Elena, resoplando de frustración, intentó levantar a Lorena nuevamente.Omar, divertido y serio a la vez, le dijo:—¿Qué haces vestida así?—Estoy ganando un dinero extra, ¿vale? —respondió Elena, sin paciencia—. No tengo tiempo para tus preguntas.Al darse cuenta de la gravedad de la situación, Omar se volvió más serio:—¿De verdad crees que puedes salir así? ¿Qué está pasando?—¡Lorena ha sido engañada! —exclamó Elena, con la mandíbula apretada—. Si no fuera por mí, en 15 minutos todos estarían riéndose de ella.Omar, poco a poco, comenzó a darse cuenta de algo. Apretó los labios, su rostro se oscureció y, de un movimiento rápido, levantó a la persona que estaba sobre Elena, cargándola sobre su hombro.Elena, aún inclinada, no entendía lo que pasaba y seguía arreglando la falda de Lorena.—Voy a llamar a alguien para que las recojan.—No hace falta, yo misma los contactaré —respiraba Elena con dificultad.Ahora mismo, no confiaba en nadie.Elena llamó al asistente de Juan.Juan había
Elena dejó que su sonrisa se desvaneciera, revelando una expresión fría.—Sara, esa maldita...—¡No hables en voz alta, cuidado que alguien te oiga! —Juan miró a su alrededor, preocupado de que ella estuviera hablando demasiado alto y llamara la atención.Elena, enojada, bajó la voz y le contó lo sucedido. El rostro de Juan se oscureció aún más.—¡Esa desgraciada!Elena lo miró, mordiendo sus palabras, y luego le explicó su plan.—La venganza se sirve caliente, no podemos dejar que esto se enfríe. No querrás que cuando Lorena despierte, solo escuche «me vengaré por ti», ¿verdad? —Elena sabía cómo manejar a los hombres, así que lo provocó directamente.Los ojos de Juan se oscurecieron, reflejando una frialdad profunda.—Entendido, me encargaré del resto.Elena había iniciado el plan, y ahora era su turno de completarlo. Elena se mostró satisfecha con la respuesta. Recuperó su postura de camarera respetuosa, recogió el vaso medio vacío de Juan y se dio la vuelta para marcharse.Juan miró
—Ahora, ven inmediatamente al Hotel Hilton para la cena. —La voz del hombre era baja y fría, carente de emoción.Lorena Suárez se alegró cuando recibió la llamada de su esposo, Juan López.Respondió: —Estoy en el hospital para que me hagan una prueba de embarazo... —Sin embargo, el hombre colgó antes de que pudiera terminar la frase.Juan llevaba más de dos meses de viaje de negocios y era la primera vez que tomaba la iniciativa de llamarla. Aunque su actitud era tan indiferente como siempre, Lorena ya estaba bastante contenta, porque él todavía recordaba que hoy era su tercer aniversario de boda y seguramente quería darle una sorpresa en la cena.Al pensarlo, su rostro originalmente macilento se enrojeció. Con mucha alegría salió del hospital con el informe de prueba.¡Qué casualidad! Ella también quería informar a su marido de esa buena noticia. Hoy las buenas cosas vinieron en pares.En cuanto ella bajó del coche, estaba rodeado de la gente. Innumerables periodistas se agolparon a s
A pesar de la actitud indiferente de Juan, se alegró mucho y decidió dedicarse a la familia ignorando la ironía, la humillación, el aislamiento y el chisme de los demás durante los tres años. La maltrataban porque creían que era natural que la echaran de casa.Sin embargo, ella misma estaba segura de que no se arrepentiría de casarse con él. Además, estaba convencida de que sería una esposa cualificada y que su marido la trataría bien y se enamoraría de ella.No obstante, en este momento, era como si su confianza y determinación se pudieran destruir en cualquier momento.Juan se quedaba en el escenario, con la expresión indiferente. Le impuso a la gente con una sola mirada y empezó a hablar: —Gracias a todos por asistir al cumpleaños de dos años de mi hijo, Pedro López, quien hoy ha sufrido especulaciones injustificadas por parte de los medios de comunicación simplemente debido a unas fotos. Para no perjudicar al niño, quiero declarar oficialmente que es mi niño con mi esposa.La mente
