Capítulo 326
El ambiente cargado de insinuaciones llenó el coche, mientras Carlos tomaba mi mano y la deslizaba hacia su entrepierna.

Aquí ya no estaba el Carlos frío y distante, sino uno dominado por el deseo, un Carlos que no había tenido sexo en mucho tiempo.

Su cuerpo ardía y no podía esperar para despojarnos a ambos de la ropa en el coche, buscando liberarse de la necesidad.

El olor a alcohol aún salía de su boca, y su presencia me quemaba, pero aún conservaba algo de cordura, apenas capaz de mantener la poca ropa interior que quedaba, evitando que me la arrancara.

Cuando llegamos al estacionamiento subterráneo, me abrazó y sin mirar atrás entró al ascensor, presionándome contra la pared mientras me besaba con desesperación.

Carlos susurró con voz rasposa: —¿Puedes tener sexo conmigo?

Levante la cabeza, agobiada por sus palabras. Nadie en su sano juicio podría soportar tanta provocación, mucho menos después de que me había estado tentado en el coche.

El ascensor llegó directo a casa. En
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