El avión aterrizó suavemente en el aeropuerto de Berlín, y la ciudad se desplegó ante los ojos de Leonardo e Isabella como un escenario vibrante de creatividad y moda. A pesar de la tensión de los últimos días, había un aire de esperanza que los acompañaba mientras descendían del avión. Isabella observó a Leonardo, quien, aunque visiblemente cansado, tenía esa chispa de determinación en los ojos que ella conocía tan bien.—Bienvenida a Berlín, Isabella —dijo él con una sonrisa—. Vamos a hacer historia.Isabella sonrió, aunque el nerviosismo le retorcía el estómago. Sabía que este evento era crucial, no solo para ella, sino para el futuro de Rossi Fashion. Habían trabajado sin descanso durante las últimas semanas para crear una presentación que deslumbrara a la audiencia y a la crítica. Sabían que si el desfile era un éxito, las ventas repuntarían aún más y, con suerte, lograrían salvar la empresa del precipicio financiero.Al salir del aeropuerto, un coche los esperaba para llevarlos
El caos se apoderó de la sala de conferencias del hotel mientras Leonardo, Isabella y el equipo de producción discutían frenéticamente sus opciones. La realidad era devastadora: no había forma de traer la ropa desde París a tiempo para el desfile. Los intentos de contactar con la empresa de logística habían resultado inútiles, y no existía la posibilidad de fabricar nuevas prendas en las pocas horas que les quedaban.—Esto es un desastre —dijo Leonardo, frotándose la frente con una mano mientras miraba a Isabella con desesperación—. Si cancelamos, la prensa nos destrozará. Y si hacemos un desfile vacío, perderemos toda credibilidad.Isabella se mordía el labio, su mente trabajando a toda velocidad. Se negó a aceptar la derrota; no después de todo lo que habían trabajado. En un momento de inspiración, su mirada se fijó en Leonardo, y una idea loca y desesperada se formó en su cabeza.—Espera un momento —dijo de repente, su voz cortando el aire tenso de la habitación.—¿Qué? —Leonardo l
El eco de la música resonaba por los pasillos del lujoso hotel en Berlín, mientras la suite de Leonardo Rossi se convertía en el epicentro de una celebración desenfrenada. El desfile había sido un éxito rotundo, y las redes sociales explotaban con alabanzas a la audaz presentación de la nueva línea de Rossi. Los titulares se multiplicaban, anunciando que las colecciones se estaban agotando en las tiendas, colgando el cartel de "vendido" en cuestión de horas.Dentro de la suite, el ambiente era eléctrico. Las risas y los gritos de alegría llenaban la sala, mientras el equipo de Rossi Fashion, unido por el logro, celebraba con euforia. Las copas de champán brillaban bajo las luces, y la música, pulsante y vibrante, parecía reflejar la emoción del momento.—¡Por el equipo más increíble que haya existido! —exclamó Leonardo, levantando su copa en alto. Su rostro estaba iluminado por una sonrisa genuina, su habitual compostura abandonada en favor de una euforia inusual.—¡Por Rossi Fashion!