Ella rio irónicamente...Resultó que le dijo que no le hiciera caso.Al escuchar sus palabras frías e indiferentes, sentía un dolor profundo y durable.En su opinión, ella no era más que una mujer que se aprovechó de una situación de vulnerabilidad. En este momento ella tomó la iniciativa de divorciarse, lo cual era sensato, y para él fue un alivio.Pensándolo, rio sarcásticamente y puso la cara de desesperanza y determinación. Luego volvió la cabeza, sin vacilar, se marchó a grandes pasos.Aunque le cogía cariño, el cariño tenía un límite. Ella no permitiría que no resistiera cuando atropellaran su dignidad. No le parecía el divorcio vergonzoso, de hecho lo vergonzoso era ayudar a su marido a encubrir el hecho de que le había sido infiel y había tenido un hijo ilegítimo. ¡Qué ridículo!Entonces tenía que recuperar ella misma la reputación que perdió.——Lorena volvió a su casa nupcial, donde ella había colocado los muebles cuidadosamente, con la esperanza de que Juan pudiera sentir el
En la oscuridad, la atmósfera se solidificó instantáneamente. Cuando olió el leve aroma, que le resultaba familiar y desconocido, mezclado con un poco de alcohol, supo que era Juan, pero no esperaba que apareciera allí. Pensó: «¿Tal vez quiere ajustar cuentas por lo que pasó durante el día?» Ella reprimió la amargura en su corazón y se separó de él con indiferencia.De repente, una luz cálida iluminó toda la habitación. Juan se puso de pie, con una figura alta y erguida frente a ella, con expresión indiferente y ojos fríos, diciendo: —¿No has tenido suficientes problemas?Sus palabras indicaron que creía que su reacción era irracional. Lorena bajó la cabeza, ocultando su amargura, y dijo con una sonrisa irónica: —Divorciémonos, en serio. Él la miró con un par de ojos fríos, oscuros y profundos. Aparentemente reprimiendo su ira, dijo: —Creo que estás realmente loca, ¿tienes miedo de que este niño afecte tu estado, entonces vienes aquí para llamar mi atención? Al ver el rostro pálid
Elena hizo una pausa y dijo: —Me parece bien, si puedes aguantar esto, te despreciaré. Al decirlo, fue a ayudarla a arreglar sus cosas con habilidad y diligencia.Luego se hizo el silencio un rato.Elena volvió la cabeza, la consoló con un abrazo y dijo: —Está bien que hayas vuelto, en el futuro deja de enamorarte del hombre ingrato.Al escuchar estas palabras, se la pusieron los ojos rojos a Lorena de repente.Antes cegada por el amor, había perdido demasiado tiempo en él. Recordando este pasado, respiró profundamente y se dirigió a Elena y sí misma reprimiendo todas sus emociones: —No lo haré.Al día siguiente, el cielo estaba un poco nublado y hacía calor sofocante.Lorena abandonó el estilo de vestir discreto y decente como la “señora López” y llevaba un vestido verde de tirantes que no se había puesto en tres años, que resaltaba su piel blanca como la nieve y la hacía bella y encantadora.Después de que se arregló, Elena la llevó a directamente a la Oficina de Asuntos Civiles. El
Susana se entregó la caja de regalo a Lorena y le dijo:—Señorita Suárez, ¿sigue enfadada por lo que pasó ayer? Lo siento mucho, me enteré de que ayer era su tercer aniversario de matrimonio, pero por desgracia Juan se ha ocupado conmigo y con el bebé y se olvidó de este día.Este es el regalo que hemos elegido juntos para ti, espero que te guste.Al terminar decirlo, se la acercó y le susurró en voz baja:—Por cierto, ¡yo también tengo el mismo collar!Luego observó la expresión de Lorena con la mirada provocativa e irónica.Después de escuchar sus palabras, Lorena ya entendió que Juan y su amante le había preparado el mismo collar que el suyo, lo cual le sonaba muy ridículo. Lorena no sabía cómo describir su estado de ánimo, pero de veras le dio náusea como si hubiera pisado la mierda.Ella miró a Susana con frialdad. De repente, levantó bruscamente la mano, tiró el objeto que tenía en la mano y habló:—Deja de ser hipócrita.Susana mudó de color, le dijo mirándola con un aspecto las