Capítulo 24— Paseo bajo la lluviaNarradorDalia caminaba por el centro comercial, intentando despejarse después de otra acalorada discusión con su tía. El ruido de las conversaciones y los pasos apresurados a su alrededor le daban la distracción que necesitaba. Pero justo cuando se sentía algo más tranquila, una voz conocida la sacó de sus pensamientos.—Dalia, qué coincidencia verte por aquí.Se tensó al escuchar la voz de Stephen. Al girarse, lo vio acercarse con esa sonrisa que siempre le pareció más amenazante que amable.—¿Qué quieres, Stephen? —preguntó con un tono seco, tratando de mantener la calma.—Hablar contigo, nada más —respondió él, acercándose más de lo que ella consideraba cómodo. —Es hora de que dejes de jugar y aceptes lo que es inevitable.Dalia bufó, cruzándose de brazos.—¿Inevitable? ¿En serio? Lo que tú y mi tía quieren no va a pasar. No voy a casarme contigo, Stephen.Stephen apretó la mandíbula, y su sonrisa desapareció. Dio un paso más hacia ella, obligándo
Capítulo 25— No es amorNarradorSimón no se detuvo. Volvió a atrapar los labios de Dalia con una ferocidad contenida que ahora empezaba a desbordarse. Sus manos, grandes y firmes, se movieron con urgencia sobre su cintura, deslizándose hacia su espalda y bajando hasta sus caderas. La atrapó con fuerza, como si quisiera asegurarse de que no se apartara de él. Dalia respondió con igual intensidad, envolviendo los brazos alrededor de su cuello mientras el calor entre ellos crecía.Sus dedos comenzaron a explorar, bajando por la línea de la espalda de Simón antes de deslizarse hacia su pecho desnudo. La piel cálida de Simón se estremeció bajo sus dedos, y cuando Dalia inclinó la cabeza y besó su clavícula, él gruñó profundamente, un sonido bajo y gutural que la hizo sentir aún más audaz.—Dalia... —murmuró su nombre entre dientes, su voz cargada de deseo y algo que se sentía peligrosamente cercano al descontrol.Ella no respondió. En lugar de eso, continuó dejando un rastro de besos ardi
Capítulo 26— Lo arruinéNarradorLilian se paseaba inquieta por la oficina de su hijo mayor, con el teléfono móvil en una mano y un pañuelo en la otra. Su rostro mostraba preocupación mientras miraba a Seth, que estaba sentado en el sofá, observándola con el ceño fruncido.—Seth, por favor, tienes que ir a ver a tu hermano. No sé nada de él desde hace días, y no responde mis llamadas.Seth se pasó una mano por la mandíbula, claramente molesto.—Seguramente está metido en uno de sus líos. Sabes cómo es Simón, madre.Lilian lo miró con un destello de reproche.—Por eso mismo estoy preocupada. Sé cómo es Simón, y esta vez algo no está bien. Tengo una llave de su apartamento, pero no me atrevo a ir.Seth suspiró profundamente, pasando una mano por su cabello mientras se ponía de pie.—Está bien, yo iré. Pero si está bien, voy a darle una buena lección por preocuparnos así.—Solo asegúrate de que esté a salvo, por favor —dijo Lilian, tendiéndole la llave con una mirada llena de preocupació
Capítulo 27— ¿La olvido?NarradorSimón dio un sorbo al café, dejando que el calor se extendiera por su garganta y ayudara a disipar el frío interno que aún lo abrazaba. Su mirada estaba fija en la taza, como si buscara respuestas en el líquido oscuro. Seth lo observaba desde el otro lado de la mesa, dándole espacio pero claramente esperando que hablara. Después de unos minutos de silencio, Simón soltó un suspiro pesado y dejó la taza sobre la mesa.—No sé ni por dónde empezar... —murmuró, frotándose las sienes con ambas manos.—Por donde quieras —respondió Seth con calma. —Tómate tu tiempo, pero no te calles.Simón levantó la vista, su rostro lleno de emociones contenidas.—Supongo que todo empezó en casa... ya sabes cómo era.Seth apretó la mandíbula al escuchar esas palabras. No necesitaba más contexto; ambos conocían el infierno que habían vivido bajo el mismo techo.—Papá siempre me veía como... como el débil —continuó Simón, soltando una risa amarga. —Nunca fui suficiente para é
