Ella era una Vangelis, y no solo eso, también era su maldita esposa. Era hora de que su estúpido y engreído esposo alfa se diera cuenta. Tanto su loba, Yue, como ella sonrieron al ver a su esposo y alfa totalmente desconcertado, sin saber qué decir.—Así es, mi amor. Ya es hora de que sepas quién soy en realidad.No solo Bleid se encontraba embelesado ante la entereza y fiereza que su esposa estaba mostrando frente a él, sino también su alfa Azabache.En ese momento, finalmente comprendió por qué ella era su Luna y por qué nadie más podría merecer ese lugar.Bleid guardó silencio mientras su esposa le tomaba el rostro y le exigía que le contara con detalle todo lo que le había estado ocultando.—Te he ocultado cosas, Audrey. Sospecho que Joel está detrás de esos cotos de peleas donde obligan a nuestros hermanos a luchar —confesó Bleid.Esperaba que Audrey se sintiera mal al escuchar los detalles de la inhumanidad de aquellos lugares. Sin embargo, nuevamente ella lo sorprendió.—¿Enton
Sin embargo, Joel, no tuvo mucho tiempo para reflexionar sobre ese tema, ya que Gregory, convertido en un imponente lobo blanco, bajó rápidamente las escaleras, colocándose entre él y la abuela de Barack, mostrando los dientes con una expresión amenazadora.— Parece que no valoran mi ayuda en absoluto. Será mejor que me vaya y se las arreglen solos con el eclipse — murmuró Joel, sintiendo cierta frustración ante la situación.En el preciso momento en que Joel externó su deseo de marcharse, Blied emergió con su aura intimidante e imponente de alfa. Desde el segundo piso, lo observó con ojos penetrantes mientras se disponía a descender las escaleras.—Vaya, así que tenía razón. No eres más que un charlatán que pretendía jugar con esta familia —espetó Blied con desdén.Barack y los demás miembros de la familia se giraron hacia Bleid al escuchar sus palabras, con el corazón acelerado por la tensión en el aire. Luego, volvieron sus miradas hacia Joel, quien parecía agitado y enfadado por l
Gregory cerró los ojos por un instante, dejándose llevar por el cálido contacto que les envolvía. Ese simple roce provocaba una extraña electricidad que fluía de un cuerpo al otro, una sinfonía de emociones que iban más allá de lo comprensible. Era excitación, amor y esa profunda conexión que solo puede unir a dos almas que se conocen desde hace mucho tiempo, porque lo de ellos dos no era algo que se pudiera explicar, iba más allá de las palabras.En ese instante, sus corazones latían al unísono, formando una melodía única en el universo. Era como si el eclipse, el misterio del cambio de formas y la magia que los envolvía se concentraran en ese momento de encuentro. Ambos sabían que su destino estaba entrelazado, desde mucho antes de que Barack naciera, quizá mucho antes también de que Gregory llegará a ese mundo, todo inició con Ravel.— Es la hora — interrumpió Joel, rompiendo la intensa conexión que se podía palpar en el ambiente entre Barack y Gregory. Su voz resonó con determinac
La luz del eclipse los envolvió, tejiendo una red de energía que los unía. Cada célula de su cuerpo vibraba en resonancia, fusionándose en una nueva entidad llena de fuerza y sabiduría. El tiempo pareció detenerse mientras se sumergían en ese estado de comunión, dejando atrás sus formas individuales para convertirse en una única presencia en el universo.A medida que el eclipse llegaba a su fin, Barack y Gregory sabían que debían regresar al lugar donde todo comenzó. Con paso decidido, se encaminaron de regreso, sintiendo cómo la energía del eclipse se desvanecía lentamente. La experiencia los había transformado, dejando una marca indeleble en sus corazones y una comprensión profunda de su conexión especial.Con un último vistazo al cielo, donde el sol y la luna parecían querer alejarse lentamente, Barack y Gregory entraron en el centro del triángulo de nuevo, dispuestos a enfrentar lo que el destino les tenía reservado. Habían aprovechado el poder del eclipse, forjando un vínculo que
