―No necesitas refutar. Diga lo que digas, sé que debo andar con pies de plomo a tu alrededor. Tú jamás perdonas a un traidor ―dije, decidida.
Siempre respeté el pensar de Derek e hice lo posible por buscar su perdón, ya que reconocía mi propio error. Pero era muy ingenua. Él jamás me perdonaría. La clase de gente como él y el señor Martín (prestamistas), no conocían la consideración.
Lo único que me quedaba era aceptar las condiciones y andar con cuidado para evitar ser demandada.
Quiso hablar, pero me estaba levantando antes que dijera cualquier otra cosa. Fue hacía mí y me ayudó a salir de la bañera.
Las mejillas me ardían de la vergüenza. Me estaba viendo en todo su esplendor.
Me cubrió el cuerpo con una toalla y me puso otra sobre la cabeza, restregándola. Mantuve la mano sana sujetando l
Mi mano fue al sobre, pero él fue más rápido y lo apartó de mi alcance.―¿Podemos tomar prestado el consultorio por quince minutos? ―habló Derek, dándome la espalda.El doctor se veía dudoso, sin embargo, terminó aceptando.―Devuélvemelo, por favor ―Estiré la mano.Negó con la cabeza, sentándose en la silla donde antes estaba el doctor. Me ignoró.―¿Cuál será el nombre de este adefesio? ―Colocó el tobillo derecho sobre la rodilla izquierda.Abrió el sobre sin cuidado alguno. Vio el interior.―¿Qué carajos es esto? ―gruñó, volteando el contenido en el piso.Varios pedazos de vidrio enrojecidos cayeron al suelo. Parpadeé, sin comprender al principio.―¿Qué significa esta basura que te escribió? ―gruñó con rabia.Esta
¿Este hombre cree qué tengo tiempo para preocuparme por mi culo?―No tenemos tiempo para preocuparnos de cosas banales ―dije con firmeza, hice el ademán de irme, pero fui callada por sus manos.Me desnudó con un gesto en furecido, dejando caer la bata al suelo. Me puso el vestido con una calma escalofriante, muy distinto a su expresión.―Derek, ya... ―supliqué mientras me aprochaba la parte superior de la ropa.Me ignoró y continuó con su tarea.Ese hombre no es consciente del peligro en que nos encontramos.Como pude, logré liberarme. No dejé que me pusiera el último botón, salí por la puerta.―Ven. Apúrate.Miré ambos pasillos. La puerta principal quedaba en dirección al ala derecha, lo que significaba que debíamos ir por el ala izquierda.―¡Oye! La salida está del otro lado ―c
No me gustó nada tener que ir al estacionamiento principal. Y a Derek no le gustó mi idea de cubrirse la cabeza con el abrigo.No esperó a que entráramos a la casa, una vez que estacionó, me atacó con la pregunta.―¿Quién es Martin y cuál es su nombre de pila?―Al menos espera a que estemos dentro de la casa ―dije, abriendo la puerta del coche.Estaba tratando de darle largas a la conversación. Pero no veía como me iba a escapar de esta.No podía evitar pensar en Derek si le contaba la verdad. ¿Qué opinaría de mí? ¿Su versión amable y atenta se desvanecería cuando se dé cuenta que soy una escoria? ¿Se aprovechará de la situación para manipularme?Yo quería creer en él. Pero no podía dejarme cegar tan fácilmente. Hace unos días juró convertirm
El silencio se cernió sobre nosotros. Pude escuchar las agujas del reloj aumentando la tensión en la gran habitación.―¿Qué quieres decir? ―Se levantó de la silla, avanzando lentamente hacía mí.Quise encogerme lo suficiente hasta desaparecer.―Lo que escuchaste. Es mi prestamista ―Aparté la mirada. No podía verlo a lo ojos.―¿Le debes dinero a ese infeliz? ¿Cuánto?No respondí.Apreté el edredón.Me tomó de la barbilla con sus largos dedos.―¿Cuánto dinero le debes? ―Sus palabras estaban cargadas de un veneno peligroso y letal.Sus ojos irradiaban ira.―Actualmente, medio millón.Frunció el ceño.―¿Eso es todo?Lo hizo sonar como si fuera poca cosa.―Sí. Al principio eran doscientos mil. Pero la comisi&