La suave luz del amanecer apenas se filtraba a través de las gruesas cortinas de la habitación de hotel, envolviendo el lujoso espacio en una penumbra dorada. El aire aún estaba cargado de la intensidad de la noche anterior. Sobre la cama deshecha, Luca y Valeria reposaban, con el silencio compartido de quienes han encontrado en el otro un refugio temporal de sus propias tormentas internas.Valeria, envuelta en una fina sábana de seda, se estiró perezosamente antes de coger su móvil de la mesilla de noche. El brillo de la pantalla iluminó su rostro mientras leía los mensajes con el ceño fruncido. La colección de Leonardo estaba despegando de una forma que no había previsto, y las cifras no mentían: si aquello seguía así, Rossi Fashion tendría el suficiente flujo de caja para cancelar la deuda en poco tiempo. Un giro que pondría fin a su control sobre la empresa... y, con ello, a todo su plan de venganza.Luca, medio adormilado, se giró hacia ella, notando la tensión que de repente lle
El aire de París tenía una energía vibrante, distinta a la de Berlín, más intensa y cargada de historia. Isabella y Leonardo habían llegado al corazón de la moda, conscientes de que esta podría ser su última gran oportunidad para salvar Rossi Fashion. Aunque Berlín había sido un éxito, no tenían acceso a las cuentas de la compañía y, sin esa información no podían saber si las ventas habían sido suficientes para salvar la situación. Pero Leonardo no estaba dispuesto a dejar nada al azar.—Tengo una idea —dijo Leonardo mientras miraban los preparativos del desfile en un lujoso salón parisino—. Algo que podría darnos el empuje necesario.Isabella lo miró, intrigada. Conocía esa chispa en sus ojos, una mezcla de audacia y determinación que siempre la había cautivado. No preguntó qué era lo que tenía en mente; confiaba en que él, como siempre, tenía un plan.El desfile se desarrolló sin contratiempos. Esta vez, las cajas con los vestidos habían llegado a tiempo. Los trajes de ensueño, conf
Luca se encontraba solo en su nuevo despacho, la habitación en penumbras, iluminada únicamente por el resplandor tenue de la ciudad de Nueva York a través de las enormes ventanas. Desde su ascenso como nuevo CEO de Rossi Fashion, debería sentirse en la cima del mundo, pero en ese preciso momento, la confusión nublaba cada uno de sus pensamientos.El peso de lo que Valeria le había pedido aún recaía sobre sus hombros. Desviar dinero a cuentas opacas en las Islas Caimán... Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, una de la que probablemente no habría vuelta atrás. El dilema moral lo carcomía por dentro. ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar por mantenerse en el poder y, sobre todo, por mantener a Valeria a su lado?El anillo que sostenía entre sus dedos brillaba bajo la luz suave que entraba por la ventana. Lo había comprado hacía unos días, decidido a seguir el juego de Valeria, aunque ahora no sabía si ese juego lo estaba controlando a él.Su mente volvía una y otra vez a las m
De vuelta en Nueva York, Leonardo apenas había tenido tiempo de deshacer su maleta. El frenesí de su exitoso periplo por Europa seguía en su mente, pero había algo mucho más urgente que atender: la deuda que aún pendía sobre Rossi Fashion y la inminente amenaza que Valeria representaba. El triunfo de Berlín y París lo había elevado momentáneamente, pero ahora era el momento de mover las piezas en su favor.Con paso decidido, llegó a la imponente casa de Fabriccio, uno de los miembros más veteranos y respetados de la junta. El hombre, de cabello canoso y porte distinguido, lo recibió con una sonrisa franca. A pesar de la situación, siempre había sentido simpatía por Leonardo y la admiración mutua que compartían les había permitido una relación de confianza, aunque en la política interna de Rossi Fashion, los favores no eran gratuitos.—Leonardo, amigo mío. —La voz de Fabriccio resonó cálida mientras lo hacía pasar a su elegante salón, decorado con antigüedades y retratos familiares que
La sala de juntas de Rossi Fashion estaba llena. Todos los miembros de la junta se encontraban sentados alrededor de la larga mesa de madera oscura, expectantes por lo que sería una reunión crucial para el futuro de la compañía. Leonardo, vestido impecablemente con un traje azul marino, estaba preparado para la confrontación. Había llegado el momento de mostrarles los resultados de sus esfuerzos en Europa, de enseñarles cómo Rossi podía volver a la cima y, más importante aún, cómo podrían cancelar la deuda con Massimo. Con Isabella a su lado, ambos irradiaban una confianza contenida. Sabían que tenían que ser precisos y persuasivos, pero también eran conscientes de que Valeria y Luca harían todo lo posible por destruirlos. Leonardo comenzó con una presentación nítida, proyectando gráficos y cifras en la pantalla gigante detrás de él. Explicó cómo la colección de grandes almacenes había impulsado las ventas de Rossi y cómo los recientes desfiles en Berlín y París no solo habían eleva