Audrey, impaciente tras el eclipse, recorría el castillo en busca de distracción. A pesar de la presencia vigilante de los vampiros, sabía que estaba a salvo y podía moverse libremente por todas las estancias. Finalmente, llegó a la biblioteca, un lugar que siempre le había brindado consuelo y refugio.— Señora, ¿necesita algo? — preguntó el segundo al mando, a quien Joel había dejado a cargo de la mujer mientras él se dirigía a la casa de los Vangelis.— Solo estoy tratando de distraerme un poco y dejar de pensar — respondió Audrey, visiblemente confundida y deseando liberar su mente por un tiempo. Sus palabras reflejaban su anhelo de encontrar una distracción momentánea de sus pensamientos.Con gesto sereno, tomó un libro entre sus delicadas manos y lo abrió con suavidad. El aroma a tinta y papel antiguo llenaba el aire, transportándola a un mundo de conocimiento y fantasía. Se acomodó en uno de los sillones, pasando las páginas aunque no entendía la letra había hermosos dibujos ant
— Si queréis recuperar a Audrey solo podéis confiar en mí, nadie más puede llevaros hasta ella — Advirtió una vez todo estaba listo para partir en busca de la mujer.Las palabras de Joel resonaron en el aire, captando la atención de todos los presentes. Los rostros se volvieron hacia Bleid, quien en ese preciso momento se había unido al grupo. Aunque su presencia física era evidente, parecía estar distante, perdido en sus pensamientos. Sin embargo, su posición firme frente a todos indicaba su determinación.Barack, con una comprensión renovada debido al vínculo que se había formado entre él y Gregory, dio unos pasos decididos hacia su padre. Sabía ahora por qué Bleid se comportaba de esa manera, cómo la pérdida de su amada compañera había afectado su ser.Con voz llena de confianza y esperanza, Barack se dirigió a su padre.—Padre, confía en mí. Todo estará bien y mamá volverá a nosotros. Estoy dispuesto a ayudarte en esta búsqueda, a hacer todo lo que esté a mi alcance para que ella
Barack y Gregory, ahora que dominaban sus transformaciones podían estar completamente integrados a la manada del Alfa Bleid, corrían velozmente a través del espeso bosque. Sus pelajes oscuro de Barack contrastaba con el de Gregory, brillando bajo los rayos de la luna llena, mientras sus garras se hundían en la tierra húmeda. Una determinación feroz ardía en sus ojos mientras seguían el rastro que les conduciría al resto de su manada.Bleid, el imponente Alfa, los seguía de cerca. Aunque era un líder fuerte y valiente, sentía un nudo en el estómago al pensar en su esposa, cautiva en el castillo de los vampiros. Bleid jamás creyó llegar a ser feliz o encontrar una pareja. Los doscientos años que había estado recluido bajo la orden de los Vangelis lo único en lo que podía pensar era en venganza, pero el amor por su esposa había despertado en él esperanza y la sensación de que podía olvidar todo y ser feliz, que ahora que no la tenía el monstruo volvía a emerger con una furia protectora y
El aire se llenaba de los sonidos de los golpes, los rugidos y los gemidos de agonía. Los vampiros luchaban con ferocidad, pero no podían igualar la destreza y la furia desatada de la manada de hombres lobo. Cada ataque era calculado, cada movimiento estaba imbuido de una determinación inquebrantable.Bleid sabía que el tiempo era crucial. Cada segundo que pasaba era un segundo más lejos de reunirse con Audrey y sentir su cercanía. Con esa motivación latente en su corazón, redobló sus esfuerzos, concentrándose en aniquilar a sus oponentes sin piedad. Azabache, en perfecta sincronía, se movía en perfecta armonía con él, un dúo letal que no dejaba lugar para el error.La sangre de los vampiros brotaba en un torrente oscuro, manchando el suelo y llenando el aire con su peculiar aroma metálico. Los lobos, impulsados por un ansia insaciable, se abalanzaban sobre los cuerpos de los vampiros, que tenían sus fauces de rojo carmesí.Sin embargo, en medio de aquel caos, una estrategia bien plan