Capítulo 207
Fuera de la habitación del hospital, Teresa y Sara estaban de rodillas mientras David, furioso, les gritaba.

Un vaso de agua se estrelló contra el suelo, rompiéndose en pedazos.

A pesar de que su voz no era especialmente alta, cada palabra de David resonaba con una autoridad aplastante:

—¡Tú, ingrato! ¿Quieres que me muera de un coraje?

Carlos dio un paso al frente, intentando calmarlo.

—Papá, sé que Sara cometió errores, pero eso se debe a que la mimamos demasiado cuando era niña. Yo también soy responsable por haberle permitido tantas cosas. Déjame enviarla al extranjero. Al fin y al cabo, es mi hermana, y quiero asegurarme de que encuentre un buen esposo que la cuide.

Desde la entrada, Sara lloraba mientras suplicaba:

—¡Papá, por favor! Sé que hice mal, pero no quiero irme al extranjero. ¡Hermano, por favor, no me obligues!

Teresa, con los ojos llenos de lágrimas, también imploró:

—David, por favor. Por los años que he dedicado a cuidar de ti y de nuestra familia, perdona a
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