El olor de Derek era varonil, fresco y poderoso. Me nublaba el juicio. Respiré profundo, siendo consciente que mi nariz comenzaba a congestionarse por el llanto, pero me negaba apartarme de su calidez.Enterré la cabeza entre su clavícula y el cuello, permitiéndome consentir.Sus brazos alrededor de mi cintura era una firmeza que no me había dado cuenta que necesitaba. Era como si quisiese transmitirme su fuerza.Mi brazo enyesado impedía que nuestro torsos hicieran contacto.Fue agradable cuando su mano acarició mi espalda. Me reconfortaba.Odiaba admitir que esto me gustaba demasiado y quería que fuera eterno.―Ya, ya, ya pasó. Estás bien ―dijo, dudoso.No estaba acostumbrada a ver a Derek sin palabras. Y él no estaba acostumbrado a consolar a las personas, por lo que veo.Sentí una punzada en mi brazo y no fue tanto por el dolor, fue má
―¿Por qué no le dijiste nada a Kira? Ella te habría prestado el dinero ―Se colocó en mi campo de visión. Estaba serio.―Porque… Era orgullosa en ese entonces y pensé que podía resolverlo yo sola. Y desde entonces estuve pasando de deuda en deuda, ya van diez años. Tuve una deuda con la universidad, luego con el señor Martín y ahora contigo… ―Cerré la boca al instante. Derek se iba a convertir en mi prestamista una vez que le comprara mi deuda a Martín. No podía hablarle de esa forma y tentar mi suerteSe recostó a mi lado.―Pagaré tu deuda, no se traspasará a mí, estará completamente saldada. No le deberás a nadie.―¿Por qué? ―cuestioné.―¿Disculpa?―¿Por qué vas hacer eso cuando es tu oportunidad de atraparme en tus redes como lo habías planeado? &
Los siguientes días fueron pacíficos, tranquilos. Bueno, no siempre. A veces (para no decir todos los días) hacíamos cosas para nada pacíficas. Con nuestras manos y bocas. Queríamos más, parecíamos unos avariciosos insaciables, pero no podíamos ir más lejos por mi estado de salud.Lo veía contenerse y yo no quería eso, quería recibir todo lo que era capaz de darme y mi cuerpo reaccionó explícitamente a eso, rodeándolo con mis muslos e invitándolo a tomarme. Yo carecía de algo que él no: autocontrol.Recuerdo lo que me dijo:―Esperé por ti diez años, puedo aguantar unas semanas......―Hola, esposa ―dijo, besándome en la boca.Actuaba como si no nos hubiéramos visto hace media hora. Y también me había besado, de nuevo. Hizo lo mismo hace una hora, hace
He comenzado a preguntarme cómo habría sido mi vida si hace diez años hubiera aceptado ser la novia de Derek, si no lo hubiera rechazado. ¿Cuánto dolor me hubiera ahorrado?―No me sé su nombre. Es la verdad ―juré.―¿Y su número de teléfono?―No tengo celular, ¿se te olvida? Y no me sé su número de memoria.Sus ojos fueron a todos lados en la habitación. Estaba segura que él tenía mi celular, pero no quería admitirlo.―¿Dónde te reunías con él cuando…? ―No pudo terminar la frase.―Era en una minivan sin matrículas, de esa forma me raptaban. Y siempre me llevaban al mismo lugar, pero vendada o drogada ―dije con vergüenza―. Excepto…. Esa noche que logré escapar, pude ver el exterior del lugar. Pero no podría decir como llegar porque estaba muy desorientad