La suave luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas de la suite del hotel, llenando la habitación con un resplandor dorado. Entre las sábanas de satén desordenadas, Valeria yacía apoyada en el pecho de Luca, mientras su cuerpo se relajaba tras una noche de desenfreno. El aire olía a la mezcla del perfume caro de Valeria y la pasión que había llenado la noche.Luca, aún somnoliento, observaba el techo mientras su mente procesaba lo que había sucedido. Sabía que había cruzado una línea, y no solo con Isabella. Su alianza con Valeria iba mucho más allá de un romance casual, y cada vez estaba más claro que ella lo veía como una herramienta en su gran plan. Pero, por el momento, parecía que no le importaba demasiado. Estar en los brazos de Valeria, en esa habitación de lujo, le hacía sentir que, finalmente, tenía el control de algo. O al menos eso quería creer.Valeria, en cambio, no parecía tan inmersa en la resaca emocional. Se giró en la cama, apoyándose sobre un codo, con su
El sol brillaba sobre las calles bulliciosas de Nueva York mientras los rascacielos parecían tocar el cielo. En la oficina central de Rossi Fashion, un ambiente de calma aparente reinaba tras el éxito del reciente lanzamiento de la línea de ropa popular. Leonardo, sentado en su espaciosa oficina de paredes de cristal, revisaba algunos informes cuando la puerta se abrió bruscamente, revelando a Valeria con su porte imponente y su mirada gélida.—Leonardo, necesitamos hablar —dijo, su voz cargada de reproche.Él levantó la vista lentamente, sabiendo perfectamente lo que venía. Mantuvo una expresión neutral mientras Valeria cruzaba la sala con pasos decididos, deteniéndose frente a su escritorio.—¿Qué es lo que pasa, Valeria? —preguntó Leonardo con un tono aparentemente inocente, aunque conocía la respuesta.—Sabes muy bien de qué se trata —replicó ella, lanzando un sobre manila sobre el escritorio—. ¿Por qué has lanzado esa línea de ropa popular sin consultarme? Somos socios, Leonardo,
La luz del amanecer bañaba la oficina de Rossi Fashion con un tono cálido, mientras Isabella y Leonardo revisaban los primeros informes sobre la nueva colección popular. La pantalla del ordenador frente a ellos mostraba gráficas ascendentes, cifras de ventas que superaban con creces las proyecciones iniciales, y un flujo constante de comentarios positivos en redes sociales. Era un éxito indiscutible.—No puedo creer lo bien que está funcionando esto —dijo Isabella, con una mezcla de alivio y satisfacción. Sus dedos se deslizaban con rapidez por el teclado mientras comparaba los números—. No sólo estamos vendiendo más de lo que esperábamos, sino que el posicionamiento de la marca se ha fortalecido. La gente está hablando de Rossi como una marca accesible sin perder prestigio.Leonardo, sentado a su lado, asintió en silencio, estudiando los gráficos con una concentración implacable. Aunque por dentro sentía un respiro, el peso de los problemas financieros aún no desaparecía por completo
La oficina de Rossi Fashion estaba en calma antes de la tormenta. Los empleados trabajaban en silencio, ajenos a los movimientos que Valeria estaba orquestando tras bambalinas. En los últimos días, había estado trabajando en su propio plan, decidido a arrebatarle el control de la empresa a Leonardo y evitar que una segunda línea de ropa a precios populares viera la luz.Valeria entró en la sala de juntas con su habitual porte altivo. A su alrededor, algunos miembros de la junta ya estaban sentados, repasando los documentos sobre la nueva propuesta de Leonardo e Isabella. Valeria, con su mirada afilada y un destello de determinación, se acercó a cada uno de ellos antes de la reunión, sabiendo exactamente cómo manipular la situación.Primero se dirigió a Carlo, un accionista con influencias en varios sectores de la moda. Valeria sabía que él tenía intereses que se verían afectados si Rossi Fashion continuaba con una línea de ropa accesible. Se acercó a él con una sonrisa dulce y una cop
