Capítulo 40
Timothy guardó silencio y le pidió a Jules que tampoco hablara poniendo un dedo sobre sus labios, quería que su esposa pensara que la joven universitaria ya dormía. Jules miró el reloj que tenía puesto en la muñeca y luego se lo mostró, no pasaba de las ocho treinta de la noche.

—Al menos que crea que estás en el baño —susurró Timothy.

Jules hizo un gesto de cerrar una cremallera en sus labios, mostrando su acuerdo con ese pensamiento. Pero no pudo evitar reír, cuando Micaela tocó varias veces y un poco más fuerte en la puerta.

—Y si te escondes, yo veo que quiere tu mujer y luego regreso aquí contigo —preguntó Jules en voz baja—, no le permitiré entrar, le diré que estoy muy cansada.

Timothy lo pensó, no quería ser descubierto por Micaela en aquella habitación, no pararía de pedir grandes sumas de dinero por un largo tiempo.

Jules no esperó una respuesta, se puso de pie, corrió a la puerta y esperó con una mano en el pomo de esta, aguantando la risa mientras Timothy buscaba un lu
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