Capítulo 40
No era nada grave.

Asintió levemente, se comportaba de forma educada, pero no cortés:

—Por favor, señorita Suárez.

Lorena asintió y lo llevó a su coche.

Ella conducía, Polo no se sentó atrás y eligió el asiento del copiloto.

Era sólo que los dos estaban tan cerca que ella podía oler su aroma, y sintió un poco de incomodidad.

Hubo un momento de silencio.

Polo la miró de reojo, enganchó suavemente los labios, con aspecto despreocupado durante unos instantes, mostrando su actos de amistad:

—Señorita Suárez, no sé por qué, me siento cerca de usted en cuanto la veo, este pequeño accidente debería ser nuestro destino, y más tarde, la invito a cenar, ¿vale?

Lorena enarcó ligeramente una ceja y sonrió mientras hizo frente a la situación con despreocupación:

—Señor Ruiz, somos socios, es justo que nos ayudemos mutuamente. No se ande con ceremonias.

Oyó su rechazo eufemístico y tuvo la sensatez de no decir nada más.

Al hospital.

Lorena ayudó a encontrar al médico, le atendió en una zona VIP, muc
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