Leonardo se encontraba sentado en el asiento trasero de su coche mientras el paisaje de Nueva York se deslizaba lentamente. La ciudad, siempre vibrante y llena de vida, le parecía ajena en ese momento. Tenía su mente fija en la visita que estaba a punto de hacer. Había decidido ir a ver a Fabriccio, uno de los miembros más veteranos de la junta, para intentar entender qué había sucedido en la última reunión. Fabriccio era un hombre con una trayectoria impecable y con una influencia que ningún otro miembro de la junta podía igualar. Si alguien podía darle respuestas, era él.El coche se detuvo frente a una casa elegante y clásica en el Upper East Side. El edificio, de estilo neoclásico, estaba rodeado de jardines perfectamente cuidados, con altos setos y una fuente pequeña que reflejaba la luz del atardecer. El chofer abrió la puerta para que Leonardo saliera, y este, ajustando el cuello de su abrigo, se dirigió hacia la entrada principal.La puerta se abrió antes de que pudiera tocar
Leonardo observaba la vista desde su despacho, la ciudad de Nueva York extendiéndose ante él como un tablero de ajedrez. Había pasado la noche en vela, dándole vueltas a la conversación con Fabriccio. Valeria tenía un control mayor del que imaginaba, y la deuda que su padre había dejado a Rossi Fashion era una sombra que amenazaba con destruir todo lo que había construido. Necesitaba una solución, y rápido.Sabía que la única persona que podía ayudarle en este momento era Isabella. Su instinto, su creatividad y su habilidad para adaptarse a las situaciones más difíciles la habían convertido en su mejor aliada, incluso cuando todo lo demás parecía desmoronarse. Decidido, la llamó a su despacho.Isabella llegó poco después, con su carpeta de trabajo en la mano y una expresión de determinación en el rostro. A pesar de todo lo que había pasado entre ellos, sabía que podía contar con ella cuando se trataba de salvar Rossi.—¿Qué ocurre, Leonardo? —preguntó, cerrando la puerta detrás de ell
La habitación del hotel donde Valeria y Luca se encontraban era un refugio de lujo y descontrol. Entre sábanas de satén y el suave resplandor de las lámparas doradas, la atmósfera estaba cargada de un calor casi palpable. Valeria, recostada entre almohadas de seda, jugueteaba con un mechón de su cabello mientras sus ojos seguían los movimientos de Luca, que se paseaba por la habitación buscando su camisa.—No te pongas tan ansioso, Luca —dijo ella con una media sonrisa, su voz deslizándose como el terciopelo.Luca se detuvo y la miró, todavía sin camisa, su pecho brillando a la luz suave del cuarto. Aunque había disfrutado de la noche, algo en él seguía inquieto. Sabía que no podía seguir así para siempre. Su traición hacia Isabella y su juego con Valeria comenzaban a pesarle más de lo que le gustaría admitir. Y, sin embargo, estaba atrapado. La atracción que sentía hacia Valeria, tanto física como por el poder que irradiaba, era difícil de resistir.—¿Ansioso? —respondió él con una l
El día había comenzado como cualquier otro en la oficina de Rossi Fashion, pero Leonardo sentía una tensión en el aire. Sabía que el éxito de la nueva colección había provocado incomodidad en la junta, pero lo que más lo inquietaba era la falta de apoyo de Valeria. Desde hacía días, ella había dejado de ser discreta sobre sus opiniones. Su actitud había pasado de ser controlada a calculadora, y eso le generaba desconfianza.La puerta de su despacho se abrió de golpe, y allí estaba Valeria, vestida impecablemente como siempre, pero con una expresión de desprecio apenas disimulada. Cerró la puerta tras de sí y, sin saludar, fue directamente al grano.—Leonardo, tenemos que hablar —dijo en un tono cortante, plantándose frente a su escritorio.Leonardo levantó la vista de unos informes que estaba revisando, ya previendo el tipo de conversación que se avecinaba.—¿Sobre qué? —respondió, fingiendo indiferencia mientras su mano jugaba con una pluma sobre la mesa.Valeria se inclinó hacia él,