23. Sal rápido.

Gregory maldijo cuando sus hombres empezaron a moverse, odiaba las complicaciones que el factor humano implicaba, no podía impedir que sus hombres hicieran su trabajo, ni tampoco dejarles que echaran por tierra sus planes para hacer que su hermana, de una vez por todas, dejara de soñar con unir su vida a una asquerosa bestia como lo era Wolfang.

Pero no solo Gregory se encontraba odiando a los guardias, también Ravel, quien tenía que sacar a la chica de ahí y hacer que fuera hasta donde Bleid ya la estaba esperando con el sacerdote.

—Piensa, piensa…— se recriminó Ravel, volteando a ver a Audrey que en esos momentos tenía sus bellos ojos grises abiertos, de lo asustada que estaba.

—No te preocupes por favor… Nada impedirá que tú y Bleid se casen esta noche— Aseguró el brujo, viendo como la puerta del jardín que daba al exterior de la mansión, era dejada abierta por uno de los jardineros.

—Mira…— le señaló la salida que los llevaría a la libertad de la mansión — la diosa de la fortuna p
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