Como si fuera que algo le hubiera advertido de que lo mejor para ella sería mantenerse a distancia, Lorette, se echó hacia atrás, apoyando su cuerpo contra los barandales de hierro cubiertos por el rosal. Desde allí, podía observar con comodidad todo lo que acontecía.
Vio, así, como Lawrence parpadeaba un par de veces para luego caminar con lentitud hacia la joven criada. En su expresión se leía la incredulidad ¿O quizás fuera la impotencia? Lorette no estaba segura.—¿Cómo dijo?— preguntó el joven señor arqueando las cejas.«No es que no la oyó, es que no le gusta ni un poco lo que dijo… »Corroboró Lorette entendiendo por fin que su expresión era la de impotencia y no de incredulidad. Vio como la pobre muchacha retrocedía por instinto un par de pasos y se echaba a llorar por el miedo que sentía.—Disculpe señor…— volvió a repetir en un hilo de voz que fue difícil entender — su pad—Ahora me dirás que te doy miedo, cuando todo este tiempo estuviste actuando como si nada fuera anormal…— insistió Lawrence con un dejo de ironía en su voz.Aunque ella sabía que tenía razón, no estaba segura que responderle fuera algo necesario. Por el contrario, creía que, para la ocasión solo bastaría con dignarse a mirarlo a la cara. Como siempre lo hacía.Y no se equivocó al hacerlo. O al menos eso fue lo que le pareció al ver la sonrisa de satisfacción en los labios de Lawrence, seguido de un suspiro de resignación.—Bien, me conformaré con eso…— reconoció un tanto a regañadientes y otro tanto divertido por la situación en la que se encontraban.Era inevitable no sentir la necesidad de reírse como idiota ante aquella situación. Se daba cuenta que, tanto él, como ella, necesitaban una confirmación a sus dudas internas. No obstante, parecía ser que ninguno de los dos se atrevía realmente a dar el primer paso. Levantó la man
Aquella pregunta, con esa misma descripción, para Lawrence, había sido el equivalente a si enorme roca cayera por un precipicio y se partiera en mil pedazos al tocar el suelo. Sí, sabía exactamente lo que significaba. Mas, no se sentía con fuerzas para explicárselo. Pero, sea, estaba acorralado y algo tenía que hacer para salir de aquella encerrona. Buscando algo que decir se llevó la mano cara, frotándosela con frustración ¿Por qué se le hacía tan difícil explicar algo tan simple? «¡Vamos hombre! Que no cuesta nada decir que estuviste en un manicomio… no son muchas palabras ¿Qué te cuesta? » Se dijo irónico y cruel, como siempre. Lo cierto era verdad, explicarle a Lorette solo bastaría con el uso de cuatro simples palabras: «Estuve en un manicomio…» Afirmó. Pero solo le alcanzó la fuerza para decirlo en su mente. Por el rabillo del ojo vio como Lorette lo obs
Al entrar en la sala comedor, donde supuestamente esperaba su padre, Lawrence no lo vio allí. En cambio, para su sorpresa, quienes se levantaron de las sillas para saludarlos fueron sus dos hermanos, Audrey y Lilith. «¿Qué estarás tramando ahora, plaste m13rda?»Se preguntó Lawrence. Como si la visita de su padre no fuera lo suficientemente sospechosa, el hecho de verlos allí, no contribuía en lo más mínimo a calmar esas agoreras corazonadas que sentía.—¡Oh!¿Pero qué tenemos aquí? Mira tú nada más, que damita más hermosa que te has encontrado, hermano.— observó Audrey con buen ánimo luego de las presentaciones correspondientes.Como siempre, se encontraba deseoso de caer bien a los demás.Lawrence no se contuvo y puso los ojos en blanco con fastidio. Ya conocía a Audrey, sabía que no tenía malas intenciones, sin embargo, no dejaba de ser innecesaria esa necesidad de adular a todo el mundo. No obstante, no hizo inte
«Como siempre, me relegará toda la culpa… Esa última frase seguía rondando en la mente de Lorette mientras el ruido de los pasos del padre de la familia Armstrong se dejaba oír como un eco inoportuno por todo el lugar. Con disimulo observó de soslayo las expresiones de todos los que ya se encontraban en la mesa. Ninguno parecía feliz en esa reunión. Lilly llevaba la vista clavada hacia algún lugar de su frente de visión, los brazos descansaban sobre su regazo y una mueca de seriedad le cruzaba la cara. A ojos de Lorette, solo bastaría ponerle un vestido n3gro y se podría decir que era una escena digna de velorio. Mientras tanto, Audrey observaba el enorme ventanal que se encontraba a su lado derecho. Una actitud huidiza que no dejaba de gritar en silencio que prefería estar en cualquier lugar, menos allí. Tenía miedo o al menos eso presintió Lorette. El que más incómodo se notaba, aunque hacia todo lo posible por disimularlo, era Lawrence. Ella vio por el rabillo del ojo, co
