Capítulo 339
La onda expansiva de la explosión me lanzó por los aires, y en el momento en que caí al suelo, el impacto debió haber causado grietas en el pavimento bajo mí. Todo mi cuerpo dolía, como si mis huesos se hubieran hecho pedazos.

El dolor me devolvió un poco de lucidez.

Los transeúntes en la calle comenzaron a huir, aterrados de que la explosión los alcanzara. Gritaban y corrían en todas direcciones. En ese momento, el instinto humano solo reaccionaba con el deseo de sobrevivir, nadie pensó en llamar a emergencias ni en apagar el fuego.

Intenté moverme para sacar mi teléfono del bolso, pero de repente, una figura corriendo apareció en mi vista.

Carlos, sin pensarlo ni dudarlo, corrió hacia el infierno de llamas. En el instante en que se metió en el asiento del copiloto, el fuego lo devoró al instante. Mi corazón se llenó de dolor.

Todo pasó demasiado rápido, tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de gritar, pero, al mismo tiempo, todo sucedía tan lento, tan lento que sus movimientos
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