―¿Por qué no le dijiste nada a Kira? Ella te habría prestado el dinero ―Se colocó en mi campo de visión. Estaba serio.
―Porque… Era orgullosa en ese entonces y pensé que podía resolverlo yo sola. Y desde entonces estuve pasando de deuda en deuda, ya van diez años. Tuve una deuda con la universidad, luego con el señor Martín y ahora contigo… ―Cerré la boca al instante. Derek se iba a convertir en mi prestamista una vez que le comprara mi deuda a Martín. No podía hablarle de esa forma y tentar mi suerte
Se recostó a mi lado.
―Pagaré tu deuda, no se traspasará a mí, estará completamente saldada. No le deberás a nadie.
―¿Por qué? ―cuestioné.
―¿Disculpa?
―¿Por qué vas hacer eso cuando es tu oportunidad de atraparme en tus redes como lo habías planeado? &
Los siguientes días fueron pacíficos, tranquilos. Bueno, no siempre. A veces (para no decir todos los días) hacíamos cosas para nada pacíficas. Con nuestras manos y bocas. Queríamos más, parecíamos unos avariciosos insaciables, pero no podíamos ir más lejos por mi estado de salud.Lo veía contenerse y yo no quería eso, quería recibir todo lo que era capaz de darme y mi cuerpo reaccionó explícitamente a eso, rodeándolo con mis muslos e invitándolo a tomarme. Yo carecía de algo que él no: autocontrol.Recuerdo lo que me dijo:―Esperé por ti diez años, puedo aguantar unas semanas......―Hola, esposa ―dijo, besándome en la boca.Actuaba como si no nos hubiéramos visto hace media hora. Y también me había besado, de nuevo. Hizo lo mismo hace una hora, hace
He comenzado a preguntarme cómo habría sido mi vida si hace diez años hubiera aceptado ser la novia de Derek, si no lo hubiera rechazado. ¿Cuánto dolor me hubiera ahorrado?―No me sé su nombre. Es la verdad ―juré.―¿Y su número de teléfono?―No tengo celular, ¿se te olvida? Y no me sé su número de memoria.Sus ojos fueron a todos lados en la habitación. Estaba segura que él tenía mi celular, pero no quería admitirlo.―¿Dónde te reunías con él cuando…? ―No pudo terminar la frase.―Era en una minivan sin matrículas, de esa forma me raptaban. Y siempre me llevaban al mismo lugar, pero vendada o drogada ―dije con vergüenza―. Excepto…. Esa noche que logré escapar, pude ver el exterior del lugar. Pero no podría decir como llegar porque estaba muy desorientad
―¿Cuándo fue la última vez que fuiste a la iglesia? Tu imaginación no es normal ―dije, impresionada.―¿Cuándo fue la última vez que tú fuiste a la iglesia? ―Contratacó.―No contestes una pregunta con otra. Además, mis pensamientos no son tan demoníacos como los tuyos. Hablas como un desquiciado.―Es mi forma de expresar mi furia ―habló con humor antes de volver a su habitual gesto gélido―. Tengo algo que resolver, quédate en la habitación.Me besó antes de salir.“Quédate en la habitación”Esas palabras rondaron por mi mente.¿Por qué me dijo eso antes de irse?En estos veinte días de recuperación, no me ha dicho ni una vez que me quedé en la habitación. Eso significa, que algo está ocurriendo y no quiere que me entere.¿Y él en verdad creía que le haría caso?Sí me encuentro en este punto de mi vida porque jamás le hice caso.Con mi pijama y el cabestrillo bien puesto, salí de la habitación. Me encontré a Carla en el camino.―Señora, ¿qué está haciendo aquí? Debe volver a la habitació
¿Qué es lo que estaba viendo? ¿Estoy en el paraíso? ¿Por qué Carla no quería que viera esto? ¿Pensó que me entristecería? Se equivocaba, este se convirtió en el mejor recuerdo que tengo de mis queridos padres.Los terminaron de echar y les cerraron el portón en la cara. En ningún momento se dieron cuenta que la hija que tanto despreciaron y usaron como chivo expiatorio, presenció tal humillación. Bajé las escaleras corriendo, la emoción me brincaba en el pecho. Salí de un tiro por la puerta principal, alcanzando a Derek y Carla, que estaban regresando.Aceleré el paso, plantándome frente a ellos.El hombre de ojos grises frunció el ceño al instante. No me importó su molestia, estaba feliz por lo ocurrido.Abracé a los dos cómo pude con mi mano sana, metiendo mi rostro entre ambos.―¿Qué haces aquí abajo? Te dije que te quedarás en la habitación. ¿Y por qué corres? Pasaste por una cirugía ―gruñó, y aún así, no me apartó. ―No me importa lo que digas, no puedes dañar este momento ―Est
