Los días posteriores a la noche en que Isabella y Leonardo compartieron su primer encuentro estuvieron envueltos en una mezcla de euforia y confusión. Para Isabella, el mundo había cambiado. Cada vez que veía a Leonardo, en su mente revivía aquel beso bajo las estrellas, la conexión innegable que había surgido entre ellos, y la promesa tácita de algo más profundo.
Sin embargo, había algo en el comportamiento de Leonardo que la inquietaba. A pesar de los momentos de cercanía, de las miradas compartidas, había instantes en los que él parecía distante, absorto en pensamientos que no compartía. Isabella trató de ignorarlo, convencida de que quizás se debía a la presión del trabajo o a la magnitud de lo que había ocurrido entre ellos. Pero una sensación incómoda se instalaba lentamente en su pecho.
Una tarde, mientras trabajaba en su estudio en Rossi Fashion, Olivia, la asistente de Leonardo, entró al despacho con una expresión nerviosa. "Isabella, necesito hablar contigo… es algo importante", dijo, cerrando la puerta detrás de ella.
Isabella levantó la vista, sorprendida por el tono serio de Olivia. "¿Qué ocurre?", preguntó, dejando a un lado el boceto en el que estaba trabajando.
Olivia dudó por un momento, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. "Es sobre Leonardo… y algo que creo que deberías saber."
El corazón de Isabella dio un vuelco. "¿Qué es?", preguntó, temiendo la respuesta.
Olivia respiró hondo antes de hablar. "Leonardo está comprometido, Isabella. Hace tiempo que está comprometido con una mujer llamada Claudia. Es un compromiso de familia, un acuerdo que se hizo hace años para unir dos importantes dinastías del mundo de la moda."
Isabella sintió que el suelo se desmoronaba bajo sus pies. Su mente se quedó en blanco por un momento, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. "¿Comprometido?", repitió, como si la palabra no tuviera sentido.
"Sí, lo siento mucho… Sé que esto te toma por sorpresa. No es algo que Leonardo mencione con frecuencia, y la situación es… complicada", continuó Olivia, visiblemente incómoda. "Claudia no vive en la ciudad; pasa la mayor parte del tiempo en París, trabajando en su propia marca. Por eso no se habla mucho de ella aquí, pero el compromiso sigue en pie. Sus familias esperan que se casen pronto."
Isabella sintió que su mundo se tambaleaba. Cada recuerdo de Leonardo, cada momento que habían compartido, se volvía difuso y doloroso. Habían compartido algo real, algo que para ella significaba mucho más que un simple beso. Pero ahora, todo parecía teñido de una amargura que no podía ignorar.
"¿Leonardo… él nunca mencionó esto?", preguntó, tratando de mantener la calma, aunque su voz temblaba.
"No", admitió Olivia. "Y entiendo por qué no lo hizo. Pero… él también está atrapado en esta situación. Las expectativas de su familia son muy fuertes, y aunque no es algo que él haya elegido, es una realidad que no puede ignorar."
Isabella asintió, aunque cada palabra de Olivia se sentía como un golpe. No sabía qué hacer, cómo procesar esta información. Se sentía traicionada, confundida, pero sobre todo, dolorosamente consciente de que lo que había entre ellos no era tan simple como había imaginado.
Más tarde ese día, cuando Isabella y Leonardo se encontraron en una reunión con el equipo de diseño, ella se esforzó por actuar con normalidad, pero la tensión entre ellos era palpable. Leonardo notó el cambio en su comportamiento, pero no dijo nada, tal vez percibiendo que algo estaba mal, pero sin saber qué.
Al finalizar la reunión, Isabella decidió enfrentarlo. Sabía que no podía seguir así, guardando este conocimiento sin confrontarlo. Lo alcanzó en el pasillo, y cuando sus miradas se cruzaron, supo que este era el momento.
"Leonardo, ¿podemos hablar?", dijo, su voz más firme de lo que se sentía por dentro.
"Por supuesto", respondió él, notando la seriedad en su rostro. La llevó a su oficina, cerrando la puerta detrás de ellos.
Isabella respiró hondo antes de hablar. "Olivia me contó algo hoy… algo sobre ti. Sobre tu compromiso."
Leonardo se quedó en silencio por un momento, su expresión impenetrable. Finalmente, asintió, con una mezcla de resignación y tristeza en su mirada. "Sí, es cierto", admitió, su voz baja pero firme. "Estoy comprometido con Claudia, un acuerdo que se hizo entre nuestras familias hace muchos años."
Las palabras de Leonardo confirmaron lo que Isabella había temido. El dolor que había estado conteniendo finalmente emergió. "¿Por qué no me lo dijiste?", preguntó, su voz quebrándose. "Después de todo lo que ha pasado entre nosotros… ¿Cómo pudiste no mencionarlo?"
