Capítulo 29— ¿La recuerdas?NarradorSeth estaba sentado junto a Nebra en la sala de estar, repasando mentalmente los últimos acontecimientos. Simón había dado pasos significativos en su rehabilitación, y aunque el camino era largo, Seth no podía evitar sentirse orgulloso de su hermano. Por primera vez en mucho tiempo, veía una chispa de determinación en él, algo que no estaba dispuesto a ignorar.Nebra lo miraba desde el otro extremo del sofá, con una leve sonrisa mientras revisaba su laptop. Notando el silencio reflexivo de Seth, levantó la vista.—¿En qué piensas? —preguntó, dejando la computadora a un lado.Seth giró la cabeza hacia ella, esbozando una sonrisa ligera.—En Simón. Estoy... sorprendido y satisfecho con cómo está manejando las cosas últimamente. No es fácil lo que está haciendo, pero está demostrando que quiere cambiar.Nebra asintió lentamente, apreciando la sinceridad en su tono.—Es cierto. Ha estado esforzándose, y eso dice mucho.Seth pasó una mano por su cabello
Capítulo 30— ¿Eso fue necesario?Narrador La cena había comenzado con un ambiente que parecía prometedor. La mesa estaba impecablemente dispuesta, con el vino que Simón había llevado sirviendo como acompañamiento perfecto para el menú que Nebra había preparado. Seth, sentado a la cabecera, no tardó en tomar la palabra, rompiendo el silencio inicial con su entusiasmo habitual.—Bueno, creo que esta es una ocasión para celebrar. —Seth levantó su copa de vino con una sonrisa amplia y orgullosa. —Simón, tengo que decirlo, estoy muy impresionado con tu desempeño en la empresa.Realmente te has puesto las pilas y estás demostrando todo tu potencial.Simón esbozó una sonrisa tensa, mientras alzaba ligeramente su copa con agua. Había evitado el vino desde que llegó, optando por la seguridad que el agua le brindaba, consciente de que cualquier descuido podría ser un problema. Sin embargo, evitó el contacto visual con Dalia, que estaba sentada frente a él.—Gracias, hermano. Solo trato de esta
Capítulo 31— No mientasNarradorLa tormenta afuera azotaba con fuerza, con rayos iluminando intermitentemente el cielo y el ruido constante de la lluvia golpeando las ventanas. Ni Dalia ni Simón insistieron demasiado en irse; la idea de salir en esas condiciones era simplemente imprudente.—Entonces, está decidido —dijo Seth con una sonrisa triunfal. —Voy a preparar el dormitorio para Dalia.Se dirigió rápidamente a su habitación, cerrando la puerta tras de sí. En cuanto entró, comenzó a quitar cualquier objeto que pudiera delatar que ese era su dormitorio. Relojes, ropa que había dejado sobre una silla, incluso un par de libros que estaban en la mesita de noche. Movía todo con rapidez, consciente de que debía dar la impresión de que aquel era simplemente un cuarto de huéspedes. Mientras tanto, en la sala, Nebra se acercó a Simón con un par de mantas y una almohada.—Aquí tienes. —Le tendió las cosas con una sonrisa que intentaba ser amable, pero en la que se podía percibir un ligero
Capitulo 32— ¿Jugamos a la casita?NarradorSimón respiró hondo, tratando de calmar el torbellino de emociones que lo invadía. Finalmente habló, con un tono más controlado pero cargado de firmeza.—Dalia, justamente no ha sucedido nada, y eso es lo mejor.—¿Por qué dices eso? —Escúchame. Ahora no lo entiendes, pero algún día me lo agradecerás.—¿Agradecerte? —replicó, con incredulidad y un dejo de enojo en su voz.Simón asintió, su mirada fija en la de ella, aunque por dentro cada palabra que decía le pesaba más que la anterior.—Sí, Dalia. Porque esto no puede pasar. Porque mereces algo mejor que... yo.Ella negó con la cabeza, mientras intentaba procesar lo que él decía.—¿Cómo puedes decidir eso por mí? Yo sé lo que quiero.Simón apretó los labios, desviando la mirada hacia la ventana por un momento antes de volver a enfocarse en ella.—Tal vez creas saberlo ahora, pero en el futuro lo verás diferente. Te darás cuenta de que hice lo correcto. —Simón dio un paso hacia atrás, como m
