Capítulo 686
Juan no se inmutó. Se acercó al escritorio de Lorena y de repente extendió la mano. Lorena se sobresaltó y se levantó bruscamente, retrocediendo un paso. Sobre la mesa, un pequeño perro giró sobre sí mismo, soltando un par de ladridos lastimeros antes de sentarse, esperando que Lorena lo recogiera.

—¡Rico! —exclamó Lorena sorprendida.

Rico ladró de nuevo, mirándola con ojos llorosos. Hacía mucho que no la veía y estaba lleno de resentimiento. Lorena lo tomó en brazos y comenzó a acariciarlo. Rico, finalmente contento, sacó la lengua y movió la cola, negándose a bajar de sus brazos.

Juan observó cómo la patita del perro descansaba en el pecho de Lorena, su expresión oscureciéndose cada vez más.

—Bájalo. No vaya a ser que te orine encima.

Lorena le lanzó una mirada reprobatoria.

—¡Nuestro Rico es un chico educado! No hace sus necesidades donde no debe.

Rico, al escuchar el elogio, movió la cola con más fuerza. Juan respiró hondo, lamentando haber traído al perro. Con tantos trámites y mo
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