Era domingo y esa noche ya no había fiesta en casa de la Güera, así que tenía toda la tarde libre para hacer lo que yo quisiera, por primera vez en mi vida tenía tiempo y dinero para darme un pequeño gusto.
También era el día libre de Melo, así que decidimos pasar la mañana en la playa. Hacía mucho que no salíamos sin el remordimiento por gastar un dinero que no teníamos.
—Esta vez nos instalaremos en un club de playa, yo te invito la comida para que nos permitan usar los camastros y las sombrillas.
—¿Yo te invito? ¡Qué espléndida! Acepto, pero no te acostumbres a malgastar el dinero, recuerda que tienes que ahorrar lo más posible si es que quieres salirte de esa vida lo más pronto posible.
—Lo sé, no te tienes que convertir en la voz de mi conciencia, te aseguro que no voy a perder el piso con el diner
Saqué mi móvil para llamar a Karen y preguntarle dónde estaba. Un dolor en el estómago me atacó cuando me contestó y me dijo que un hombre en la entrada del club le dio un sobre con dinero para pagar por sus servicios, pero que le indicó que la fiesta se había cancelado.En ese momento me di cuenta que todo había sido una trampa para llevarme a mí a solas en ese yate. Comencé a temer que se tratara del señor Dromundo en venganza por haber gastado tanto dinero de su tarjeta de crédito y quizá quería cobrarse con mi cuerpo.Estábamos muy lejos de la orilla cómo para lanzarme al mar. Mi móvil se había quedado sin señal. No tenía manera de pedir ayuda. Mis piernas temblaban y las lágrimas luchaban por salir de mis ojos, pero yo las contenía porque quería mantener la calma para no sentirme más vulnerab
Había dado la orden en la entrada del club de yates de que solo dejaran pasar a Ana y dejé un sobre con dinero para que despacharan a su compañera. Solo esperaba que el plan funcionara porque podían haberse puesto de acuerdo para llegar juntas y todo se iba a ir al caño.Por fortuna el plan funcionó y con ayuda del capitán, Ana subió a bordo sin sospechar que habría ninguna fiesta. Decidí que sería yo quien tomaría el timón, no quería tener testigos de lo que iba a hacer así que el capitán se quedó en el muelle.Escuché un toque de temor en su voz cuando preguntó por qué el yate se movía si todavía no llegaban los invitados. Era obvio que se sentía vulnerable al estar sola con un desconocido.No sé si fue mi imaginación y el deseo que sentía por ella, pero su rostro cambió cua
Ni siquiera yo entendía porqué rechacé la propuesta de Marco Duran, si los últimos días no había dejado de pensar en él y no podía seguir negando que me encantaba como hombre, que muchas veces me había imaginado entre sus brazos y ahora que había probado el sabor de sus labios lo deseaba todavía más.Pero el solo hecho de recordar que tenía una relación con la señora Clara Bella y que todavía estando con ella era capaz de buscar acostarse con otra mujer, me decepcionaba de él. ¿Qué clase de hombre se obsesiona en comprar caricias cuando tiene una pareja esperándolo en casa?Apenas el yate tocó el muelle salí corriendo, en mi desesperación por salir de ese lugar choqué con el capitán y mi bolso cayó al piso. ¡Lo único que me faltaba! Mis cosas rodaron entre los maderos, pero el
—¿Y si te dijera que mi apellido es De Expósito? — Le pregunté a Julián a la hora del almuerzo. Se me quedó mirando a los ojos en una forma extraña, no pude descifrar lo que estaba pensando. Él solo se puso de pie, recogió sus cosas de la mesa, puso todo en el cesto de la basura y se fue sin decir una palabra. Nunca imaginé que decirle a un chico que me gustaba que era huérfana, me iba a doler tanto o más que el hecho de que fui rechazada y abandonada al nacer. Terminé mi almuerzo porque en el orfanato me enseñaron que la comida no se tira a la basura, cuesta mucho conseguirla y nunca sabes si al día siguiente vas a tener algo para llevarte a la boca. Quizá por eso me costaba tanto mantenerme en mi peso, porque a pesar de cualquier pena, alegría o sufrimiento, no podía parar de comer. Fue difícil concentrarme en el trabajo, confundí los nombres de los pacientes y el doctor Amezcua, mi jefe, me llamó la atención porque le cambié las radiografías de un
