—No me gustaría que te guardes nada con respecto a Clara y Rebecka —dijo Adam, extendiendo su brazo y posando la palma de su mano sobre el dorso de la de Denise. —En serio, no ha pasado nada —dijo, por milésima vez en los últimos diez minutos, intentando ignorar la sensación de urgencia que experimentaba su cuerpo ante aquel simple contacto por parte de su jefe.Sabía que, ante la mínima insinuación, podía propiciar lo que tanto le pedía su piel. Sin embargo, no era lo correcto. Liam era su amigo y estaba enamorada de él. Si consentía una relación con Adam, no solo lo estaría usando y se engañaría a sí misma, tirando por la borda todo en lo que creía, sino que también le haría daño a Liam. Aquella sensación de calor que la recorría de pies a cabeza, era lo último que necesitaba para terminar de colmar su vida de problemas.Se detestaba. Detestaba ser tan débil, aun cuando quería aparentar lo contrario. Odiaba el hecho de no poder rechazar aquel simple y cálido contacto de sus manos,
Denise se adentró en el estudio, con el cuadro que su amigo le había regalado, bajo el brazo.—¿Puedo poner esto aquí? —preguntó.Liam la observó con el ceño fruncido, sin comprender.—¿Por qué quieres ponerlo aquí?—Es que… —se mordió el labio inferior.Ante aquel gesto, Liam apartó la mirada y continuó con el tallado en cera que estaba realizando. ¡Maldita sea! ¿Por qué le gustaba tanto? Iba a terminar por creerse las palabras de Antaine y de su padre, y eso...Denise suspiró, apoyando el pesado lienzo en el suelo.—Es que —repitió—, siento que es una pintura bellísima que merece ser apreciada y en mi habitación eso no sucederá. —Hizo una mueca, encogiéndose de hombros.—¿Y tú crees que aquí se puede apreciar? —preguntó, alzando una ceja.—Bueno, pensé que…, como recibes clientes…—No suelo recibirlos aquí —aclaró—. Solo lo hago en ocasiones muy específicas, por ejemplo, cuando una pareja tiene que medirse sus alianzas, pero poco más.—Qué privado, señor Carter. —Rio—. Pero, en seri
—Bueno —dijo Liam, tomando sus muletas, una vez que todos terminaron su porción de tiramisú—, creo que ya es momento de que nos pongamos con lo que los ha traído hasta aquí, así que acompáñenme al estudio, por favor.Michael y Caitlín asintieron, poniéndose de pie y siguiéndolo, en tanto Denise los observaba alejarse mientras recogía los platos y las copas de la mesa, para colocarlos en el lavavajillas.Cuando llegaron al estudio, Liam sacó la llave magnética y abrió la puerta, permitiéndoles el paso a Michael y Caitlín, antes de adentrarse y cerrar tras de sí.Una vez que estuvieron los tres en el interior, Liam abrió de inmediato el primer cajón del lado derecho de su mesa de trabajo y extrajo una funda aterciopelada, la cual desplegó sobre el escritorio para que la pareja pudiese observar los trabajos que podía realizar para ellos.En cuanto las alianzas quedaron expuestas ante ellos, Caitlín abrió los ojos de par en par al ver la magnificencia del trabajo del hombre que se encontr
Viendo como su amigo, tras despedir a Michael y Caitlín, se giraba con rapidez y se dirigía velozmente hacia las escaleras, Denise preguntó, confundida:—¿A dónde vas? ¿Qué sucede?Liam se limitó a subir, saltando de un escalón a otro, ignorándola por completo.Denise frunció el ceño ante la ausencia de respuesta y siguió los pasos de su amigo hacia la planta superior. Sabía que Liam no se encontraba del todo bien desde que se había topado con la sorpresa de que Michael McCord y él eran prácticamente idénticos, pero no lograba comprender la actitud que había adoptado en ese momento.Cuando llegó al pasillo de la segunda planta, Denise vio como Liam desaparecía tras la puerta de su habitación. Aminoró la velocidad y se encaminó tras él, para luego, con cautela, adentrarse en el cuarto y ver como tomaba algo del interior de la mesilla de noche, antes de sentarse al borde de la cama.Con lentitud, se acercó y tomó asiento a su lado, notando por primera vez qué era lo que había sacado del