Capítulo 28— ¿Debo llamarte jefe?Narrador Seth se encontraba en su oficina, rodeado de montañas de documentos y reportes financieros que no parecían tener fin. Había pasado las últimas semanas sumergido en números, intentando entender el verdadero estado de la empresa desde que asumió el cargo. Lo que había empezado como una simple revisión de rutina pronto se convirtió en algo mucho más inquietante. Frunció el ceño mientras pasaba las páginas de un reporte de cuentas por pagar. Las cifras no cuadraban. Facturas infladas, pagos a proveedores inexistentes, y movimientos que parecían fuera de lugar. Lo había notado antes, pero ahora estaba convencido de que algo más oscuro estaba ocurriendo.—Esto no tiene sentido... —murmuró para sí mismo, pasando rápidamente a otro archivo.Tocaron a la puerta, y su asistente, Martín, asomó la cabeza.—¿Todo bien, Seth? Necesitas algo más antes de irme.Seth levantó la mirada, sus ojos serios.—Sí, Martín. Necesito que consigas a un equipo de audito
Capítulo 29— ¿La recuerdas?NarradorSeth estaba sentado junto a Nebra en la sala de estar, repasando mentalmente los últimos acontecimientos. Simón había dado pasos significativos en su rehabilitación, y aunque el camino era largo, Seth no podía evitar sentirse orgulloso de su hermano. Por primera vez en mucho tiempo, veía una chispa de determinación en él, algo que no estaba dispuesto a ignorar.Nebra lo miraba desde el otro extremo del sofá, con una leve sonrisa mientras revisaba su laptop. Notando el silencio reflexivo de Seth, levantó la vista.—¿En qué piensas? —preguntó, dejando la computadora a un lado.Seth giró la cabeza hacia ella, esbozando una sonrisa ligera.—En Simón. Estoy... sorprendido y satisfecho con cómo está manejando las cosas últimamente. No es fácil lo que está haciendo, pero está demostrando que quiere cambiar.Nebra asintió lentamente, apreciando la sinceridad en su tono.—Es cierto. Ha estado esforzándose, y eso dice mucho.Seth pasó una mano por su cabello
Capítulo 30— ¿Eso fue necesario?Narrador La cena había comenzado con un ambiente que parecía prometedor. La mesa estaba impecablemente dispuesta, con el vino que Simón había llevado sirviendo como acompañamiento perfecto para el menú que Nebra había preparado. Seth, sentado a la cabecera, no tardó en tomar la palabra, rompiendo el silencio inicial con su entusiasmo habitual.—Bueno, creo que esta es una ocasión para celebrar. —Seth levantó su copa de vino con una sonrisa amplia y orgullosa. —Simón, tengo que decirlo, estoy muy impresionado con tu desempeño en la empresa.Realmente te has puesto las pilas y estás demostrando todo tu potencial.Simón esbozó una sonrisa tensa, mientras alzaba ligeramente su copa con agua. Había evitado el vino desde que llegó, optando por la seguridad que el agua le brindaba, consciente de que cualquier descuido podría ser un problema. Sin embargo, evitó el contacto visual con Dalia, que estaba sentada frente a él.—Gracias, hermano. Solo trato de esta
Capítulo 31— No mientasNarradorLa tormenta afuera azotaba con fuerza, con rayos iluminando intermitentemente el cielo y el ruido constante de la lluvia golpeando las ventanas. Ni Dalia ni Simón insistieron demasiado en irse; la idea de salir en esas condiciones era simplemente imprudente.—Entonces, está decidido —dijo Seth con una sonrisa triunfal. —Voy a preparar el dormitorio para Dalia.Se dirigió rápidamente a su habitación, cerrando la puerta tras de sí. En cuanto entró, comenzó a quitar cualquier objeto que pudiera delatar que ese era su dormitorio. Relojes, ropa que había dejado sobre una silla, incluso un par de libros que estaban en la mesita de noche. Movía todo con rapidez, consciente de que debía dar la impresión de que aquel era simplemente un cuarto de huéspedes. Mientras tanto, en la sala, Nebra se acercó a Simón con un par de mantas y una almohada.—Aquí tienes. —Le tendió las cosas con una sonrisa que intentaba ser amable, pero en la que se podía percibir un ligero