La mañana era como cualquier otra en Rossi Fashion. Isabella había llegado temprano, inmersa en sus proyectos y en la renovada decisión de mantener la cabeza fría y enfocarse en su carrera. Sin embargo, a mitad de la jornada, una notificación iluminó la pantalla de su móvil: un mensaje de Olivia, la asistente de Leonardo."Leonardo quiere verte en su despacho. ¿Puedes venir ahora?"El corazón de Isabella dio un vuelco. Hacía días que no intercambiaba más que palabras formales con Leonardo. Había evitado las confrontaciones, y aunque el ambiente entre ellos no era abiertamente hostil, la tensión aún era palpable. Respiró hondo, recogió su libreta y se dirigió al despacho.Cuando entró, la luz natural inundaba el espacio a través de los grandes ventanales, y Leonardo estaba sentado detrás de su escritorio, observándola con una expresión que no era fácil de leer. Parecía nervioso, algo que no era habitual en él. Isabella cerró la puerta tras de sí, esperando a que hablara."Gracias por v
Luca se encontraba en su escritorio, observando la pantalla de su ordenador con una concentración forzada. Las palabras y los números que desfilaban frente a él parecían carecer de sentido, como si estuviera leyendo un idioma desconocido. Su mente, en lugar de estar enfocada en los proyectos del día, estaba atrapada en un torbellino de pensamientos y emociones que no conseguía controlar.La conversación con Isabella seguía rondando en su cabeza. Había intentado mostrarse comprensivo cuando ella lo rechazó, entendiendo que sus sentimientos eran complicados, pero no podía evitar el doloroso pinchazo de la decepción y la herida en su orgullo. Y ahora, con la noticia del proyecto para la gala MET, un sentimiento más oscuro se sumaba a la mezcla: celos.Mientras intentaba concentrarse, escuchó una conversación cercana que atrajo su atención. Clara, una de las diseñadoras junior, charlaba con Marco, un estilista que había trabajado en Rossi Fashion durante años."¿Te enteraste del nuevo pro
La oficina de Rossi Fashion bullía de entusiasmo. Todos los empleados habían decidido quedarse un poco más esa noche, ansiosos por ver el gran debut del vestido de Isabella en la gala MET. Los monitores de las computadoras estaban encendidos, mostrando las transmisiones en vivo de las celebridades desfilando por la alfombra roja. Aunque la mayoría de los diseñadores de la compañía estaban acostumbrados al glamour del mundo de la moda, había algo especial en esta ocasión. Isabella había logrado algo monumental, y todos querían ser testigos de su éxito.Isabella, sentada en su escritorio, sentía cómo su corazón latía más rápido a medida que se acercaba el momento de ver a la famosa cantante —una de las más grandes estrellas del pop— luciendo su creación. Trató de mantener la compostura, pero sus manos temblaban ligeramente al revisar las redes sociales, donde ya comenzaban a aparecer especulaciones sobre su diseño. Aunque había trabajado en varios proyectos importantes antes, ninguno ha
Leonardo estaba sentado detrás de su enorme escritorio de madera, absorto en la pantalla de su computadora, revisando los detalles de un nuevo proyecto. Sus pensamientos, sin embargo, estaban lejos de concentrarse en el trabajo. Desde la gala MET, no había podido dejar de pensar en el beso con Isabella, en las emociones que lo habían consumido, y en la complicada situación en la que se encontraba. Las cosas con Valeria, su prometida —al menos en papel—, eran cada vez más tensas y difíciles de manejar.El sonido de la puerta abriéndose abruptamente lo sacó de su ensimismamiento. Valeria entró sin pedir permiso, como si fuera dueña del lugar, con su andar seguro y una mirada que dejaba claro que no estaba allí para charlar amistosamente."Leonardo, tenemos que hablar", dijo ella, su voz firme pero con una pizca de impaciencia. Se acomodó en una de las sillas frente a él, cruzando las piernas de manera ostentosa, consciente de que tenía toda su atención.Leonardo se recostó en su silla,
