Leonardo caminaba nervioso por su despacho, con la mirada perdida en la ventana que daba al bullicioso centro de la ciudad. El peso de la conversación con Isabella seguía en su mente, revoloteando como una tormenta sin cesar. Sabía que ella tenía una solución, pero ¿qué podía ser lo suficientemente drástico para salvar Rossi Fashion y, al mismo tiempo, no comprometer el prestigio de la marca?El sonido suave de unos nudillos en la puerta interrumpió sus pensamientos.—Adelante —dijo, aunque su voz sonaba ausente.Isabella entró, su expresión resuelta pero cargada con la tensión de la situación. Traía consigo unos documentos que había estado preparando desde el día anterior, con una idea que sabía que Leonardo podría rechazar de inmediato. Pero no tenía otra opción; debía intentarlo.—Leonardo —comenzó con calma, avanzando hasta quedar frente a él—. Sé que la situación es desesperada, pero quiero que escuches mi propuesta antes de que digas nada.Él se giró hacia ella, observándola con
Isabella se levantó temprano esa mañana, con el pensamiento fijo en la nueva línea que estaba creando. Sabía que sería un reto para muchos en Rossi Fashion aceptar un cambio tan drástico, pero estaba decidida a que funcionara. El legado de la marca estaba en juego, y también su relación con Leonardo. Esta colaboración con los grandes almacenes representaba más que solo ropa; era su forma de salvar la empresa y liberarse de las sombras que pesaban sobre ambos.Entró en la oficina con paso firme, llevando su carpeta llena de ideas y bocetos bajo el brazo. Algunos de los empleados la observaron de reojo mientras caminaba hacia su espacio de trabajo. Isabella había sentido las tensiones aumentar desde que el rumor de la nueva línea se había extendido. Algunos diseñadores de la vieja guardia no estaban contentos con la idea de llevar la imagen de Rossi a las masas, y las miradas escépticas eran cada vez más frecuentes.Durante los días siguientes, Isabella se sumergió en su trabajo, revisa
Luca caminaba por las calles de la ciudad en dirección al hotel de Valeria, con las manos en los bolsillos y el corazón latiendo más rápido de lo normal. La noche era fresca, pero su mente estaba en ebullición. Aún sentía el peso de la traición que había cometido, borrando los archivos de Isabella y robando sus bocetos. Mientras más se acercaba al hotel, más se debatía en su interior. ¿Había ido demasiado lejos?Sin embargo, cada vez que la duda lo atormentaba, la imagen de Valeria volvía a su mente, con su risa seductora y su piel perfumada. Era una mujer fascinante, una combinación de poder, belleza y astucia. Para Luca, pasar tiempo con alguien como ella, disfrutar de su compañía, parecía un precio justo a pagar por todo lo que había hecho. ¿Qué importaba si Isabella y Leonardo sufrían un revés? Él estaba harto de estar a la sombra, y Valeria le ofrecía la posibilidad de ser alguien importante. No sólo en la empresa, sino también en su vida.Llegó al hotel, un lujoso edificio de fa
Isabella ajustó las correas de su bolso de cuero y respiró hondo. El edificio se erguía ante ella como un monolito de cristal, reflejando el cielo gris de la ciudad en una danza infinita de luces y sombras. Nueva York era un organismo palpitante, una sinfonía de bocinas, pasos apresurados y conversaciones en mil idiomas. Y en el corazón de esta jungla urbana, se encontraba Rossi Fashion, su nueva esperanza.Había dejado atrás una pequeña ciudad y una vida que, aunque cómoda, se había vuelto monótona. Aquí, en la gran ciudad, sentía que podría desplegar sus alas y dar rienda suelta a su creatividad. Con su portafolio bajo el brazo, entró en el elegante vestíbulo y se dirigió a recepción.El vestíbulo de Rossi Fashion era una oda al lujo minimalista. Paredes de mármol blanco, muebles de líneas rectas y esculturas abstractas creaban una atmósfera a la vez imponente y serena. El aire estaba perfumado con una sutil esencia cítrica que estimulaba los sentidos. Isabella entregó su currículum
