Gregory cerró los ojos por un instante, dejándose llevar por el cálido contacto que les envolvía. Ese simple roce provocaba una extraña electricidad que fluía de un cuerpo al otro, una sinfonía de emociones que iban más allá de lo comprensible. Era excitación, amor y esa profunda conexión que solo puede unir a dos almas que se conocen desde hace mucho tiempo, porque lo de ellos dos no era algo que se pudiera explicar, iba más allá de las palabras.En ese instante, sus corazones latían al unísono, formando una melodía única en el universo. Era como si el eclipse, el misterio del cambio de formas y la magia que los envolvía se concentraran en ese momento de encuentro. Ambos sabían que su destino estaba entrelazado, desde mucho antes de que Barack naciera, quizá mucho antes también de que Gregory llegará a ese mundo, todo inició con Ravel.— Es la hora — interrumpió Joel, rompiendo la intensa conexión que se podía palpar en el ambiente entre Barack y Gregory. Su voz resonó con determinac
La luz del eclipse los envolvió, tejiendo una red de energía que los unía. Cada célula de su cuerpo vibraba en resonancia, fusionándose en una nueva entidad llena de fuerza y sabiduría. El tiempo pareció detenerse mientras se sumergían en ese estado de comunión, dejando atrás sus formas individuales para convertirse en una única presencia en el universo.A medida que el eclipse llegaba a su fin, Barack y Gregory sabían que debían regresar al lugar donde todo comenzó. Con paso decidido, se encaminaron de regreso, sintiendo cómo la energía del eclipse se desvanecía lentamente. La experiencia los había transformado, dejando una marca indeleble en sus corazones y una comprensión profunda de su conexión especial.Con un último vistazo al cielo, donde el sol y la luna parecían querer alejarse lentamente, Barack y Gregory entraron en el centro del triángulo de nuevo, dispuestos a enfrentar lo que el destino les tenía reservado. Habían aprovechado el poder del eclipse, forjando un vínculo que
Audrey, impaciente tras el eclipse, recorría el castillo en busca de distracción. A pesar de la presencia vigilante de los vampiros, sabía que estaba a salvo y podía moverse libremente por todas las estancias. Finalmente, llegó a la biblioteca, un lugar que siempre le había brindado consuelo y refugio.— Señora, ¿necesita algo? — preguntó el segundo al mando, a quien Joel había dejado a cargo de la mujer mientras él se dirigía a la casa de los Vangelis.— Solo estoy tratando de distraerme un poco y dejar de pensar — respondió Audrey, visiblemente confundida y deseando liberar su mente por un tiempo. Sus palabras reflejaban su anhelo de encontrar una distracción momentánea de sus pensamientos.Con gesto sereno, tomó un libro entre sus delicadas manos y lo abrió con suavidad. El aroma a tinta y papel antiguo llenaba el aire, transportándola a un mundo de conocimiento y fantasía. Se acomodó en uno de los sillones, pasando las páginas aunque no entendía la letra había hermosos dibujos ant
— Si queréis recuperar a Audrey solo podéis confiar en mí, nadie más puede llevaros hasta ella — Advirtió una vez todo estaba listo para partir en busca de la mujer.Las palabras de Joel resonaron en el aire, captando la atención de todos los presentes. Los rostros se volvieron hacia Bleid, quien en ese preciso momento se había unido al grupo. Aunque su presencia física era evidente, parecía estar distante, perdido en sus pensamientos. Sin embargo, su posición firme frente a todos indicaba su determinación.Barack, con una comprensión renovada debido al vínculo que se había formado entre él y Gregory, dio unos pasos decididos hacia su padre. Sabía ahora por qué Bleid se comportaba de esa manera, cómo la pérdida de su amada compañera había afectado su ser.Con voz llena de confianza y esperanza, Barack se dirigió a su padre.—Padre, confía en mí. Todo estará bien y mamá volverá a nosotros. Estoy dispuesto a ayudarte en esta búsqueda, a hacer todo lo que esté a mi alcance para que ella
