La habitación del hotel donde Valeria y Luca se encontraban era un refugio de lujo y descontrol. Entre sábanas de satén y el suave resplandor de las lámparas doradas, la atmósfera estaba cargada de un calor casi palpable. Valeria, recostada entre almohadas de seda, jugueteaba con un mechón de su cabello mientras sus ojos seguían los movimientos de Luca, que se paseaba por la habitación buscando su camisa.—No te pongas tan ansioso, Luca —dijo ella con una media sonrisa, su voz deslizándose como el terciopelo.Luca se detuvo y la miró, todavía sin camisa, su pecho brillando a la luz suave del cuarto. Aunque había disfrutado de la noche, algo en él seguía inquieto. Sabía que no podía seguir así para siempre. Su traición hacia Isabella y su juego con Valeria comenzaban a pesarle más de lo que le gustaría admitir. Y, sin embargo, estaba atrapado. La atracción que sentía hacia Valeria, tanto física como por el poder que irradiaba, era difícil de resistir.—¿Ansioso? —respondió él con una l
El día había comenzado como cualquier otro en la oficina de Rossi Fashion, pero Leonardo sentía una tensión en el aire. Sabía que el éxito de la nueva colección había provocado incomodidad en la junta, pero lo que más lo inquietaba era la falta de apoyo de Valeria. Desde hacía días, ella había dejado de ser discreta sobre sus opiniones. Su actitud había pasado de ser controlada a calculadora, y eso le generaba desconfianza.La puerta de su despacho se abrió de golpe, y allí estaba Valeria, vestida impecablemente como siempre, pero con una expresión de desprecio apenas disimulada. Cerró la puerta tras de sí y, sin saludar, fue directamente al grano.—Leonardo, tenemos que hablar —dijo en un tono cortante, plantándose frente a su escritorio.Leonardo levantó la vista de unos informes que estaba revisando, ya previendo el tipo de conversación que se avecinaba.—¿Sobre qué? —respondió, fingiendo indiferencia mientras su mano jugaba con una pluma sobre la mesa.Valeria se inclinó hacia él,
La sala de juntas en Rossi Fashion estaba sumida en un silencio tenso. Los rostros de los miembros eran una mezcla de incertidumbre y determinación, sabiendo que lo que estaba a punto de suceder cambiaría el futuro de la compañía para siempre. Leonardo permanecía afuera, en el pasillo, caminando de un lado a otro. Había recibido la notificación de que no se le permitiría asistir a la reunión debido a que el tema a tratar le concernía directamente. Esa exclusión solo alimentaba su ansiedad, una sensación de impotencia que hacía mucho tiempo no sentía.Valeria entró en la sala con una sonrisa satisfecha, como si ya supiera cuál sería el resultado de la reunión. Los miembros de la junta estaban divididos, pero ella había trabajado durante meses, manipulando sutilmente a los más influenciables y atrayendo a aquellos que buscaban un cambio en la dirección de la empresa. La propuesta de destituir a Leonardo estaba sobre la mesa, y la votación no tardaría en empezar.Mientras tanto, Leonardo
Leonardo avanzaba por los pasillos de Rossi Fashion con pasos decididos, pero su mente estaba sumida en una tormenta de emociones. La traición de Valeria, la destitución de su puesto como CEO, y la inminente pérdida de la compañía que había sido el legado de su familia le pesaban en el alma. Necesitaba ver a Isabella, contarle lo que había sucedido, buscar en ella alguna chispa de esperanza que pudieran encender juntos.Llegó a la oficina de Isabella y se detuvo en seco al verla de pie junto a su escritorio, guardando sus cosas en una caja. El ambiente estaba tenso, y la expresión de Isabella hablaba de una mezcla de indignación y resignación. La conexión entre ellos, normalmente tan palpable, ahora estaba envuelta en una nube de desánimo.—¿Qué estás haciendo? —preguntó Leonardo, su voz más tensa de lo que pretendía.Isabella levantó la vista, con el ceño fruncido. Había una frialdad inusual en sus ojos.—Luca me ha despedido —dijo con una voz firme, pero con un leve temblor que trai
