Cuando Denise abrió los ojos, se sintió ligeramente desorientada. Por un segundo, no fue capaz de recordar en dónde estaba. Sin embargo, cuando sus ojos por fin se acostumbraron a la penumbra, pudo ver que se encontraba nuevamente en casa, en la cama que, tras su regreso de Buenos Aires, había comenzado a ocupar junto a Liam.Bostezó y se volteó, rodeando con su brazo el torso de su novio, quien se removió bajo su abrazo y se acomodó de tal manera que sus rostros quedaron a pocos centímetros de distancia. Denise sonrió y, sin poder evitarlo, depositó un suave beso en sus labios, logrando que abriera los ojos.―Lo siento ―susurró con un gesto de pena―. No era mi intención despertarte.―Tranquila. ―Sonrió―. Estoy despierto desde hace un buen rato.—¿Qué hora es?—Las once de la mañana, querida ―respondió, haciendo que Denise abriera los ojos de par en par y se incorporara a toda velocidad para encender la lámpara de noche. Malditas cortinas gruesas que no permitían que la luz del sol en
Una vez salió de la ducha, Denise observó su reflejo en el espejo del baño, sintiendo como su corazón se le estrujaba. Su cabello había crecido mucho durante las últimas semanas tras la operación, pero lamentablemente aún faltaba demasiado para recuperar su corta y tupida melena. Se abofeteó mentalmente. No podía enfocarse en algo tan banal como el cabello, y mucho menos cuando aquello era el reflejo de lo que había vivido. Si bien deseaba que su pelo creciera de nuevo, debía guardar aquella imagen en su memoria por toda la eternidad, porque sí, aquel corte que no le gustaba para nada desaparecería, pero el aprendizaje quedaría para siempre. Lo vivido le había enseñado a valorar la vida, a disfrutarla, a vivir el presente…, porque el mañana…, el mañana jamás estaría asegurado.Con una sonrisa y amigada con su imagen, secó su cuerpo y se envolvió en la toalla, para luego salir hacia la habitación, en donde rebuscó entre sus prendas y escogió lo primero que encontró. En verdad, durante
Denise suspiró y se relajó, por fin, tras tres largas horas de interrogatorio. No había sido tan difícil como había temido y como bien sabía que sucedería, ya que el comisario le había hecho preguntas que habían sido sumamente sencillas de responder, enfocándose en el detalle de si, tal y como le había mencionado Adam, ella había oído a Clara y Rebecka comentando el posible atentado. Denise le respondió que sí, enfatizando que: si bien sus instintos la habían alertado de que no era nada bueno, dado el tono de la conversación, en ese momento no habría podido asegurar que realmente estuvieran tramando el asesinato del empresario, ya que las palabras de ambas no dejaban en claro qué era lo que Clara pretendía.Luego de preguntarle si había visto o notado algo extraño al salir del aparcamiento de la cristalería; si había notado el BMW en algún momento; si estaba segura de solo haberlo visto en el instante en el que se había interpuesto en su camino, a lo cual Denise respondió con suma pac
Tras una copiosa y deliciosa parrillada, y su bien merecido postre, Denise y Liam se encaminaron hacia el centro comercial más cercano.Denise no estaba del todo segura de poder probarse ropa después de haber comido tanto, pero no se arrepentía de nada. Lo único que podía hacer en ese momento era instar a Liam a dar una larga caminata antes de entrar a un probador. Además, así también retrasaría el momento de desilusionarse por no entrar en los cánones de belleza, por mucho peso que hubiese perdido durante su hospitalización. «Malditos estereotipos sociales», pensó. Tal vez no le quedase más remedio que recurrir a las tiendas online, o buscar una modista que pudiese confeccionar sus prendas y el vestido para la boda, en menos de quince días. Sabía que esta última no era una mala idea, de hecho, esa había sido la forma en la que siempre se había vestido. Si bien era cierto que apenas había llegado a Irlanda, y tras conseguir trabajo, había logrado encontrar ciertas prendas que le queda