―Esos malditos hijos de puta.Era la onceava grosería seguida de Derek. Me cansé de seguirlo con la mirada, dando vueltas en la habitación con el teléfono en mano.Se me olvidaba las actitudes que adquiría a la hora de los robo. Y era un recuerdo escalofriante; lo que hizo conmigo, lo que hizo con su empleado. Pero mis padres se merecían el trato que estaba segura que Derek les daría una vez que los encontrara.Lo que estaba ocurriendo con mis padres, no desencadenará ningún sentimiento antiguo por la vez que le robé, ¿verdad? No estaba segura que tanto me había perdonado aquel hombre. En la bañera podrá haber dicho mucho, sin embargo, sus sentimientos eran volubles.Permanecía con ese miedo que sus sentimientos cambiarán, que su odio por mí se volviera más fuerte que su afecto. Podría volver a humillarme frente a sus empleados, a ponerme sobre su regazo y pegarme. A veces tenía esos pensamientos, inclusive, hace unos días, tuve una pesadilla sobre eso, pero no fui capaz de contárselo
―Este lugar es una bazofia, ¿qué hacen los ladrones de tus padres con el dinero que roban?―Dije que robaban, no que supieran administrarlo.―Da igual. Este lugar no es apto para humanos ―Supongo que era el lugar más horrible que había visitado, porque se le iban a salir los ojos de la impresión. Me alegra saber que mi anterior apartamento es considerado un mejor lugar que este―. Parece un criadero de inadaptados.Le arrojé una mirada feroz. ¿Me llamó inadaptada?―Pero tú eres la excepción, por supuesto ―añadió con rapidez, dándome una ligera nalgada. ―Vamos. Acabemos con esto de una vez y trata de controlarte.¿Por qué le dije eso? ¿Por qué le dije que se controlara cuando los quiero ver pagar?―Si querías que me controlara, no debiste venir. No pienso tener consideración con ellos ―Se bajó del vehículo, dando un portazo.Lo seguí, unos pasos más atrás, viendo el suelo agrietado. Grietas que no estaban acá hace unos años, un pequeño recordatorio de que el tiempo había pasado, ya no e
El corazón casi se me salió del pecho, pegué un brinco digno de un cobarde. Abracé el brazo de Derek con mi extremidad buena. Busqué por todas partes el causante de aquel escalofriante chillido. Y entonces lo vi, un patito de hule con un esmoquin.Había demasiados cosas regadas por doquier. ¿Estás personas en verdad robaron un patito de hule con esmoquin? ¿Razón? Seguro que no tienen. Derek lo pisó a propósito y el muñeco de baño emitió el mismo ruido.Me acababa de asustar por el sonido de un pato de hule. ¡Que vergüenza!―Tranquila, mi amor, te protegeré de cualquier patito de hule que se atreva asustarte ―Y lo pisó tan fuerte que lo reventó.Lo decía jugando, pero sus acciones parecían las de un mafioso.―Tú no eres normal.―¿Seguimos? ―preguntó, manteniendo su brazo como apoyo para mí. ―Sí.Continué caminando con extremo cuidado entre los objetos desparramados en el suelo. ¿Cuáles eran las posibilidades de encontrar una mina escondida?A los minutos, escuché los gruñidos de Dere
―¡Hazlo! Me ahorraría el trabajo de llamarlos yo mismo para denunciarlos por robo, desgraciado.No sabía que pensar de la situación. Mi esposo por obligación estaba asfixiando a mi padre desobligado.Ninguna emoción de compasión cruzó mi corazón al ver a mi progenitor en ese estado, con los ojos desorbitados y amenazando con ponerse en blanco dentro de pocos segundos. Y aún así, no quise intervenir. ―¡Suelta a mi esposo, maldito! ―exclamó mi madre.Corrió en dirección a mi esposo, preparada para atacar. Sin embargo, fui más rápida y la abofetee, desorientándola. Se quedó quieta, sorprendida. Inclusive, yo estaba sorprendida. No podía creer mi accionar.Solo le había levantado la mano a mi madre una vez y tuve que huir de casa en el proceso porque pensé que la había matado y creía que mi padre me mataría a mí por eso. Derek soltó a mi padre con prisa y se interpuso entre mi madre y yo, supongo que usando su cuerpo como una barrera por si mi madre intentaba devolverme el golpe. Con mi