¿Qué acababa de decir? ¿Por qué me confesé de esa manera?Estaba tan absorta en su amabilidad, comprensión y mimos, que no fui consciente de lo segura que me sentía a su lado y la facilidad con la que salieron las palabras.―¿Para qué necesitas cuatro mil dólares? ―Arqueó la ceja.Él podría ser amable, atento y cariñoso, mas no podía permitirme olvidar que la razón por la que llegamos a este punto fue por un contrato fraudulento al que me ató. Si tiene la oportunidad de adueñarse de mi deuda, lo utilizará para amarrarme más a él. Sin contar, su ferviente desprecio hacía los endeudados. No soportaría que la actitud que toma conmigo cambiara. No luego de haberme tratado tan bien.Y esas palabras que me dijo en el club campestre, no las olvidaré, por más que estuvieran alimentadas por la rabia.“Todos los endeudados son una basura y un estorbo para la economía”. Me rompería el corazón escuchar que se refiriera a mí de esa forma. Me dolería en el alma luego de todo lo que hemos avanzado
La temperatura descendió a bajo cero en esta gran habitación. Me mordí la lengua, rogando un milagro.―¿Qué crees que haces? ―dijo con frialdad.―¿A qué…? ¿A qué te refieres? ―tartamudee.Estaba tan nerviosa que no se me ocurrió nada más que hacerme la desentendida. Entre todas las opciones, escogí la peor. Pude mentir, inventar una excusa, decir la verdad. Sin embargo, preferí hacerme la tonta a pesar de ser consciente que él vio como oculté el dinero en mi espalda.Apretó la mandíbula. Noté como sus ojos grises se oscurecían.―¿A qué me refiero? ―repitió con el desdén burbujeando en su garganta. Dio grandes y lentas zancadas hasta plantarse de frente. Retrocedí con paso tambaleante. Me sujetó del brazo y gracias a eso pude darme cuenta de lo molesto que estaba. Su agarre era demasiado fuerte.Usó su fuerza para exponer mi mano llena de billetes, casi me zafó el hombro del lugar.―Me refiero a esto.Exhalé el aire que estaba aguantando.―Derek, te lo puedo explicar ―dije con rapidez
En el auto, dejé de llorar. El corazón lo tenía destruido, pero el simple gesto de sostenerme para que no me cayera fue todo lo que necesité para sentir un soplo de aire fresco. Derek conducía en silencio. Su gesto era severo y cargado de odio.―¿Podemos hablar? ―pregunté con gallardía.―Sí, hablemos ―dijo con falsa felicidad―. He sido muy indulgente contigo. Es hora que te enteres de las clausulas importantes. Si me eres infiel, pagas medio millón de dólares. Si no estás en la casa antes de las nueve de la noche, pagas diez mil dólares. Si pasas la noche fuera de la casa sin mi autorización, son cien mil dólares. Si le revelas a alguien nuestro contrato, son cien mil dólares. Si fumas, son diez mil dólares.Parpadeé, incrédula.―Y yo supongo que no te tengo que recordar lo que pasará si pides el divorcio antes que se cumpla el plazo de trescientos sesenta y cinco días ―habló con sorna.Sonreía con malicia, reía con mezquindad. Y a pesar de eso, en sus ojos se mostraba que no lo esta
••Narra Derek••No podía dejar las manos quietas, las movía constantemente una contra la otra, o sobando mis sienes. Trataba de lucir pacífico, indolente, pero la rabia burbujeaba en mis venas.No podía estar cinco segundos de paz sin imaginarme a Erika con mi dinero escondido detrás de su espalda. ¿Por qué tenía que traicionarme? No esperaba que me amara, pero pensé que habíamos conseguido un avance, que me estaba viendo con otros ojos. Al final, terminó siendo igual de codiciosa que mis padres, prefiriendo el dinero antes que a mí. Bueno, al menos ella no planeó mi muerte, hasta donde estoy al tanto.¿Por qué tenía que ser Erika? Me lo esperaba de cualquiera menos de ella. Le estaba dando todo, consintiendo como nunca y aún así, no fue suficiente.Me mintió a la cara, me robó. Recuerdo haber visto rojo, quería lastimarla, humillarla, hacerla sufrir, que llorara. Perdí el control. Al verla, recordaba lo que hicieron mis padres.Ese era mi problema. Cada vez que alguien me traicionab