La alarma comenzó a sonar sacando a Denise de su sueño reparador. Había dormido mejor que nunca y se sentía sumamente bien y relajada para regresar al trabajo, después de tanto tiempo.Sin embargo, no todo era color de rosas. Un ligero malestar en sus sienes la obligó a levantarse la cama —notando que Liam no se encontraba en la habitación—, y a encaminarse hacia el cuarto de baño en busca del blíster de pastillas que le había recetado el doctor Lynch. Si bien no era más que una pequeña molestia, prefería evitar que el dolor se intensificara, ya que, de ser así, Liam se opondría a que trabajara, con justa razón, y no existía nada que deseara más en ese momento. Bueno, sí que había algo que ansiaba igual o más que aquello: no veía la hora de retomar la novela que había comenzado hacía unos meses. No obstante, en ese momento su inspiración y sobre todo su concentración eran del tamaño de una hormiga. Durante el último tiempo habían sucedido tantas cosas que no se sentía capaz de enfocar
Liam la observó por un momento, pensando en que si había algo que no había cambiado en Denise era su capacidad de sorprenderlo por como veía la vida. Ella tenía toda la razón. Debía dejarla ser. Sí, lo que había pasado lo había vuelto aún más paranoico de lo que ya era, pero no podía pensar en ello todo el tiempo, porque, de hacerlo, se perdía lo mejor de la vida: vivir.―¿Sabes qué? ―preguntó―. Tienes razón.―Amo cuando dices eso. ―Denise rio y bebió un sorbo de su café.―Me alegra poder hacerte feliz ―dijo, divertido―. Por cierto, ¿ya sabes lo que tienes que hacer hoy?―En principio, llamar a Adam para que me explique cómo quiere que trabajemos. Y, por la tarde…, aún no lo sé. Podría terminar de ayudarte con el estudio… ―respondió, pensativa.―No te preocupes por eso, puedo hacerlo solo. Tú dedícate a trabajar y a descansar. De hecho, ¿qué pasó con la novela que habías comenzado?―No se ha movido de su sitio ―respondió en un suspiro, antes de darle un nuevo mordisco a su tostada―. Q
Percatándose de que el dolor de cabeza había desaparecido, Denise se encaminó hacia el segundo piso, pensativa. Si bien las palabras de Liam la habían tranquilizado, no se sentía del todo cómoda con la conversación que habían mantenido. Aunque él le hubiese asegurado que el tener hijos no era algo que necesitara, había dejado en claro que en el fondo lo deseaba y ella no podía evitar sentir que estaba siendo un tanto egoísta. «No eres egoísta, Denise. Además, no está todo dicho», dijo una voz en el interior de su cabeza, tranquilizándola.Haciendo a un lado aquellos pensamientos, suspiró y se adentró en la habitación que había utilizado durante sus primeras semanas en Irlanda, y que a partir de ese momento se convertiría en su oficina. Se encaminó hacia la cama, observando la enorme pila de libros que había trasladado desde Argentina y pensando en que debía conseguirles una biblioteca, antes de que comenzaran a deteriorarse.Se sentó en la cama con las piernas cruzadas y colocó el ord
Denise procuró ignorar el insistente sonido de su teléfono móvil, lo último que quería en ese momento eran distracciones. Necesitaba terminar aquel trabajo cuanto antes, y solo le quedaba una hora de su jornada laboral. Era consciente de que no debía forzarse, pero no podía dejar aquello sin concluir, y mucho menos cuando llevaba toda la mañana trabajando en ello. Ya demasiado tiempo había dejado pasar el día anterior, en el cual se había dedicado a oír a su jefe, pacientemente, mientras este le comentaba como trabajarían, en tanto ella no pudiera regresar a la oficina.El técnico informático de la empresa había habilitado el sistema de la cristalería, al igual que el correo electrónico, para que Denise pudiese ingresar sin problemas y pudiese cumplir con sus tareas; al menos en un setenta por ciento, dado que los papeles que Adam tuviese que firmar debería enviárselos por mail para que él pudiese imprimirlos. En cuanto a las reuniones, Adam le había aclarado que se pasaría por su cas