Adrián abrió los ojos y encontró su habitación en completo silencio. Frunció el ceño, sintiendo la extraña ausencia de su padre. Se levantó de la cama y corrió hacia el pasillo, llamando a Ethan con voz impaciente. No obtuvo respuesta.—¡Arthur! —gritó el niño con enojo ya que sabía que si su papá no estaba Arthur si estaría.Arthur, apareció en el umbral de la puerta, con la corbata ligeramente aflojada y el cabello despeinado. Su expresión reflejaba cansancio y desesperación.—¿Qué ocurre, joven Adrián? —preguntó con voz tensa.—¡Mi papá! ¿Dónde está? —Adrián cruzó los brazos y lo miró con el ceño fruncido.—Se fue temprano a trabajar —respondió Arthur con tono diplomático.El rostro de Adrián cambió de inmediato. Su labio inferior tembló y sus ojos se llenaron de lágrimas de rabia.—¡No se despidió de mí! —gritó, pateando el suelo.Arthur dio un paso atrás, visiblemente incómodo.—Estoy seguro de que tenía prisa...—¡No me importa! ¡Quiero verlo! —El niño tomó un cojín y lo lanzó c
El ambiente en la oficina de Ethan siempre era imponente. Silencioso, elegante y frío. Siendo todo lo que él representaba. Adrián, en cambio, parecía no encajar en ese mundo impoluto. Su risa escandalosa y su energía caótica chocaban con la rigidez del lugar. Y en medio de todo eso, Ava, la única capaz de hacer que el niño encontrara un poco de calma, aunque fuera temporal.—¡Tengo sed! —se quejó Adrián, moviendo los pies impaciente mientras permanecía sentado sobre el enorme escritorio de Ethan.Ava se apresuró a buscar agua, dándose cuenta de que no habían llevado ninguna bebida con ellos.—Voy por un vaso de agua —le dijo con rapidez—. No hagas travesuras, ¿sí?Adrián solo le sacó la lengua antes de cruzar los brazos con expresión altanera. Ava salió de la oficina en busca de la sala de empleados, sin notar la mirada de Ethan, que la siguió hasta que desapareció por la puerta.Mientras tanto, Ethan tomó una botella de agua de su escritorio, desenroscó la tapa con parsimonia y se la
La emoción en los ojos de Adrián era evidente cuando, al salir de la empresa, sujetó la mano de Ava con fuerza y le anunció con orgullo su plan para el resto de la tarde.—Hoy vamos a ver películas y comer palomitas, ¿verdad, papá?Ethan, que caminaba a su lado con las manos en los bolsillos, simplemente arqueó una ceja sin responder de inmediato.—Tú lo decidiste, supongo —dijo con indiferencia.—¡Sí! Y Ava tiene que ponerse pijama, porque es una pijamada —decretó Adrián con la seguridad de un emperador.Ava se rió ante la ocurrencia y revolvió el cabello de Adrián con cariño.—No tengo pijamas en tu casa, chiquillo —respondió, sin darle demasiada importancia.Pero el pequeño no iba a rendirse tan fácil. Se detuvo en seco, cruzó los brazos y la miró con dramatismo.—Eso es porque no aceptas trabajar con nosotros todo el día. ¿Acaso no me quieres?Ava parpadeó sorprendida. Ethan también se detuvo y la observó con atención.—Claro que te quiero, Adrián —respondió ella con dulzura.—Ent
El aire en la habitación estaba cargado, denso con la tensión que crepitaba entre ellos. Ava aún sentía el ardor en sus labios tras el beso salvaje de Ethan, y el eco de su cuerpo presionado contra la pared. Su respiración era errática, su corazón palpitaba con furia contra su pecho, y aún así, se negaba a ceder ante la mirada oscura y hambrienta de Ethan.—Te odio —espetó, con la voz apenas en un murmullo.Ethan esbozó una sonrisa ladeada, cruel, devastadoramente arrogante.—No lo suficiente.Ava levantó la mano para apartarlo, pero él la atrapó por la muñeca con facilidad. Su agarre no era brusco, pero tampoco le dejaba escapatoria.—Déjame ir —exigió, aunque la firmeza en su voz flaqueó cuando él deslizó el pulgar sobre su piel, dibujando círculos lentos y deliberados.—No quiero.Ethan la miraba con esa intensidad que la hacía temblar por dentro, como si estuviera decidido a devorarla entera. Había algo depredador en su postura, en la forma en que su cuerpo la acorralaba sin siqu