Barack y Gregory, ahora que dominaban sus transformaciones podían estar completamente integrados a la manada del Alfa Bleid, corrían velozmente a través del espeso bosque. Sus pelajes oscuro de Barack contrastaba con el de Gregory, brillando bajo los rayos de la luna llena, mientras sus garras se hundían en la tierra húmeda. Una determinación feroz ardía en sus ojos mientras seguían el rastro que les conduciría al resto de su manada.Bleid, el imponente Alfa, los seguía de cerca. Aunque era un líder fuerte y valiente, sentía un nudo en el estómago al pensar en su esposa, cautiva en el castillo de los vampiros. Bleid jamás creyó llegar a ser feliz o encontrar una pareja. Los doscientos años que había estado recluido bajo la orden de los Vangelis lo único en lo que podía pensar era en venganza, pero el amor por su esposa había despertado en él esperanza y la sensación de que podía olvidar todo y ser feliz, que ahora que no la tenía el monstruo volvía a emerger con una furia protectora y
El aire se llenaba de los sonidos de los golpes, los rugidos y los gemidos de agonía. Los vampiros luchaban con ferocidad, pero no podían igualar la destreza y la furia desatada de la manada de hombres lobo. Cada ataque era calculado, cada movimiento estaba imbuido de una determinación inquebrantable.Bleid sabía que el tiempo era crucial. Cada segundo que pasaba era un segundo más lejos de reunirse con Audrey y sentir su cercanía. Con esa motivación latente en su corazón, redobló sus esfuerzos, concentrándose en aniquilar a sus oponentes sin piedad. Azabache, en perfecta sincronía, se movía en perfecta armonía con él, un dúo letal que no dejaba lugar para el error.La sangre de los vampiros brotaba en un torrente oscuro, manchando el suelo y llenando el aire con su peculiar aroma metálico. Los lobos, impulsados por un ansia insaciable, se abalanzaban sobre los cuerpos de los vampiros, que tenían sus fauces de rojo carmesí.Sin embargo, en medio de aquel caos, una estrategia bien plan
— Señora Wolfang, debe acompañarme — dijo una de las vampiras con cautela mientras se acercaba a Audrey. La mujer vampiro parecía preocupada y determinada.Audrey levantó la vista de su libro, observándola con recelo, y negó con la cabeza. Según Joel y su loba interior, Yue, ella tenía libertad para moverse por cualquier parte de esa planta del castillo. Yue gruñó en advertencia, recordándole que los vampiros no eran de fiar.— Joel me dijo que podía...Antes de que Audrey pudiera terminar de hablar, una explosión repentina resonó en la planta de abajo. El estruendo sacudió el suelo y las paredes, enviando ondas de choque a través del aire. Los estallidos de fuego iluminaron el ambiente, llenando la estancia de un resplandor ominoso.El corazón de Audrey se aceleró mientras el caos se apoderaba del castillo. El humo y el olor a quemado se infiltraron en sus sentidos. Inmediatamente, su instinto de supervivencia entró en acción, instándola a ponerse en alerta y buscar una salida segura
Audrey miró a la vampira, su expresión reflejaba una mezcla de miedo y esperanza. La decisión estaba en sus manos, y aunque temía lo desconocido, sabía que debía confiar en la extraña conexión que sentía con Selene.Sin dudarlo más, Audrey asintió y siguió a la mujer a través de la puerta. Al cruzar el umbral, el mundo exterior quedó atrás, sumergiéndose en un ambiente oscuro y misterioso. Adentrándose en lo desconocido, las dos mujeres se internaron en un laberinto de pasadizos sombríos y escaleras en ruinas. El eco de sus pisadas resonaba en la oscuridad, mientras el aire se volvía más denso y cargado de secretos ancestrales.Audrey apretó el puño con fuerza, recordando sus propias palabras: ser fuerte. Ahora, más que nunca, debía confiar en sí misma y en la vampira a su lado para desentrañar los misterios que les aguardaban y proteger a aquellos a quienes amaba.Azabache, siguiendo los pasos de Joel, se adentraba audazmente en los pasillos del antiguo castillo. Cada rincón oscuro