—No son simples estudiantes, como pensabas.Cuando Liza intentó seguir hablando, Omar sacó una tarjeta de su billetera y se la entregó.—No me contactes más.Liza, sorprendida, parpadeó. Dudaba si aceptar la tarjeta o no. Había encontrado a un hombre con mucho dinero, ¿cómo iba a dejarlo ir tan fácilmente?Liza, con un tono dulce y suplicante, parpadeó y preguntó:—Omar, ¿no estás contento conmigo?—Sí, no estoy contento —respondió Omar sin rodeos. Nunca había tenido paciencia para tratar con mujeres caprichosas.Liza se quedó pálida. Omar sonrió con desprecio:—¿No la quieres? Si no, me la llevo.Al ver que Omar estaba a punto de guardar la tarjeta, Liza la tomó rápidamente y sonrió:—Gracias.Con la tarjeta y una nueva prenda, Liza se fue satisfecha. Omar, decidido a aclarar las cosas, regresó a la tienda y llamó a la puerta. Una empleada salió y le sonrió cortésmente.—Señor, ¿en qué puedo ayudarle?—Necesito hablar con alguien dentro —dijo Omar, tratando de abrir la puerta sin éxit
Su madre, que estaba cerca, corrió emocionada hacia él.—¿De verdad?Ambos se dieron cuenta de que Lorena estaba gastando mucho dinero, y en lugar de preocuparse, se sintieron felices.—¡Nuestra niña debe estar muy contenta para gastar así! —exclamó José.—¡Exacto! Seguro que algo bueno ha pasado —añadió Fiona.Conocían muy bien a su hija. Lorena nunca gastaba tanto dinero a menos que estuviera verdaderamente feliz. Aunque José no lo decía, estaba muy preocupado por ella. Ver que gastaba dinero de esa manera lo hizo sonreír de oreja a oreja.—¡Vamos a preparar una buena cena para celebrar la felicidad de Lorena! —dijo José.Fiona, entusiasmada, se levantó y se dirigió a la cocina....En el centro comercial, Lorena pidió que enviaran los bolsos a su casa y luego salió con Elena a seguir paseando.A lo lejos, un hombre bien vestido se acercó sonriendo.—Señoritas, ¿les gustaría un corte de cabello? Diseño de peinados gratuito y premios pequeños…Elena negó con la mano.—No, gracias.El
Alfreda reflexionó un ratito y asintió.Ella siempre había sido una figura fría y eficiente, una mujer fuerte que había ascendido paso a paso. Había sacrificado mucho para llegar a su posición y no podía permitirse flaquear. Así que, reprimió sus emociones y mantuvo su compostura.—Por cierto, hace unos días Juan, el señor López, me envió unos perfumes como regalo. No tengo ninguna relación personal con él, no entiendo qué pretende —comentó Alfreda con seriedad.Lorena se sorprendió aún más. ¿No era Juan el que antes había criticado a Alfreda por no tener tacto? ¿Por qué ahora le enviaba regalos?Tras un momento de reflexión, Lorena sugirió:—Nos dedicamos a la investigación de perfumes, ¿no será que quiere insultarnos?Alfreda frunció el ceño.—De acuerdo. Tengo la sospecha de que es una provocación. ¿Estará pensando en entrar al sector de la moda y robarnos el mercado?Lorena asintió.—Prepárate. Si ves algún indicio, no dudes en actuar. Debemos dejar claro quién manda en este sector
El día del evento, Juan apareció diciendo que quería acompañar a Lorena.Ella lo rechazó rotundamente.Sin embargo, al enterarse de que su acompañante era Omar y no Urso, el semblante de Juan mejoró un poco.Mientras veía a Lorena subirse al coche de Omar, Juan decidió hacer una llamada.—¿Señorita Díaz?Elena, sorprendida de recibir la llamada de Juan, respondió:—Señor López, ¿no se habrá equivocado de número?—No, no me he equivocado, señorita Díaz. Lorena va a asistir a una fiesta esta noche, y ya sabes cómo pueden ser esos eventos. ¿Podrías acompañarla discretamente y asegurarte de que esté protegida?Elena no esperaba encontrarse en esa situación.¿Ella, protegiendo a alguien?Pero Juan la halagó tanto, describiéndola como una heroína con un gran sentido de la justicia, que no pudo negarse.Sentía que rechazar sería una traición a su amiga.Calentándose ante la idea, aceptó.—Ya he preparado un vestido para ti —le dijo Juan, con una sonrisa—. Mi asistente te esperará en la puerta
