—Es usted una mujer muy hermosa, Luna —murmuró la joven mientras trenzaba con cuidado el cabello de Aria.Ella le sonrió a través del espejo.—Tú también eres hermosa.La chica se sonrojó, apartando la mirada con timidez. Pronto terminó de acomodar los mechones y se retiró con una leve reverencia. Aria se quedó sola, admirando su reflejo. No había nada especial en ella, no entendía por qué Dimitri la miraba de esa manera.Se levantó de la silla y salió de la habitación, necesitaba aire. Caminó por los pasillos de la mansión, hasta que una presencia la detuvo.—Luna. —La voz grave y profunda la hizo girar de inmediato, Dimitri estaba apoyado contra la pared con cabello rubio desordenado, observándola y analizando con aquellos ojos grises brillando de manera muy lobuna, ya que Forest tenía control.—Dimitri —dijo ella con nerviosismo, su corazón latiendo más rápido de lo normal.Él no dijo nada al principio, simplemente la contempló. Luego, en un movimiento tan rápido que ella apenas pu
El aire en la zona de entrenamiento estaba cargado de tensión y polvo cuando Aleckey llegó, su presencia imponiéndose de inmediato. Su mirada dorada se deslizó por el círculo de lobos que se había formado alrededor de dos figuras en el suelo. Un gruñido profundo retumbó en su pecho al ver a Astrid sujetando a Calia contra la tierra con su brazo presionando su cuello.—¡Suéltala! —rugió Aleckey, y el peso de su voz hizo que los espectadores se encogieran, Astrid liberó a Calia de inmediato y retrocedió, aunque no con sumisión, sino con la arrogancia de quien cree estar en lo correcto. Calia, con su ropa de entrenamiento rasgada y polvo cubriendo su piel, se incorporó con los ojos encendidos de furia. El rey alfa avanzó, clavando sus ojos en Astrid, pero su voz resonó con autoridad al hablar—¡Explíquense ahora!—Alfa, yo solo estaba defendiendo nuestras creencias. Esta mujer y sus seguidoras no tienen respeto por la diosa luna. Están aquí, en nuestro hogar, y aun así continúan adorando
Axel y Asher caminaron en silencio por el bosque, no muy lejos de la cabaña que compartían, la tensión palpable entre ellos. Las hojas crujían bajo sus pies y la brisa nocturna agitaba las ramas de los árboles, pero nada de eso lograba distraerlos del peso de su discusión pendiente después de pelear en la frontera.—Esto no puede seguir así —rompió el silencio Asher, cruzándose de brazos mientras se detenía bajo la luz plateada de la luna—. Luz no nos ha dirigido la palabra desde que peleamos.Axel se giró hacia él con una expresión dura. Su hermano era su reflejo, pero en ese momento lo veía como su mayor rival.—¿Y qué propones? ¿Que simplemente me haga a un lado y te deje el camino libre? —espetó con un tono de amargura.Asher suspiró, pasando una mano por su cabello.—No se trata de eso. Se trata de ella. Luz nos importa a los dos, y la estamos haciendo sufrir con nuestras peleas. ¿Realmente queremos seguir lastimándola por nuestro ego?Axel apretó los puños. Tenía razón. Luz era
Calia posó las manos en el pequeño vientre de Isolde. Le sorprendía lo rápido que su amiga se había acoplado a su nueva vida, aunque ya casi había pasado un año desde que se retiraron del convento y llegaron al reino de Aleckey Strong.Apenas era febrero, un mes soleado, lleno de fiestas y con la inminente celebración del evento de vínculos, una reunión donde los jóvenes de las nueve manadas acudían al territorio del alfa rey para encontrar a sus almas destinadas.—La sanadora dijo que el cachorro…—¿Cachorro? —interrumpió Calia, alzando las cejas, a lo que su amiga soltó una risa.—Así les dicen a los bebés de los lobos —explicó Isolde, viendo cómo la luna asentía—. Como te decía, el cachorro está bien. Lo esperamos quizás dentro de tres meses —murmuró.—¿No es muy pronto?—Los bebés de lobos tienen un período de gestación más corto. Siempre depende de qué tan fuertes sean los machos. Taylor es un beta, así que lo más probable es que nuestro hijo solo pase seis o, como máximo, siete
