Audrey suspiró con verdadero dolor, por enésima vez en la media hora que llevaba de su visita y Lawrence rodó los ojos con fastidio al escucharlo por enésima vez en la media hora de lo que llevaba su hermano en esa visita obligada. Lorette por su parte solo los observó en silencio tragándose las ganas de preguntarles a esos dos qué rayos les pasaba.
No era para menos tanta tensión en el ambiente. Hacia cosa de más de una semana que Audrey se mostraba tan taciturno y, por consiguiente, Lawrence reaccionaba a eso con el fastidio habitual. Pues, como el mismo Lawrence le había asegurado, su hermano jamás dejaba que sus penas se notaran y, sí de casualidad ocurría eso, era algo a lo que temer.Pero, por alguna razón, ninguno de los dos hablaba del tema y las cosas no hacían más que empeorar. Tanto Lawrence como Lorette comenzaban a perder la paciencia al verlo cada vez más decaído. Lorette suspiró resignada, tendría que ser ella la que sacara el asunto a colación.Tanto Lawrence como Lorette se quedaron en silencio cuando Audrey hubo terminado de contar todo lo que le había ocurrido. Él no había omitido detalle alguno, con la sola excepción del nombre y la raza de su amada. A sus ojos, esos detalles, carecían de importancia. Lorette solo podía ver incrédula ante lo que él había sido capaz de hacer. Lawrence por su parte, no sentía incredulidad alguna. Solo enojo y decepción al ver que ni aunque su hermano hubiera encontrado a la mujer de su vida, había dejado de ser tan cobarde. Audrey los observó a ambos. Por alguna razón, tenía miedo de que lo juzgaran como frívolo. Pero, ese temor pasó a segundo plano al ver la expresión tensa en el rostro de su hermano. Sabía que él no pensaba que fuera una persona frívola, pero se daba cuenta que él estaba por demás enojado.—¡No me malinterpretes, por favor! Yo solo quería protegerla…— agregó sintiendo como comenzaba a sudar frío.Se sentía como un chiquillo que tuviera que explicar sus errores delante
—¿Y yo por qué tengo que ir, batí?— quiso saber Alelí haciendo morrillos caprichosos —¡Digo!¡No es como si solo tuvieras un ahijado para pedirle que lleve el mensaje a la casa de tu adorado chovopral! Roxana arqueó una ceja desafiante. Ya se estaba volviendo alarmante el malhumor de su ahijada. No era para menos, las emociones negativas en Alelí duraban lo que un suspiro. Que esta vez, ya pasara de la semana y media, era algo digno de preocupación. —Pero te lo estoy pidiendo a ti, para que salgas un poco y te distraigas.— argumentó simplemente para luego agregar — Además ¿Cuánto hace que no has visto a tu plañí?¡Ale, niña! Que ya va siendo hora que vayas a ver cómo se encuentra.Alelí bufó frustrada. Sabía que las intenciones de su madrina eran buenas y que solo la quería mantener ocupada porque simplemente se preocupaba por ella. Pero, necesitaba que lo entendiera de alguna manera: Ella no se encontraba de buen ánimo para hacer visitas sociales a nadie. Menos aun a la casa de su c
—¿Y tú cómo sabes que es gitana?— preguntó sin salir de su asombro.— Si yo no he dicho nada…Lawrence lo observó sin entender su sorpresa. Aunque, él estaba seguro de haberle oído admitir ese detalle. Entornó los ojos, pensativo, intentando recordar en qué momento lo había dicho. Pero, a lo cierto, Audrey tenía razón. Se encogió de hombros.—¿Qué va? Me lo habrá parecido, entonces…— reconoció apoyando su barbilla sobre la mano que tenía levantada en el escritorio — lo cierto es que si no lo es, se le parece mucho. Digo yo, esa respuesta que te dio y esa forma de irse, así sin más, me recordó a lo que men dai nos decía ¿Recuerdas?«Una gitana no llorará delante de ti, por más que el alma se le rompa en pedazos. Tenemos nuestro orgullo ¿Entiendes, chavoro?»Recordó Audrey y asintió con la cabeza, aunque ese asunto le importaba bien poco. Por no decir que nada en absoluto. Sencillamente, para él, no tenía sentido catalogar a alguien como gi
