El aire en la oficina de Rossi Fashion comenzaba a sentirse más ligero. Después de semanas de tensión acumulada, algo parecía haber cambiado. Isabella se había refugiado en su trabajo, volcando toda su energía creativa en los proyectos que tenía delante. El éxito de la gala MET había revitalizado su confianza, y aunque su relación con Leonardo seguía siendo complicada, ambos habían empezado a encontrar un nuevo equilibrio.Esa mañana, mientras Isabella revisaba los bocetos de su última colección, recibió un mensaje en su teléfono. Era de Leonardo. “Ven a mi despacho cuando tengas un momento”. Sintió un leve nerviosismo al leerlo, pero también una extraña calma. Algo en su relación había mejorado, como si el aire estuviera más despejado entre ellos.Cuando llegó al despacho de Leonardo, él la esperaba con una taza de café y una sonrisa serena. La invitó a sentarse, y sin rodeos, fue directo al grano."Isabella, he estado pensando mucho sobre la nueva temporada," dijo, apoyando los codo
Leonardo observaba el teléfono con la mandíbula tensa. La llamada que acababa de recibir había sido inesperada y había traído consigo una preocupación que no esperaba. Cerró los ojos por un instante, exhalando lentamente antes de levantarse de su silla. Isabella aún se encontraba revisando los bocetos que había traído consigo, inmersa en su trabajo, sin darse cuenta de la perturbación que la llamada había causado.—Tengo que irme un momento, Isabella —dijo Leonardo, levantándose rápidamente. Su tono era más brusco de lo habitual, lo que hizo que Isabella lo mirara con curiosidad.—¿Pasa algo? —preguntó ella, entrelazando las manos sobre su cuaderno.Leonardo negó con la cabeza, aunque su gesto era demasiado forzado para pasar desapercibido. —No es nada importante. Solo un asunto familiar. Vuelvo pronto.Salió del despacho con una rapidez que no era propia de él, cerrando la puerta con un suave clic. Isabella lo siguió con la mirada, sintiendo que algo en el aire había cambiado de mane
Leonardo caminaba de un lado a otro en su despacho, su rostro tenso y las manos enterradas en el cabello. Hacía semanas que el peso del compromiso con Valeria y la amenaza de perder Rossi Fashion le robaban el sueño. La revelación de su madre sobre la deuda que su familia tenía con Massimo Grimaldi se había convertido en una prisión invisible que lo oprimía, cerrándole todas las puertas.El día había comenzado con llamadas. Había hablado con todos los contactos que tenía en la industria: viejos amigos de su padre, inversores, bancos. Pero en cada conversación, la respuesta había sido la misma. Nadie estaba dispuesto a prestarle una cantidad tan grande de dinero en tan poco tiempo.Leonardo se desplomó en su silla, mirando la pantalla de su computadora con los ojos enrojecidos por la falta de descanso. Los números no mentían: si no conseguía una solución pronto, la empresa que su familia había levantado con tanto esfuerzo y sacrificio sería devorada por las garras de los Grimaldi.Cada
Leonardo caminaba nervioso por su despacho, con la mirada perdida en la ventana que daba al bullicioso centro de la ciudad. El peso de la conversación con Isabella seguía en su mente, revoloteando como una tormenta sin cesar. Sabía que ella tenía una solución, pero ¿qué podía ser lo suficientemente drástico para salvar Rossi Fashion y, al mismo tiempo, no comprometer el prestigio de la marca?El sonido suave de unos nudillos en la puerta interrumpió sus pensamientos.—Adelante —dijo, aunque su voz sonaba ausente.Isabella entró, su expresión resuelta pero cargada con la tensión de la situación. Traía consigo unos documentos que había estado preparando desde el día anterior, con una idea que sabía que Leonardo podría rechazar de inmediato. Pero no tenía otra opción; debía intentarlo.—Leonardo —comenzó con calma, avanzando hasta quedar frente a él—. Sé que la situación es desesperada, pero quiero que escuches mi propuesta antes de que digas nada.Él se giró hacia ella, observándola con
