Capítulo 357
Sabía que Carlos no era fácil de engañar, así que lo primero que hice al bajar del avión fue encender el teléfono.

Como era de esperar, me envió varios mensajes.

Cuando una persona pasa mucho tiempo con otra, hasta su forma de hablar empieza a parecerse a la de la otra.

—¿Por qué tan de repente?

—¿Cuánto tiempo te vas? ¿Un día y una noche o solo un día? ¿No puedes irte?

—¿Por qué no respondes?

—¿Cuánto falta para que aterrice el avión?

De repente me sentí mareada, así que decidí devolverle la llamada. Después de mucho esfuerzo, explicándole que era por trabajo, finalmente accedió.

Un día no es tanto tiempo.

Solo había pasado una noche fuera, pero tan rápido que hasta Carlos pareció sorprendido.

Al día siguiente, cuando regresé a Villa del Sol con una pequeña maleta que compré de emergencia en el aeropuerto, lo encontré de espaldas a mí, parado frente a la ventana mientras hablaba por teléfono.

Los rayos del sol al atardecer entraban por la ventana, alargando su sombra de for
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