Isabella se detuvo un momento antes de girar la manija de la puerta de su nuevo despacho. Su respiración se aceleró ligeramente, una mezcla de anticipación y un leve temor se arremolinaban en su pecho. Cuando finalmente se atrevió a entrar, la sensación de vértigo fue casi abrumadora. La oficina era más grande de lo que había imaginado, con techos altos que acentuaban la amplitud del espacio. Los grandes ventanales que cubrían una de las paredes dejaban entrar una luz natural que inundaba la sala, ofreciendo una vista ininterrumpida y majestuosa de la ciudad que se extendía a sus pies. El bullicio urbano parecía lejano, como si estuviera contemplando una pintura en movimiento desde la cima de un mundo separado.El escritorio que ocupaba el centro del despacho era una obra de arte en sí mismo, una pieza minimalista de líneas rectas y materiales nobles que transmitían tanto poder como elegancia. La madera oscura, perfectamente pulida, contrastaba con el frío metal de las patas y los det
"Isabella, tengo un proyecto muy especial para ti", dijo Leonardo finalmente, sin apartar la vista de la ventana. Su voz era suave, pero con una firmeza que no admitía dudas. "Quiero que diseñes una colección inspirada en la naturaleza. Algo fresco, vibrante y lleno de vida". Isabella sintió que su pulso se aceleraba de nuevo, pero esta vez la emoción desplazó cualquier rastro de duda.Este era el tipo de proyecto con el que siempre había soñado, una oportunidad para mostrar su verdadera visión y talento. "Me encantaría, señor Rossi", respondió, tratando de mantener la compostura, aunque la emoción se filtraba en su voz.Leonardo se volvió lentamente hacia ella, y por primera vez desde que lo conoció, vio en su rostro una sonrisa genuina, un destello de confianza que la llenó de determinación. "Estoy seguro de que no me decepcionarás", dijo con una certeza que hizo que Isabella se sintiera más fuerte, más segura de lo que había estado en mucho tiempo.Isabella salió de la oficina de L
La semana de la moda se aproximaba con una velocidad implacable, y la atmósfera en Rossi Fashion se impregnaba de una mezcla de excitación y tensión palpable. Isabella estaba inmersa en su trabajo, cada vez más absorbida por la creación de su colección inspirada en la naturaleza. Los días pasaban como un torbellino de bocetos, telas y decisiones cruciales. A medida que el proyecto avanzaba, Isabella se sentía más conectada con su visión, su pasión alimentada por la libertad creativa que Leonardo le había concedido. Pero con cada paso adelante, la presión aumentaba, como una sombra que se alargaba con el tiempo.Leonardo observaba su progreso desde la distancia, sus visitas a la sala de diseño se habían vuelto más frecuentes. Con cada revisión, su rostro permanecía inmutable, pero sus palabras eran alentadoras. “Sigue explorando, Isabella”, le decía, y esas palabras se convertían en el combustible que ella necesitaba para seguir adelante. Era como si él viera algo en su trabajo que ell
La relación profesional entre Isabella y Leonardo había florecido desde su primer encuentro, pero en las últimas semanas, Isabella había empezado a percibir algo más en sus interacciones. Había una tensión sutil, una corriente apenas perceptible que corría entre ellos, especialmente en los momentos de silencio, cuando las palabras no eran necesarias y las miradas lo decían todo. Isabella se encontraba pensando en Leonardo más de lo que consideraba prudente, y aunque intentaba mantener su enfoque en la colección, había algo en su presencia que la perturbaba de una manera que no había experimentado antes.Una tarde, mientras trabajaba en un diseño, Isabella recibió un mensaje inesperado de Leonardo. Le pedía que lo acompañara a un lugar especial después de la jornada laboral. La invitación, tan sencilla en su forma, contenía un trasfondo de intimidad que hizo que el corazón de Isabella latiera un poco más rápido de lo habitual. Aceptó sin dudar, con una mezcla de curiosidad y un deseo l