Eran las cuatro de la mañana cuando sonó la alarma al fin había llegado el gran día. Me levanté de prisa y me puse ropa cómoda porque no sabía cuánto tiempo iba a estar de pie. Pedí un auto de alquiler para que me llevara a la universidad del estado.Todavía estaba oscuro y cuando llegué la fila ya era bastante considerable. Al menos trescientos aspirantes formados antes que yo esperando que entregaran las fichas para el examen de admisión.Melo me había insistido en que debía haber ido a formarme desde la noche anterior, pero yo pensé que estaba exagerando y aquí estaban las consecuencias de no haberle hecho caso. Tomé mi lugar en la fila y me dispuse a pasar unas largas horas de aburrimiento hasta que llegara mi turno y todavía, ni siquiera abrían las oficinas.Me quejé por haber tenido que salir cuando todavía esta
—Esta bella dama, solo me ha regalado el placer de su compañía como una buena amiga — Dijo Mr. Harry al indiscreto reportero que insistía en saber quién era yo. Me limité a sonreír, me avergonzaba y me intimidaba ser el centro de atención de las cámaras, yo no estaba acostumbrada a eso y la mirada de Marco hacía que me hirvieran las mejillas. —¡Bienvenido Mr. Harry! — Exclamó cuando estuvo lo suficientemente cerca de nosotros y extendió su mano para saludar a mi Sugar. El gringo soltó mi cintura y le extendió la mano para saludarlo. —Amigo Duran, un placer verlo de nuevo. Siempre es un placer hacer negocios con hombres como usted. No podía creer en la magnitud de mi mala suerte. De tantos hombres de negocios y dueños de hoteles en Acapulco, ¿tenía que ser precisamente Marco Duran el socio de Mr. Harry? —¿No me va a presentar a la bella dama que lo acompaña? — Preguntó y me miró a los ojos para ver mi reacción. Yo le dirigí una
—¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión? Pensé que no te interesaba mi dinero, ni nada que tuviera que ver conmigo ¿Qué te hace pensar que todavía estoy interesado? —Digamos que acepto porque estoy cansada de las fiestas en la casa de la Güera, porque no es fácil para nadie estar pendiente de sonreírle cada noche a un hombre diferente y porque entre mis opciones, usted es la una de las mejores. Mentí en mi respuesta, algo me impulsaba a hacer que él siguiera pensando que yo era esa muchacha frívola que hacía las cosas por dinero, no quería que supiera que tenía sentimientos hacia él y que lo que en verdad quería, era tenerlo cerca. —¿Y cuáles son las condiciones del trato? Yo nunca he sido un Sugar Daddy, ¿A qué estoy obligado? ¿Cuáles serán mis beneficios contigo? Sus preguntas me tomaron por sorpresa, yo no tenía una respuesta para eso, nunca había tenido un Sugar exclusivo, así que pensé que la Güera podía ayudarme con eso. —Lo hablarem
Mr. Harry se puso de pie para contestar su móvil y caminó hacia la ventana. Quise aprovechar el momento para salir del hotel, pero Marco me tomo del hombro y me obligó a quedarme sentada en la silla impidiendo que me fuera, sus manos sobre mis hombros me dieron escalofríos, su fuerza me hacía sentir vulnerable.—No se vaya señorita, no nos niegue el placer de su compañía. Mr. Harry tuvo suerte de haber pasado la noche a su lado.—Señor Durán, no voy a discutir con usted la suerte de Mr. Harry. Le recuerdo que un alma libre como la mía, puede decidir dónde pasar la noche y con quién— dije mirándolo a los ojos con altivez.—¿Qué pasó? ¿me perdí de algo? — preguntó el gringo cuándo colgó el teléfono.—¡Oh, no! Para nada socio, solo le estaba diciendo a la se&