—Omar, asegúrate de que la señorita Suárez se sienta cómoda. Que se sienta como en casa.Omar asintió rápidamente y entregó el regalo a Sara:—Sara, felicidades por tu pronta recuperación. Este es un pequeño obsequio para ti, espero que te guste.Sara, con una sonrisa, abrió el regalo y exclamó con alegría:—Gracias, me encanta.Era una pulsera de cristal, una edición limitada que Sara había querido pero no había podido conseguir.Inmediatamente se la puso y luego, con una mirada curiosa, dirigió su atención al regalo que llevaba Lorena.—Señorita Suárez, ¿puedo ver qué ha traído? —preguntó Sara.Lorena levantó una ceja y le entregó el paquete:—Por supuesto.Sara abrió la caja y las chicas que intentaban ganarse su favor se acercaron de inmediato.—¿Qué es esto, una raíz? —preguntó una.—Debe ser algún tipo de planta —comentó otra.—Creo que mi padre tiene algo parecido en su barril de licor —añadió una tercera.—Llevar algo para hacer licor es un poco mezquino, ¿no creen? Este regalo
Sus palabras fueron impecables, sin dejar espacio para rechazo. Al mencionar a Urso, Lorena dificultó aún más la posibilidad de que Domenico se negara. Él, satisfecho con Lorena, aunque lamentando que Urso no hubiera estado a la altura, suspiró y dijo:—En cuanto a ti y Urso, no me entrometeré. Dejaré que ustedes, los jóvenes, decidan.Domenico tomó el ginseng de las manos de Lorena con cuidado y se lo entregó a Chris, diciéndole:—Manéjalo con cuidado, no vayas a romper ninguna raíz.Chris lo recibió con un cuidado extremo, como si sostuviera un tesoro frágil. Sara, por su parte, forzó una sonrisa. Estaba arrepentida de haber insistido en ver el regalo en público, pues ahora Lorena había salido victoriosa nuevamente.—Por favor, pasen —dijo Sara, con una sonrisa tensa.Omar sonrió y guio a Lorena hacia el interior.Cuando se fueron, Sara se acercó a Domenico y, mordiéndose el labio, dijo:—Papá, ¿aún quieres que la señorita Suárez sea tu nuera?Domenico suspiró con resignación:—Claro
Su voz era tan fría y cortante como una cuchilla, capaz de destruir cualquier resto de dignidad. El rostro de Luis se tornó rígido, pasando de la incredulidad a la humillación.—No sé de qué hablas. Cuando te acercaste a mí, no hablabas así… —Luis trató de defenderse, pero fue interrumpido por una de las mujeres.—¿No lo entiendes? Sara nunca sería tu novia. La familia Nieves no aceptaría a alguien como tú.—Exacto. Apuesto a que ni siquiera tienes una invitación. ¿Cómo te metiste aquí?—Pobre Sara, tener que lidiar con un tipo así. ¡Qué vergüenza!Las palabras hirientes se sucedían una tras otra, y la expresión de Luis pasaba de la incomodidad al abatimiento en cuestión de segundos. La lucha y el dolor en sus ojos eran evidentes, pero también lo eran la vergüenza y la ira.—Sara, ¿eso es lo que piensas? —preguntó Luis, con la voz quebrada.—Por supuesto —respondió Sara fríamente—. Señor Rojas, ¿de verdad creías que habría algo más entre nosotros? Solo compartimos unas pocas cenas. Tu
De inmediato, la atención de todos se centró en Lorena.Sara se mostró aún más afligida, lo que amplificó la percepción de que Lorena había sido insensible y desalmada.La multitud comenzó a murmurar, condenándola:—¿Vienes a disfrutar del espectáculo?—Exacto, ¿qué te crees que es este lugar? ¡Eres una insensible!—Hablando a favor de ese tipo, seguro que están en complicidad.—¡Increíble! ¿Cómo es posible que alguien así haya entrado aquí?…Finalmente, Sara intervino, mostrando una falsa magnanimidad:—Está bien, la señorita Suárez es la acompañante de Omar. No es correcto echarla. Además, estoy segura de que no fue intencional…—Sara, eres demasiado buena. Hoy en día, la gente es muy malintencionada —comentó una de las mujeres, decepcionada por la indulgencia de Sara.Lorena, sorprendida por el ataque dirigido hacia ella, no se dejó perturbar.En vez de sentirse enfadada, lo encontró hilarante.Hacía tiempo que no veía a un grupo de mujeres tan irracionales.Sonrió, lo que solo aum