Isabella se levantó temprano esa mañana, con el pensamiento fijo en la nueva línea que estaba creando. Sabía que sería un reto para muchos en Rossi Fashion aceptar un cambio tan drástico, pero estaba decidida a que funcionara. El legado de la marca estaba en juego, y también su relación con Leonardo. Esta colaboración con los grandes almacenes representaba más que solo ropa; era su forma de salvar la empresa y liberarse de las sombras que pesaban sobre ambos.Entró en la oficina con paso firme, llevando su carpeta llena de ideas y bocetos bajo el brazo. Algunos de los empleados la observaron de reojo mientras caminaba hacia su espacio de trabajo. Isabella había sentido las tensiones aumentar desde que el rumor de la nueva línea se había extendido. Algunos diseñadores de la vieja guardia no estaban contentos con la idea de llevar la imagen de Rossi a las masas, y las miradas escépticas eran cada vez más frecuentes.Durante los días siguientes, Isabella se sumergió en su trabajo, revisa
Isabella ajustó las correas de su bolso de cuero y respiró hondo. El edificio se erguía ante ella como un monolito de cristal, reflejando el cielo gris de la ciudad en una danza infinita de luces y sombras. Nueva York era un organismo palpitante, una sinfonía de bocinas, pasos apresurados y conversaciones en mil idiomas. Y en el corazón de esta jungla urbana, se encontraba Rossi Fashion, su nueva esperanza.Había dejado atrás una pequeña ciudad y una vida que, aunque cómoda, se había vuelto monótona. Aquí, en la gran ciudad, sentía que podría desplegar sus alas y dar rienda suelta a su creatividad. Con su portafolio bajo el brazo, entró en el elegante vestíbulo y se dirigió a recepción.El vestíbulo de Rossi Fashion era una oda al lujo minimalista. Paredes de mármol blanco, muebles de líneas rectas y esculturas abstractas creaban una atmósfera a la vez imponente y serena. El aire estaba perfumado con una sutil esencia cítrica que estimulaba los sentidos. Isabella entregó su currículum
Isabella se detuvo un momento antes de girar la manija de la puerta de su nuevo despacho. Su respiración se aceleró ligeramente, una mezcla de anticipación y un leve temor se arremolinaban en su pecho. Cuando finalmente se atrevió a entrar, la sensación de vértigo fue casi abrumadora. La oficina era más grande de lo que había imaginado, con techos altos que acentuaban la amplitud del espacio. Los grandes ventanales que cubrían una de las paredes dejaban entrar una luz natural que inundaba la sala, ofreciendo una vista ininterrumpida y majestuosa de la ciudad que se extendía a sus pies. El bullicio urbano parecía lejano, como si estuviera contemplando una pintura en movimiento desde la cima de un mundo separado.El escritorio que ocupaba el centro del despacho era una obra de arte en sí mismo, una pieza minimalista de líneas rectas y materiales nobles que transmitían tanto poder como elegancia. La madera oscura, perfectamente pulida, contrastaba con el frío metal de las patas y los det
"Isabella, tengo un proyecto muy especial para ti", dijo Leonardo finalmente, sin apartar la vista de la ventana. Su voz era suave, pero con una firmeza que no admitía dudas. "Quiero que diseñes una colección inspirada en la naturaleza. Algo fresco, vibrante y lleno de vida". Isabella sintió que su pulso se aceleraba de nuevo, pero esta vez la emoción desplazó cualquier rastro de duda.Este era el tipo de proyecto con el que siempre había soñado, una oportunidad para mostrar su verdadera visión y talento. "Me encantaría, señor Rossi", respondió, tratando de mantener la compostura, aunque la emoción se filtraba en su voz.Leonardo se volvió lentamente hacia ella, y por primera vez desde que lo conoció, vio en su rostro una sonrisa genuina, un destello de confianza que la llenó de determinación. "Estoy seguro de que no me decepcionarás", dijo con una certeza que hizo que Isabella se sintiera más fuerte, más segura de lo que había estado en mucho tiempo.Isabella salió de la oficina de L