Leonardo la miró, sus ojos reflejando una mezcla de culpa y frustración. "Isabella, lo siento… No quería que esto te afectara, no quería que te sintieras atrapada en algo que no puedes controlar. La relación con Claudia es complicada. No hay amor entre nosotros, es un compromiso que nuestras familias esperan que cumplamos, pero… no es lo que quiero."
Isabella lo miró con incredulidad. "¿Y qué es lo que quieres, Leonardo? Porque esto… lo que pasó entre nosotros… no es algo que pueda ignorar."
Leonardo dio un paso hacia ella, sus ojos suplicantes. "Lo que quiero es lo que siento cuando estoy contigo. Desde que te conocí, has despertado en mí algo que pensé que había perdido hace mucho tiempo. Pero estoy atrapado, Isabella. No es tan simple como romper un compromiso. Hay más en juego que solo mis deseos."
Isabella sintió que las lágrimas amenazaban con caer, pero las contuvo. No quería mostrar su vulnerabilidad, no ahora. "Leonardo, no puedo estar en una relación donde soy la segunda opción, donde hay una sombra sobre nosotros. No puedo…", su voz se quebró, incapaz de continuar.
Leonardo intentó acercarse más, pero Isabella retrocedió, el dolor en su mirada era evidente. "Necesito tiempo, Leonardo. Necesito pensar en lo que quiero, en lo que significa todo esto. No puedo tomar una decisión ahora."
Leonardo asintió, sabiendo que no podía presionarla más. "Lo entiendo, Isabella. Tómate el tiempo que necesites. Pero por favor, no pienses que lo que siento por ti no es real."
Isabella no respondió, simplemente asintió antes de salir de la oficina, dejando a Leonardo solo, sintiendo el peso de sus decisiones y las consecuencias de sus acciones. Sabía que lo que había hecho no tenía vuelta atrás, y ahora, más que nunca, debía enfrentar la complejidad de sus sentimientos y la realidad de su compromiso.
Al llegar a su casa, Isabella se dejó caer en el sofá, sintiéndose más sola que nunca. La felicidad que había sentido tras el beso se había desvanecido, reemplazada por un dolor profundo y la incertidumbre de un futuro que ahora parecía más complicado que nunca.
El día siguiente a su conversación con Leonardo, Isabella se despertó con una sensación de vacío en el pecho. La noche había sido larga, llena de pensamientos que giraban sin cesar en su mente. Recordaba cada palabra de Leonardo, la sinceridad en sus ojos, el dolor en su voz. Pero lo que más la atormentaba era la verdad que ahora tenía que enfrentar: su relación con él no podría continuar de la misma manera.Al llegar a la oficina, Isabella tomó una decisión. Necesitaba distanciarse de Leonardo, no solo por su bien, sino por el de ambos. Lo que había comenzado como una relación profesional y se había transformado en algo más, ahora se encontraba en un terreno peligroso. No podía seguir entregando su corazón a alguien que no estaba libre, a alguien cuyo futuro estaba atado a un compromiso con otra persona.Durante esa mañana, Isabella se sumergió en su trabajo, evitando cualquier pensamiento que pudiera distraerla. Concentrarse en la colección era su única forma de mantener a raya el d
La ciudad vibraba con la energía de la Semana de la Moda. El evento más esperado del año había llegado, y con él, un torbellino de emociones, creatividad y, para Isabella, una mezcla de orgullo y nerviosismo. Los días previos habían sido un frenesí de preparativos: ajustes de última hora, pruebas de vestuario y la planificación de cada detalle del desfile. La colección de Isabella, su proyecto más personal hasta la fecha, estaba lista para brillar.El gran día llegó, y el lugar del evento estaba repleto de la crème de la crème de la industria de la moda: diseñadores, críticos, celebridades y fotógrafos, todos esperando ansiosos para presenciar las últimas creaciones de Rossi Fashion. Isabella, aunque rodeada por su equipo y colegas, se sentía sola en medio de la multitud. La distancia que había mantenido con Leonardo seguía siendo dolorosa, pero sabía que debía enfocarse en lo que realmente importaba: el éxito de su colección.Tras bambalinas, el ambiente era frenético. Modelos y esti
Los días que siguieron a la Semana de la Moda estuvieron cargados de emociones encontradas para Isabella. Por un lado, el éxito de su colección había superado todas sus expectativas; los elogios llegaban de todas partes, y su nombre se mencionaba en los círculos más prestigiosos de la moda. Sin embargo, el beso con Leonardo y la inesperada interrupción de la modelo la habían dejado en un estado de confusión y vulnerabilidad que no podía ignorar.Leonardo, por su parte, había estado distante desde aquella noche, pero no en la forma en que Isabella había temido. En lugar de evitarla, parecía estar dándole el espacio que ella necesitaba para procesar lo que había sucedido entre ellos. Aun así, cada vez que se encontraban en las reuniones de trabajo o en los pasillos de la oficina, la tensión era palpable. Había una conversación pendiente, un ajuste de cuentas emocional que ambos sabían que no podían seguir postergando.Una tarde, poco después del éxito de la colección, Leonardo se presen