Pasaron dos días desde aquella tensa cena en la que Aria había visto a Dimitri besando a otra mujer. Desde entonces, no volvió a verlo, ni siquiera en los pasillos de la mansión. Cada vez que pensaba en él, su pecho se llenaba de una mezcla de enojo y algo más que no quería admitir. Sin embargo, la inquietud comenzó a carcomerla. Dimitri no era alguien que se mantuviera alejado por tanto tiempo, y algo dentro de ella la impulsó a buscarlo.Finalmente, aquella tarde, decidió enfrentar sus dudas y fue hasta su aposento. Golpeó la puerta varias veces, pero no recibió respuesta. La incertidumbre la llevó a girar el picaporte y entrar. Dentro, la habitación estaba sumida en una penumbra, a pesar de que afuera el sol aún brillaba con fuerza. Sus ojos tardaron unos segundos en acostumbrarse a la oscuridad, pero pronto distinguió una silueta en el suelo.Dimitri estaba encogido en una esquina de la habitación, desnudo, temblando de manera violenta. Su respiración era pesada y errática, y el s
Para cuando Aria volvió a abrir los ojos, ya se encontraba en la cama de Dimitri, quien dormía a su lado. Se veía diferente a como lo había encontrado en la tarde: relajado, con los labios ligeramente separados y un poco inflamados, el cabello rubio desordenado y la barba apenas crecida, dándole esos rasgos varoniles que se completaban con la estructura perfecta de su nariz.Su brazo la rodeaba de manera protectora, manteniéndola firmemente apretada contra su torso. En ese momento, ambos estaban frente a frente, sintiendo el calor del otro. La poca luz de la noche se filtraba por la ventana, permitiéndole a Aria observarlo con detenimiento y llevándola a suponer que había dormido durante varias horas.Ni siquiera se dio cuenta de cuándo el alfa la había pasado a la cama, abandonando el suelo donde habían consumado su unión por primera vez. No pensó demasiado en lo ocurrido, solo que ahora estaba con Dimitri, desnuda y en su cama, tan cerca de él que sus mejillas se sonrojaron al senti
Cuando estuvieron dentro de la mansión, Aleckey la miró con una furia que no pudo ocultar. Sus ojos brillaban con ese dorado salvaje, y su mandíbula apretada mostraba la frustración que hervía dentro de él. Se acercó a Calia con pasos firmes, la distancia entre ellos se acortaba con cada segundo que pasaba. La tensión era palpable, y el aire a su alrededor parecía cargarse con electricidad.—¿Qué demonios pensabas, Calia? —rugió, su voz cargada de enojo—. ¿Qué clase de juego es este? No puedes coquetear con él.Calia no se movió, mantuvo la mirada fija en él, aunque sus manos temblaban ligeramente. Sabía que él estaba fuera de sí, pero se negaba a ceder ante el miedo, ella sabía que el alfa nunca la lastimaría. Se aprovecharía de esta situación, no hay vuelta atrás, ya había tardado demasiado para tener venganza.—¡No estábamos coqueteando, Aleckey! —respondió con firmeza, su tono firme y serio—. Laurent solo fue amable conmigo. Me contó algunas anécdotas sobre su manada, sobre cosas
—Te haré la pregunta una última vez —gruñó Aleckey, su voz grave reverberando en la celda de piedra—. ¿Dónde se esconden? —El cazador escupió sangre al suelo y sonrió con la misma arrogancia de antes.El hombre estaba cubierto de cortes y moretones, su cuerpo colgando pesadamente de las cadenas que lo sostenían en el aire.—Vas a matarme de todos modos, ¿por qué debería hablar? —El alfa no respondió con palabras. En su lugar, avanzó y le propinó un golpe brutal en el rostro, haciendo que la cabeza del cazador cayera hacia un lado. Su mandíbula crujió con el impacto, pero el hombre soltó una risa ahogada. —¿Es lo mejor que tienes? —murmuró entre dientes rotos.El rey alfa dejó escapar un gruñido bajo. Su lobo rugía dentro de él, exigiendo sangre, exigiendo destrucción. Y a pesar de que entre él y Calia todo estaba resuelto, la imagen de su sonrisa dirigida a otro macho no dejaba de atormentarlo. Era una imagen ardiente, grabada en su mente como una maldita burla que no podía ignorar. L