absurdo

Jajajaja

Por un momento pensó en perdonarlo, pero al ver su último mensaje se dio cuenta que eso fue lo mejor. La llamada entrante, es de su esposo.

— ¿Qué te pasa, Isabella? Estás haciendo un drama grande solo por que no pude llegar a dormir, eres una loca manipuladora. ¿Qué es lo que quieres? Necesitas dinero para un bolso Prada, ¿Cuánto?

— Te veré a la tres de la tarde en la oficina de tus abogados, Lucas. Esto se acabó.

Lucas rio fríamente.

— ¿Qué es lo que quieres, Isabella? ¿La casa en París? ¿El edificio de Rusia? ¿El departamento en Dubái? ¿¡Qué me quieres quitar con este divorcio, m*****a?!

Entonces Isabella se dio cuenta que Lucas solo la quiere mantener a su lado para hacerle la vida miserable, pero ya no más.

— Mis abogadas ya tienen el acuerdo, preséntate a firmarlo a las tres, Lucas Campbell.

Isabella guardó su teléfono en su bolsa, con ayuda de los sirvientes de Lucas, empacó las cosas necesarias, dejando todos los lujos que Lucas le ha regalado en estos dos años, marcas como Versace, Prada, Louis Vuitton, Bonetta.

Isabella esperó junto a los abogados de Lucas, con un rostro triste y depresivo.

Lucas apareció a las tres en punto, mirando a Isabella con un rostro agresivo, sin amor.

— ¿Qué es lo que estás haciendo, Isabella? ¿Solo haces esto como un berrinche? ¿Haces esto por qué no llegué a dormir? Te expliqué mis razones.

— Solo quiero el divorcio, Lucas —Isabella entonces se encontró con la fría mirada de Lucas, una mirada que había visto antes, demasiadas veces.

Muchas veces, Isabella llegó a observar a Lucas, cuando le conoció le pareció el hombre mas guapo, rasgos perfetos, voz varonil, además de una elegancia e inteligencia palpable, pero ahora solo veía como alguien más.

“Puedo conseguir otra abogada, no la necesito” —pensó Lucas

“¿Ella de verdad cree que no puedo reemplazarla?”

Isabella trabajó durante estos dos años como parte del buffet de abogados de la empresa de Lucas, Isabella se desempeñó de una forma tan natural, que muchos quedaron impresionados que además de bella, fuera tan inteligente.

— ¿Estás segura, Isabella? ¿No te vas a arrepentir? Por qué no cometeré el mismo error dos veces.

— Solo fírmalo, ya he sufrido demasiado con dos años de mi vida a tu lado, no te daré un tercero. ¡Ya ha sido suficiente, Lucas!

Sus dos años de matrimonio terminaron con aquella firma de Lucas en aquella hoja. Isabella sostuvo la hoja entre sus manos, sintió que su corazón tembló un poco. Dos años de su vida están en esa hoja que sostenía.

— Necesito un último favor, Isabella. Te he dado el divorcio, con todo lo que pedias, debes ayudarme.

Isabella no pudo creer el cinismo de su exesposo.

— ¿Qué pasa ahora?

— Necesito que me ayudes a que Natalia no vaya a la cárcel, está ahora en el hospital, pero en cuanto le den la alta puede ir a la cárcel, Isabella.

— No me importa menos lo que le pase, Lucas. Si merece estar en la cárcel, lo estará.

La mirada de Lucas se oscureció, no puedo creer el egoísmo de su esposa. No puedo creer que alguna vez miró que tenía un buen corazón.

— ¿Cómo puedes expresarte de esa forma a Natalia? ¡Natalia es una buena mujer, Isabella!

— ¿Tan buena mujer que en estos dos años lo único que me ha mantenido ocupada es que Natalia nunca llegue a la cárcel por estupideces que hace pero no deja de hacer?

— Isabella

Isabella se dio cuenta— ¡¿Te casaste conmigo solo por eso, ¿verdad?! ¡Supiste lo buena que soy, te casaste conmigo para ser el salvavidas de tu es novia, Lucas!  

En ese momento Isabella sintió como si una estaca fuese enterrada a su corazón, un dolor intenso.

Lucas la mira sin emoción alguna en su rostro.

— Debí darme cuenta pronto de eso, debí darme cuenta que solo soy para ti una herramienta para mantener a la mujer que amas lejos de la cárcel. No te preocupes, te regresaré un ultimo favor y ayudaré a tu amante, Lucas.

Isabella comenzó a caminar a la salida, Lucas no reaccionó rápido, pero la siguió, su entrecejo se arrugó, una molestia se instaló en su pecho. Sintió que la Isabella que está mirando, no era ella en realidad. No pudo describir la sensación.

Cuando se casaron, Lucas pensó que Isabella era la mujer perfecta, antes de darse cuenta que solo era una cazafortunas, gracias a que Natalia le abrió los ojos, a pesar de eso, se negó a pedirle el divorcio, pues en un principio si hubo amor.

En sus dos años de matrimonio, Lucas descubrió que siempre que hiciera algo, con solo transferirle dinero a Isabella, ella lo perdonaba, se convirtió en una esposa obediente al final. Lucas se dio cuenta que con el dinero que le mandaba, ella compró miles de cosas extravagante, su closet está lleno de esas pertenencias.

Por eso dejó de importarle que Isabella solo quisiera dinero, pues tener una esposa obediente lo vale cada centavo. Además, Lucas tiene dinero para poder hacerlo, no tuvo ningún problema con eso.

Lucas miró a lo lejos a Isabella, entonces negó con la cabeza.

“Olvídalo, Lucas. Ella está acostumbrada a gastar, ningún hombre le dará el dinero que yo le daba, cuando menos lo piense, volverá suplicando perdón. Esperaré ese momento”

(…)

Isabella entró a la habitación con custodios, sabía que la única persona que siempre está en esa situación es Natalia. Al entrar, Natalia la miró con felicidad casi autentica, pues aunque no le cayera bien Isabella, sabía que ella es la única que siempre la salva de pisar la cárcel.

— ¡Isabella! —saludó— Que bueno que si pudiste venir a pesar de todo lo que está pasando entre tú y Lucas.

Isabella miró a su alrededor para ver si Lucas ya había llegado, porque es la única forma en que ella sepa lo que está pasando. Entonces Isabella lo entendió todo.

— Tú enviaste ese mensaje, ¿verdad? —Isabella la miró con la mirada sombría.

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