Capítulo 227
El pecho de Carlos, que había estado subiendo y bajando con fuerza, poco a poco se calmó. De repente, abrazó fuertemente a Carmen, apretándola contra su pecho.

—¿Qué tiene de malo tener una mascota? Si yo tuviera una, sería una que me obedezca, no una como tú.

—¿Qué son esos fuegos artificiales? Carmen, esta noche voy a hacer que toda la ciudad se llene de fuegos artificiales, voy a mostrarte lo que es un verdadero espectáculo.

—Si la trato como una mascota, la voy a cuidar mejor que tú. Mira en la situación tan lamentable en la que estás ahora, y cómo vas con Néstor, no estás viviendo mejor que yo.

—Carlos, no digas eso, aquí hay mucha gente, no es adecuado hablar de estas cosas. Carmen intervino, como si quisiera suavizar la situación, y su voz sonaba mucho más firme que antes.

Me sentí un nudo en el corazón, lo que antes compartíamos como recuerdos ahora solo me traía dolor.

Carlos, por más que me detestara, no debía hablar de esos fuegos artificiales. Él ni siquiera sabía lo
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