Luca se encontraba sentado en el amplio sillón de cuero en el despacho que hasta hace unos días había pertenecido a Leonardo. La luz suave de la mañana se filtraba a través de los ventanales que ofrecían una vista panorámica de la ciudad de Nueva York, pero Luca apenas la notaba. Sus ojos recorrían el escritorio de madera oscura, impecable y vacío, como si estuviera esperando que algo finalmente ocurriera. El espacio irradiaba poder, un poder que ahora le pertenecía.Aunque debería sentirse eufórico, lo que sentía era una mezcla de emociones: satisfacción, sí, pero también una inquietud que no podía definir del todo. Había deseado este puesto durante tanto tiempo, siempre a la sombra de Leonardo, siempre relegado a un papel secundario, pero ahora que estaba aquí, algo se sentía diferente. La victoria, tan ansiada, tenía un sabor amargo, en parte por las artimañas que había empleado para conseguirla. Traicionar a Isabella y al mismo Leonardo había sido un precio alto a pagar, pero Vale
El avión aterrizó suavemente en el aeropuerto de Berlín, y la ciudad se desplegó ante los ojos de Leonardo e Isabella como un escenario vibrante de creatividad y moda. A pesar de la tensión de los últimos días, había un aire de esperanza que los acompañaba mientras descendían del avión. Isabella observó a Leonardo, quien, aunque visiblemente cansado, tenía esa chispa de determinación en los ojos que ella conocía tan bien.—Bienvenida a Berlín, Isabella —dijo él con una sonrisa—. Vamos a hacer historia.Isabella sonrió, aunque el nerviosismo le retorcía el estómago. Sabía que este evento era crucial, no solo para ella, sino para el futuro de Rossi Fashion. Habían trabajado sin descanso durante las últimas semanas para crear una presentación que deslumbrara a la audiencia y a la crítica. Sabían que si el desfile era un éxito, las ventas repuntarían aún más y, con suerte, lograrían salvar la empresa del precipicio financiero.Al salir del aeropuerto, un coche los esperaba para llevarlos
El caos se apoderó de la sala de conferencias del hotel mientras Leonardo, Isabella y el equipo de producción discutían frenéticamente sus opciones. La realidad era devastadora: no había forma de traer la ropa desde París a tiempo para el desfile. Los intentos de contactar con la empresa de logística habían resultado inútiles, y no existía la posibilidad de fabricar nuevas prendas en las pocas horas que les quedaban.—Esto es un desastre —dijo Leonardo, frotándose la frente con una mano mientras miraba a Isabella con desesperación—. Si cancelamos, la prensa nos destrozará. Y si hacemos un desfile vacío, perderemos toda credibilidad.Isabella se mordía el labio, su mente trabajando a toda velocidad. Se negó a aceptar la derrota; no después de todo lo que habían trabajado. En un momento de inspiración, su mirada se fijó en Leonardo, y una idea loca y desesperada se formó en su cabeza.—Espera un momento —dijo de repente, su voz cortando el aire tenso de la habitación.—¿Qué? —Leonardo l
El eco de la música resonaba por los pasillos del lujoso hotel en Berlín, mientras la suite de Leonardo Rossi se convertía en el epicentro de una celebración desenfrenada. El desfile había sido un éxito rotundo, y las redes sociales explotaban con alabanzas a la audaz presentación de la nueva línea de Rossi. Los titulares se multiplicaban, anunciando que las colecciones se estaban agotando en las tiendas, colgando el cartel de "vendido" en cuestión de horas.Dentro de la suite, el ambiente era eléctrico. Las risas y los gritos de alegría llenaban la sala, mientras el equipo de Rossi Fashion, unido por el logro, celebraba con euforia. Las copas de champán brillaban bajo las luces, y la música, pulsante y vibrante, parecía reflejar la emoción del momento.—¡Por el equipo más increíble que haya existido! —exclamó Leonardo, levantando su copa en alto. Su rostro estaba iluminado por una sonrisa genuina, su habitual compostura abandonada en favor de una euforia inusual.—¡Por Rossi Fashion!