Denise abrió la puerta de su habitación con el corazón en un puño. Una vez estuvo al resguardo de las cuatro paredes del que, desde hacía más de una semana, era su dormitorio, dejó fluir todo lo que sentía. No quería ni podía llorar frente a Liam. No se sentía capaz de demostrarle que aquel simple acto sexual había significado mucho más que eso. Sobre todo, cuando él la había instado a ello, dejándole ver la deseaba tanto como ella a él. Sin embargo, allí estaba, llorando, adolorida por el rechazo posterior. Si bien no había sido brusco ni mucho menos, y ni siquiera había cerrado todas las posibilidades, no podía evitar sentir que había sido una completa estúpida por haberse dejado llevar, pero, sobre todo, por haberlo hecho en aquella situación.El calor comenzó a ascender por su cuerpo, recorriéndola de los pies a la cabeza y haciéndola sudar sin control.Como pudo, dado el temblor de sus manos, tomó su pijama y se dirigió al cuarto de baño, con la intención de darse una ducha que l
Al otro lado del pasillo, Liam maldecía para sus adentros. Había sido un imbécil. Denise lo había besado y él había se había dejado llevar por el deseo. Estaba tan confundido que no había sabido ponerle un párate a aquella situación. Denise le había dado lo que él siempre había deseado, la prueba de que lo que sentía por él era mucho más que simple cariño de amigos y él, como un estúpido, se había aprovechado de eso, escudándose en su vulnerabilidad, para acostarse con ella. Por supuesto que lo que le había dicho a su amiga era cierto: no se arrepentía de haber estado con ella, no obstante, no creía que fuera la manera apropiada y sentía que, de cierta forma, por mucho que Denise hubiese correspondido, había estropeado la amistad que tenían.Y, ahora, allí estaba en su habitación, a unos pocos metros de la habitación de la mujer que amaba y a la que había destruido —lo sentía en su pecho—, tras darle todo y luego rechazarla.Las lágrimas recorrían sus mejillas. Aquella noche había s
TRAMORE BEACHLos potentes truenos taladraban los oídos de Denise, y eran el motivo por el cual se encontraba despierta un sábado a las siete de la mañana, a pesar de haberse dormido demasiado tarde. Bostezó, mientras se desperezaba en la cama, deseando que la tormenta amainase pronto. Necesitaba salir de casa, pero con aquel aguacero no le sería nada fácil. No estaba segura de qué haría, pero sí tenía la certeza de que no deseaba quedarse allí encerrada. Los últimos diez días habían sido un mar de emociones intensas y necesitaba despejar su mente; además de que se sentía incómoda ante la idea de quedarse todo el día junto a Liam..., aun cuando fuese lo que más anhelaba.Deseosa de bajar pronto a desayunar, con la esperanza de no encontrarse con Liam —algo que sabía era poco probable viviendo bajo el mismo techo—, se levantó de un salto y, tras mirar a través de la ventana la espesa cortina de lluvia que se precipitaba en el exterior, se dirigió al cuarto de baño.Una vez estuvo lista
Liam suspiró, lanzando el celular sobre el sofá y sentándose junto a él. ¿Dónde demonios se había metido Denise y por qué carajos no respondía el teléfono?Se había despertado hacía más de una hora, encontrándose con que su amiga no se hallaba en la vivienda. La había buscado hasta el cansancio; quería hablar con ella, explicarle lo que había sucedido y, si se animaba, decirle todo lo que sentía. Sin embargo, Denise había desaparecido. En un día normal, esto no le hubiese llamado la atención en lo más mínimo, dado que era más que probable que estuviera trabajando, pero, siendo sábado y conociendo las políticas de la empresa de Adam, aquello era imposible.No entendía por qué se estaba enroscando tanto en sus pensamientos. Denise era libre de hacer con su vida lo que mejor le pareciera y él no era quién para impedírselo. No obstante, y conociéndola, sabía que aquello no era normal. Denise, siempre, aun viviendo en la otra punta del planeta, le comentaba absolutamente todo lo que hacía,