—Hágala pasar, por favor. Ella ya sabe que aquí siempre será bienvenida.— exclamó Lawrence mientras esbozaba una sonrisa que intentaba disimular la mirada de soslayo que le echó a Audrey.Sabía que él intentaría irse. A fin de cuentas, esas eran las normas sociales. Pero, por nada en el mundo dejaría que lo hiciera. Al fin y al cabo, tarde o temprano, esos dos, se tendrían las caras. Vio como Audrey intentaba levantarse del sillón y comenzaba a farfullar una excusa para irse. Sin miramientos, antes de que siquiera consiguiera levantarse del todo, Lawrence le aventó la bola de papel que parecía haber quedado olvidada. —Tú te quedas, al fin de cuentas, tarde o temprano vas a tener que tratar con mi cuñada Alelí — le adelantó mientras Julieth iba a buscarla.«¿Qué nombre dijo?¿Alelí?»Se preguntó Audrey completamente alarmado al escucharlo. Pero, intentó calmarse y razonar al respecto. A decir verdad, Alelí era un nombre muy comú
Xamara se adentró en el bosque, no sin antes asegurarse de que nadie la había visto ni mucho menos la seguía. En sus manos, llevaba un petate con las plantas medicinales que utilizaba para curar las heridas de magia. Ella tenía mucho trabajo por hacer y debía darse prisa. Pues, si tardaba más de lo acostumbrado, él se enojaría mucho. Mientras caminaba en dirección a su destino, no podía evitar que su mente se le fuera en las tonterías que había dicho su hermana para evitar tener que ir a ver a ese payo idiota que tanto parecía agradar en su familia. «¡Están charlaos!¿Cómo puede ser que un tipo de su calaña sea alguien digno de admiración?¡Si su sola existencia no es otra cosa que una traición! ¿Es qué acaso están ciegos o solo idiotas?» Pensó indignada sin mirar por dónde iba. Bien, lo cierto era que, el hecho de que él fuera mestizo no era algo de lo que horrorizarse. Al fin de cuentas, en su familia también habían mestizos. Pero, est
—¿Ustedes ya lo sabían, verdad?— preguntó Alelí en un murmullo tan tenue que a Lawrence le fue difícil escuchar. Quizás, se estaba torturando así misma y, en realidad, no valía la pena indagar en eso. Pero, necesitaba saberlo. Por alguna razón, estaba buscando cualquier excusa para justificar todo ese rencor que sentía quemando en su interior.Realmente sentía que necesitaba un motivo para odiarlos a todos. Sin embargo, al levantar la cara y atreverse a ver a Lawrence, no pudo sentir más que su propio dolor y la incómoda sensación de hacer pagar los platos rotos a alguien que no tenía la culpa. Vio como Lawrence suspiró haciendo una mueca que no dejaba de demostrar que ese tema lo enfadaba tanto como a ella. A punto estuvo de corregirse, darle las cosas que le había encomendado Roxana e irse con la primer excusa que se le viniera a la mente.Pero él la detuvo, tomándola por la barbilla sin mediar palabra alguna. Levantó la mano en la que lleva
—¡Ay!¡Beltrán! Me haces daño — exclamó Xamara con súplica cuando él la tomó por el cabello.Ese quizás era el único pecado que le podía atribuir a ese brujo. Era agresivo. Cuando menos lo esperabas, él solía tener esas reacciones y más. Pero, tampoco ella podía decir que no se lo justificaba. Al fin de cuentas, nadie era perfecto. Además, un hombre como él tenía que imponer respeto. De ser necesario, usar la fuerza para meter en vereda a quien fuera. Como a su hermana, Lorette, que era una mocosa caprichosa y engreída. A esa le hacía falta un hombre como Beltrán para que la hiciera madurar. Por eso, Xamara, sabía que él era la mejor opción de marido para cualquier buena gitana que se precie. Por eso, también sabía que no tenía derecho a molestarse por ese golpe en la espalda que él le acababa de dar. Porque ella era una tonta y se lo merecía. —¿Qué dijiste qué, imbécil?— preguntó Beltrán mientras la tiraba sobre el suelo del carromato y le ponía el pie sobre el estómago —¿Estás seg
—¿Estás seguro que yo también tengo que ir, Lawrence?— indagó Audrey por enésima vez en lo que iban de viaje.Lawrence lo observó desdeñoso y volvió su atención a Tomás que se encontraba jugando en su regazo. No pensaba responderle y eso solo porque no creía correcto que, delante de su sobrino, él dijera la mitad de lo que se le venía a la mente.De todas formas, no hizo falta. A Lilly también se le estaba acabando la paciencia y por eso, fue ella quien tomó la palabra.—¿Acaso no somos hermanos de la misma madre?¿Eh?— increpó cruzándose de brazos — Que yo sepa, sí y esa madre nuestra tenía una hermana. Lo cual, ella sería nuestra tía. De modo que, si nuestra tía cumple años, nuestra obligación de sobrinos es ir a saludarla. Por ende… a menos que haya algún truco que no me sepa y tú solo seas gemelo de Lawrence por parte de padre, también debes ir ¿Quedó claro, hermanito?Al escucharla, Lawrence se tuvo que morder el labio inferior para poder reprimir una carcajada de orgullo hacia su