Capitulo 33— Un maldito cobardeNarradorLa noche había cubierto la ciudad, y con ella la hora de regresar a casa había llegado. Simón en su nuevo puesto como coordinador de producción en la empresa familiar, había pasado un día algo agitado, por lo que su cuerpo le pedía a gritos algo para relajarse.—Que pase buenas noches señor Arias.Se despidió el hombre de seguridad al verlo salir del edificio, mientras que Simón desajustó la corbata de su traje, la cual por mas que tuviera que usar, no dejaba de odiar.—Hasta mañana...Avanzando hasta su motocicleta, fue lo ultimo que dijo antes de subir a ella, y colocarse su casco, para ponerla en marcha para ir a casa. En donde apenas llegó, se deshizo de su ropa, la cual parecía pesar mas de lo usual, o al menos así la sentía el, después de saber la grave situación por la que atravesaba la empresa.— Federico, no podías ser mas hijo de puta.. DesgraciadoTomando una caja de cigarrillos de su mesa de noche, Simón salió al balcón de su depart
Capítulo 34— Deja de huirNarradorIngresando a la habitación con la ira bullendo en su interior, Dalia recargó la cabeza sobre la fría madera a sus espaldas, se supone que estaba saliendo esa noche para dejar de pensar en Simón, en sus palabras que cayeron como rocas pesadas en su estómago, y fracasó porque en medio de su intento de escapar lo encontró.Despojándose de la chaqueta que traía, Dalia la dejó sobre el diván en su habitación, y arrojándose sobre su cama, soltó un grito de frustración ahogado entre sus almohadas. ¿Qué era lo que tenía que la hacía enloquecer? ¿Qué la hacía desear estar entre sus brazos? Girándose sobre su cuerpo, se quedó observando el techo en completo silencio, mientras que los pensamientos no dejaban de atormentarla, y recordando que no traía su identificación, llevó la mano hasta su frente, reprendiéndose por lo estúpida que fue.—¡No! !No! Esto no puede estar pasandome.Colocándose de nuevo sobre sus pies, lo más rápido que pudo tomó de nuevo la chaqu
Capítulo 35— Hijo de Pu*taNarradorDalia avanzó un par de pasos, su corazón latiendo con fuerza, aunque no entendía por qué la atmósfera del apartamento se sentía… distinta. Y entonces lo escuchó. Un gemido bajo, gutural.Dalia se quedó paralizada. El sonido provenía de otro lado de la sala. La sangre se le congeló en las venas. Algo dentro de ella le gritaba que se diera la vuelta y se marchara, pero sus pies parecían tener vida propia. Sin darse cuenta, avanzó hasta el lugar de donde provenía el sonido. Y allí lo vio.Simón estaba de pie, completamente desnudo, sosteniendo a una mujer contra la pared, con las manos aferradas a sus muslos mientras la embestía con una intensidad feroz. Dalia sintió que el aire abandonaba sus pulmones. La mujer tenía la cabeza echada hacia atrás, los labios entreabiertos en un gemido ahogado mientras sus uñas se clavaban en los hombros de Simón.—Mie*rda… —gruñó Simón, con la voz ronca y entrecortada por el placer.El sonido la atravesó como un puñal.
Capitulo 36— Todo lo que necesitesNarradorLlegando a casa al día siguiente antes de la hora esperada, Seth encontró a Nebra en la estancia centrada en su computadora. Habia pasado un par de días desde el inicio de su búsqueda de empleo, y fracasando cada vez que se postulaba a uno de ellos, la pobre había perdido las esperanzas de independizarse.— ¿Aun sin encontrar uno?Sabiendo que se refería al empleo, Nebra negó sin despegar la mirada de la pantalla, y tomando asiento a su lado, Seth prestó especial atención a lo que su esposa observaba.— Desde mañana empiezas a trabajar conmigo... Como tu esposo mi obligación es darte lo que necesitas, y con esto me refiero a absolutamente todoRemarcando la ultima palabra, esta en un doble sentido que Nebra comprendió enseguida, desvió su mirada a Seth con su ceja levemente enarcada, y abriendo su boca con una leve sonrisa, trató de objetar en contra pero el no se lo permitió— Y no te estoy preguntando. Desde mañana trabajas conmigo. El dep