••Narra Derek••Sus grandes ojos azules me miraban, debatiendo entre la determinación y el miedo. Siempre impulsiva, siempre arriesgada.Siempre me ha tenido miedo, por más que trate de disimularlo, y aún así, toma las decisiones que sabe que me pondrán en su contra.Pudo actuar como los demás asustadizos en la sala y limitarse a gritar que lo soltara. Pero no, ella necesitaba enfrentarme, debía demostrar que no se dejaba ganar por el miedo. Por eso me sorprendió que se dejara intimidar por su antigua jefa. La Erika de hace diez años no hubiese aguantado la actitud de Katy, así como no aguantó la mía en aquel entonces. Es como si su fortaleza fuese disminuyendo con los años. ¿Qué la habrá hecho cohibirse?Hace diez años no hubiese podido obligarla a casarse conmigo. Con ese carácter salvaje los más probable es que me apuñalara sin importarle ir a la cárcel. Me limité a seguirla de vez en cuando a través de un investigador privado. Y cuando no pude contenerme más; cansado de estar entr
••Narra Erika•• Mi cuerpo se sentía pesado, cansado. Los ojos me ardían al parpadear. Estaba en la cama de Derek, cubierta por las sábanas. No sé en qué momento terminó la reunión, ni siquiera recordaba volver a casa. Creo que me quedé dormida en los brazos de Derek. Recuerdo abrazarlo, rozar mi nariz contra la piel de su cuello, aspirar su aroma. En el momento en que me había sentado sobre su regazo, me llenó de esperanzas. Él me quería, por más que intentara negarlo o fingirlo, yo me daba cuenta. Porque los pequeños detalles que para otros eran insignificantes, para mí tenían mucho valor viniendo de alguien como Derek Fisher. Por favor, acababa de golpear a alguien y dejar su cuerpo inerte a los pies de la mesa mientras seguía con la reunión como si nada. Si fuese otra persona la que estuviera en mi lugar, no le importaría un pepino si colapsaba en el piso o me moría de hambre. Él me perdonaría, tarde o temprano, pero lo haría. La puerta se abrió. Carla entró, sonr
El día pasó lento, estaba distraída. Confundía la cantidad de copias que debía sacar en la impresora, no prestaba atención a lo que decía mi supervisora, le eché sal a mi café y tuve que enviar los correos electrónicos tres veces porque me equivocaba colocando los remitentes. Veía la hora cada minuto, rogando por salir del trabajo y hablar con Derek. Necesitábamos tener una conversación honesta. A las cinco y veintinueve ya estaba despidiéndome del equipo. Caminé con rapidez por las calles. Estaba acostumbrada a ir y venir del trabajo a pie. Creo que la única dificultad es la distancia. La mansión está a cuarenta minutos a pie. La señora Carla me entregó una hojita con la combinación de las puertas de la mansión antes de salir de la casa. La usé y avancé hasta la puerta principal. No me dio tiempo de poner la combinación de la puerta principal cuando esta se abrió. ―¿Por qué carajos te vas caminando? ―Atacó sin darme tiempo a reaccionar. Los ojos de Derek me perforaban c
Respiré profundo. Sentía que cada inhalación era más corta, necesitaba más esfuerzo. ¿Era ocasionado por la presencia de dos personas indeseables? ¿Por el sentimiento de abandono de parte de Derek? Sin mediar palabra, tomé asiento frente a la variedad de platillos. Los deje a los tres parados, no me molesté en demostrar educación y clase. Derek tomó asiento a mi lado y mis padres enfrente. A diferencia de ellos, no me molesté en servirme de entre las opciones, me quedé viendo a mis progenitores fijamente mientras agarraban los alimentos sin pena. Derek también estaba sirviéndose. No me senté para comer ni fingir ser una familia feliz. En cualquier momento comenzarán hablar mal de mí e intentarán poner a Derek de su lado. Tengo que impedirlo. Ya de por sí le he dado una mala imagen con mis acciones. Derek puso una pechuga de pollo sobre mi plato. Le lancé una mirada asesina que ignoró. No quiero que mis padres alimenten su cerebro con mentiras sobre mí, pero eso no sig