Ava sintió algo cálido y sólido contra su cuerpo, un peso que no debería estar ahí. Movió los dedos lentamente, dándose cuenta de que su mano no estaba sobre una almohada, sino sobre algo más firme… y caliente.Frunció el ceño. ¿Qué demonios?Abrió los ojos de golpe.Ethan.Estaba dormido profundamente, con un brazo fuerte y pesado rodeándola por la cintura, manteniéndola pegada a su pecho como si fuera una almohada humana. Peor aún, su pierna estaba entre las suyas, anclándola completamente.Ava contuvo un grito. ¡¿Qué estaba pasando?!Se movió con cautela, pero el agarre de Ethan se tensó.—Cinco minutos más… —murmuró él con su voz adormilada, y su aliento cálido rozando su cuello.Ava parpadeó. ¿Cinco minutos más? ¿De qué hablaba este lunático?—¡Suéltame, gorila! —gruñó, retorciéndose, pero él simplemente la abrazó más fuerte, aplastándola contra su cuerpo.—Hueles bien… —dijo él, con su voz llena de sueño, ignorando por completo la lucha de Ava—. Podría acostumbrarme a esto. Que
Ava seguía sintiendo el hormigueo en los labios mientras miraba a Ethan salir apresurado de la cocina. Adrián, sentado con el teléfono de Ava, no había prestado demasiada atención a la escena, pero Ava aún tenía el pulso acelerado.—¿Sabías que cuando te besan de sorpresa es técnicamente una invasión de tu espacio personal? —murmuró Ava, más para sí misma que para alguien en particular.Adrián alzó la vista, con una sonrisa traviesa.—¿Te besó? ¿Papá te besó?Ava se sobresaltó y negó con rapidez.—¡No!—Sí, lo hizo. Lo dijiste. —Adrián rió, divertido—. Papi nunca besa a nadie. No frente a mí.—No fue un beso, fue… —Ava hizo un gesto vago con las manos, buscando una excusa—. Un accidente.Adrián la miró con una expresión astuta, como si no le creyera ni una palabra, pero antes de que pudiera responder, Ethan apareció de nuevo en la cocina, aún con la camisa desabrochada y el ceño fruncido.—¡Maldita sea! —maldijo en voz baja, sacando su teléfono del bolsillo.—¿Qué pasa, papi? —pregunt
Minutos antes de que Ava volviera.Ethan tomó su teléfono y marcó con rapidez. Apenas sonó una vez antes de que la voz de Arthur se hiciera presente al otro lado de la línea.—Sí, jefe, dígame.Ethan caminó hacia su oficina dentro de la mansión, cerrando la puerta detrás de él con un chasquido seco.—¿Qué pasó con la deuda de los padres de Ava? —preguntó sin rodeos, con el ceño fruncido.Hubo un breve silencio antes de que Arthur respondiera con cautela.—Se entregó el dinero al padre de Ava para que hiciera el pago ayer.Ethan entrecerró los ojos y se dejó caer en su silla de cuero negro.—¿Por qué no hiciste el pago tú mismo?Arthur carraspeó.—Ayer tuve que hacerme cargo de varias cuestiones urgentes en la empresa, ya que usted se retiró temprano. Además, creí que era lo más conveniente…—Cállate —lo interrumpió Ethan con frialdad, frotándose las sienes con dos dedos.Sabía perfectamente lo que había ocurrido. Si el padre de Ava había recibido ese dinero y no había pagado la deuda,
Actualidad. Cuando Eva y Adrián salieron de la cocina, Ethan los siguió un poco después. Ava reía mientras Adrián corría a su alrededor con una pelota en las manos. El niño la miraba con adoración, y ella, con una ternura que Ethan jamás había visto en nadie más. Ava no era la madre de Adrián. Ni siquiera llevaba mucho tiempo en sus vidas. Pero cuando Ethan los veía juntos, no podía evitar notar lo natural que se veía aquella imagen. Como si siempre hubiera sido así. Helena nunca jugó con Adrián de esa manera. Nunca lo miró con tanta devoción. Ethan chasqueó la lengua y desvió la mirada. No le gustaba pensar en su exesposa. Su teléfono vibró en su bolsillo. Frunció el ceño al ver el número desconocido en la pantalla. Se alejó hacia su oficina antes de responder. —Ethan Moreau —dijo con voz firme al descolgar. —Señor Moreau, soy el doctor Renaud. Me indicaron que buscaba un especialista para el caso de la señora… —hizo una pausa breve— ¿Me recuerda su nombre? —Sull