—¡Imposible mantener la calma con tamañas ofensas!— se quejó Lawrence por enésima vez.—¡Imposible! Lorette por su parte, lo dejó ser. Observando el hermoso paisaje de las rosas silvestres que crecían sin guías en el viejo y olvidado jardín, dejó que él hablara todo lo que necesitase y descargase sus pulmones de todo el odio que lo envenenaba. «Si lo pensamos bien, motivos tiene para despotricar de esta manera. Si lo pienso mejor, hasta yo tengo motivos para estar ofendida. Pero, no vale la pena que yo gaste nervios en tonterías…» Reconoció con calma mientras se dejaba abrazar por el dulce y embriagador perfume de las flores primaverales. La noche era espléndida y lo habría sido aun más si hubieran podido estar a solas. Pero ni siquiera eso podía quitarle la sonrisa. A fin de cuentas, ella ya estaba en un lugar mucho más seguro que en el campamento gitano. Además, ya tendrían muchas otras oportunidades pa
—¿No crees que, quizás, sea mejor para ti que vuelvas a estar una temporada en el manicomio?— sugirió su padre con aire de aburrimiento mientras jugaba con una cereza que había quedado en su plato—¿Uh?¿Qué dices Lawrence? Así, quizás, puedas descansar mejor ¿No crees?Ya estaba, lo había dicho. Al fin había dicho la última palabra que podría volcar el enorme jarro que simbolizaba la paciencia de Lawrence. —¡Qué te calles, eh dicho!— gritó Lawrence volviendo tras sus pasos completamente furioso — ¡Qué me dejes en paz y te mueras de una jødida vez! Solo con eso yo podría descansar mejor. Mientras él despotricaba e insultaba, tanto Lilly como Audrey se detuvieron preocupados a ver a Lorette. Sabían que Lawrence no los perdonaría si en medio de uno de esos ataques no hacían nada por apartarla de allí.Pero, contrariamente con lo que ellos hubieran esperado, la joven no parecía encontrarse temerosa ante la situación. A decir verdad, ni
Mientras Lawrence intentaba salir airoso de aquella situación, Lorette hacia lo suyo buscando la mejor manera de sacarle toda la información a esa criada y, de ser posible, convertirla en una buena aliada. Ella estaba convencida que lo lograría. A fin de cuentas ¿Acaso no era cierto que su raza tenía el don de la palabra justa? Por eso, se encontraba escuchando a Valery con una sonrisa benevolente incrustada en la cara. Aunque, en amén a la verdad, por cada palabra que salía de esa boca, ella deseaba callarla de una buena bofetada.«¡Cielo Santo! Ahora veo que Lawrence tenía motivos más que sobrados para actuar de esa forma… ¿Cómo puede ser posible una mujer tan grosera?»Tuvo que reconocer de mala gana y solo porque no entraba en ella la desfachatez que esa joven tenía de justificar la marginalidad a la que querían llevarlos a ellos solo por pertenecer a la raza gitana. Ante lo evidente, Lorette se preguntó si, acaso, aquell
—¿Por qué ella está tan asustada por entrar al invernadero?— preguntó en voz alta, sin darse cuenta de que lo hacía.Audrey y Lilly intercambiaron hondas miradas ominosas. Preguntándose si, quizás, Lawrence no le había comentado lo que había allí adentro que tanto atemorizaba a todos. Con la excepción del mismo Lawrence, claro está.Resignada a tener que ser ella la que hablara de un tema un tanto incómodo de la familia, Lilly posó su mano en el hombro de Lorette, atrapando su atención. —¿No te lo dijo mi hermano?— preguntó, recibiendo un rotundo no como respuesta — Bien… no sé cómo tratarán este asunto en tu familia, pero, quiero que sepas que entre los… ¿Cómo los llaman?¿Payos? En fin, entre los no gitanos, no está bien visto que se entierre al difunto en la misma casa donde ha habitado.Lorette volvió la vista al invernadero, pensativa. Ahora todo mucho más sentido. Lawrence no solo atesoraba ese lugar por haber sido un lugar donde su