El sonido rítmico de las teclas llenaba la oficina mientras Luca intentaba concentrarse en su trabajo. La última semana había sido una espiral de emociones contenidas y pensamientos que no lo dejaban en paz. Desde la gala MET, algo había cambiado en él. No tanto por el evento en sí, ni siquiera por las celebraciones posteriores, sino por lo que había presenciado accidentalmente aquella noche.Luca cerró los ojos un instante, recordando el momento en que había salido al pasillo para buscar algo de café y vio, a través de la puerta entreabierta del despacho de Leonardo, a Isabella y a él besándose. La imagen le quemaba en la memoria. Su corazón se había detenido por un instante al verlos juntos, tan cercanos, con una intimidad que él mismo había anhelado. Se había quedado congelado, sin saber si irse o quedarse, pero al final había dado media vuelta, alejándose con una sensación de traición que lo devoraba.No era solo el beso, era todo lo que representaba. Isabella, la mujer que le hab
Luca salió del bar con la mente enmarañada, cada paso resonando en la acera como un eco de las palabras que Valeria le había dicho. El frío de la noche apenas lograba despejar la nube de pensamientos que lo envolvía. Se repetía una y otra vez que lo que Valeria había insinuado era una mala idea, que ir a su hotel no le traería nada bueno, pero había algo que lo empujaba en esa dirección, algo que no lograba resistir.Una mezcla de despecho y curiosidad lo carcomía por dentro. Sabía que Isabella estaba fuera de su alcance, y el beso en la gala MET con Leonardo era la prueba definitiva de que, por mucho que ella negara su relación con él, seguía habiendo algo entre ellos. Y ahora, Valeria, la prometida de Leonardo, una mujer que aparentemente estaba tan atrapada como él, le había abierto una puerta.Luca dudaba. Sabía que aceptar el ofrecimiento de Valeria significaría cruzar una línea de la que no habría retorno. Era consciente de que Valeria estaba utilizando el mismo despecho que él
La luz del amanecer se filtraba débilmente a través de las gruesas cortinas de la suite del hotel, bañando la habitación en un resplandor tenue. Luca abrió los ojos lentamente, parpadeando mientras su mente intentaba procesar dónde estaba. El peso de los eventos de la noche anterior cayó sobre él como una losa. A su lado, Valeria seguía durmiendo, envuelta en las sábanas de seda, su respiración tranquila y uniforme.Por un momento, Luca se quedó inmóvil, mirando al techo y sintiendo una mezcla de arrepentimiento y confusión. Sabía que había cruzado una línea, una que no podría deshacer. Valeria y él compartían una conexión, no por amor ni por deseo, sino por algo mucho más oscuro: la frustración y el resentimiento. Era como si ambos se hubieran encontrado en ese punto, en sus momentos más bajos, buscando venganza en lugar de consuelo.Valeria se movió a su lado, abriendo los ojos lentamente. Al darse cuenta de que Luca ya estaba despierto, lo miró con una expresión que no tenía rastro
El aire en la oficina de Rossi Fashion comenzaba a sentirse más ligero. Después de semanas de tensión acumulada, algo parecía haber cambiado. Isabella se había refugiado en su trabajo, volcando toda su energía creativa en los proyectos que tenía delante. El éxito de la gala MET había revitalizado su confianza, y aunque su relación con Leonardo seguía siendo complicada, ambos habían empezado a encontrar un nuevo equilibrio.Esa mañana, mientras Isabella revisaba los bocetos de su última colección, recibió un mensaje en su teléfono. Era de Leonardo. “Ven a mi despacho cuando tengas un momento”. Sintió un leve nerviosismo al leerlo, pero también una extraña calma. Algo en su relación había mejorado, como si el aire estuviera más despejado entre ellos.Cuando llegó al despacho de Leonardo, él la esperaba con una taza de café y una sonrisa serena. La invitó a sentarse, y sin rodeos, fue directo al grano."Isabella, he estado pensando mucho sobre la nueva temporada," dijo, apoyando los codo