El otoño comenzaba a adueñarse de la ciudad, pintando los árboles con tonos cálidos y dorados. La brisa fresca llevaba consigo el aroma a tierra húmeda, una señal de que el invierno no estaba lejos. Isabella observaba el paisaje desde la ventana de su despacho, tratando de calmar los nervios que la habían acompañado todo el día. Leonardo la había invitado a cenar en su casa, y aunque había aceptado sin dudar, ahora que el momento se acercaba, no podía evitar sentir un cosquilleo de anticipación.La relación entre ambos había cambiado significativamente desde aquella conversación en la oficina. Aunque seguían trabajando juntos con la misma pasión y profesionalismo de siempre, los encuentros fuera del trabajo se habían vuelto más frecuentes, más íntimos. La tensión que antes los había distanciado parecía haber dado paso a un entendimiento más profundo, a una conexión que iba más allá de la mera atracción física. Esta cena, sin embargo, era diferente. Sabía que esa noche algo importante
La conversación con Leonardo había vuelto a ablandar su corazón, Isabella quería volver a yacer con Leonardo y estaba convencida de que el también.Ella sonrió, acariciando suavemente su mejilla. "Y yo prometo que estaré a tu lado, Leonardo, pase lo que pase."Se miraron a los ojos durante unos segundos, dejando que sus cuellos fueran cediendo poco a poco hasta que se fundieron en un apasionado beso. La pasión fue en aumento, y poco a poco sus manos fueron buscando sus cuerpos moviéndose rítmicamente.Isabella se sorprendió diciendo a Leonardo “¿Es que no vas a enseñarme tu cuarto?” A lo que el respondió en un suspiro “Pensé que nunca me lo pedirías”.Leonardo se levanto de pronto y tomó a Isabella entre sus poderosos brazos, avanzó por la escalinata de piedra del centro de su casa y entro en un enorme dormitorio, amueblado con muebles de caoba y decorado con un gusto exquisito. Leonardo dejo a Isabella junto a la cama, sólo para volver a besarla con pasión.Isabella estaba deseando d
La mañana era clara, con el cielo de un azul intenso que contrastaba con el bullicio de la ciudad. Isabella llegó a la oficina con una energía renovada, sintiendo que el trabajo que tanto amaba estaba tomando un nuevo significado. Había dejado atrás las incertidumbres que la habían agobiado en semanas anteriores, y aunque su relación con Leonardo estaba todavía en una etapa delicada, había una sensación de estabilidad que la hacía sentir optimista.Al entrar en el estudio, notó una atmósfera inusualmente animada. Las conversaciones en voz baja y las sonrisas cómplices entre los miembros del equipo le indicaron que algo importante estaba por suceder. Olivia, su asistente, se acercó con una sonrisa enigmática."Isabella, tengo una sorpresa para ti", dijo Olivia, sus ojos brillando con emoción.Antes de que Isabella pudiera preguntar de qué se trataba, la puerta del despacho de Leonardo se abrió y apareció él, acompañado de un hombre joven que inmediatamente captó su atención. Tenía el a
El estudio estaba lleno de una energía vibrante, como si el mismo aire estuviera cargado de creatividad. Era una de esas mañanas en las que Isabella sentía que todo era posible. Había pasado apenas una semana desde la llegada de Luca, pero su presencia ya se había hecho sentir en el equipo. No solo aportaba ideas frescas y perspectivas novedosas, sino que su entusiasmo parecía contagiar a todos a su alrededor, incluyendo a Isabella.Aquella mañana, Isabella estaba revisando algunos bocetos cuando Leonardo entró en el estudio con una carpeta bajo el brazo y una expresión que mezclaba satisfacción y anticipación. Se acercó a Isabella y a Luca, que estaban trabajando juntos en un rincón del estudio, afinando los detalles de unos diseños que habían estado discutiendo durante los últimos días."Buenos días a ambos", saludó Leonardo con una son
El estudio de diseño estaba más animado que de costumbre esa tarde, una energía que se sentía distinta a la habitual urgencia de las fechas de entrega o las reuniones creativas. Era una energía más ligera, teñida de anticipación y camaradería. Leonardo había sugerido una cena informal para el equipo de diseño, una oportunidad para relajarse y fortalecer los lazos entre todos los que contribuían a las creaciones de la marca.Isabella se sentía agradecida por la idea. Después de semanas de intenso trabajo en su proyecto conjunto con Luca, una noche de desconexión era justo lo que necesitaban. Cuando llegó al restaurante elegido para la ocasión, un lugar acogedor con una decoración moderna y una iluminación cálida, fue recibida por las risas y el murmullo de conversaciones de sus compañeros.Leonardo, que ya estaba allí,