•Narra Morelia Dalas• Kenny frena en seco, al escuchar lo que le acabo de decir. Su entrecejo se encuentra formando una enorme raya, bajo ese resguardo de disgusto.—No saques conclusiones de lo que no sabes —me dice serio. Cualquiera tendría miedo de ese gesto, pero yo no. —Tratas de negar algo, que en lo profundo sabes que es cierto.Kenny aprieta su mandíbula, creo que he logrado enojarlo. —Es suficiente. Determino que se me han ido las ganas de almorzar. —Su mirada se aleja de mí, y observa en frente, a la vez que aprieta con fuerza el timón—. Tu turno ha terminado, nos vemos el día de mañana a la misma hora. —¿Qué? —exclamo, no comprendo su indicación. —Bájate —me indica abriendo el seguro de las puertas.Me quedo sorprendida, aunque la verdad, no debería. Por lo que comprendo, Kenny fue así antes. Fue una persona que no le importaba el sentimiento de los demás. Jamás… jamás pensé en observar esas actitudes, él… él era diferente cuando yo lo conocí, era claridad y no ésta
°Narra Morelia Dalas°—¿Cómo se encuentra?Kenny, con las manos entrelazadas sobre su mentón, me cuestiona de forma muy interesada.—… ¿Es agradable?Sus ojos desde hace unos minutos no se alejan de mí.—Sí. Esta sopa de pollo sabe bien —simplemente respondo.Él asiente, entonces acomoda su servilleta en las piernas y atrapa el otro plato de sopa.—Bien, me toca probarlo.Sin querer se me escapa una pequeña risa de sarcasmo.Hace unas horas me expulsó de su auto y ahora trata de ser amable.Es Kenny… en lo profundo sigue siendo él. Pero odio sus cambios de humores. Sigo degustando de mi sopa, en tanto, él, me demuestra que también lo hace.El silencio sigue siendo el enemigo entre los dos.Termino de comer y bebo un poco de agua. Creo que me siento más estable.—Bueno, ahora puedes probar otro tipo de alimento. ¿Tal vez un poco de tostadas?Observo las tostadas, recuerdo que aquello era lo que más le gustaba. Juzgo que espera que le dé un tipo de aprobación para que también los coma.
°Narra Morelia Dalas°Sí... comprobaba de nuevo que Kenny tenía, una que otras, similitudes entre las actitudes del pasado y las de hoy.Sé que ya no es esa persona con bromas sutiles y cariñosas, que me envolvían cuando estábamos en nuestros buenos momentos juntos. Pero, al final, el resultado que busca viene a ser lo mismo: Ver por mi bienestar, a su modo, aunque ahora lo demuestra, con un tono más burlón e inmaduro.Engreído era la palabra. —¿Qué te sucede? —me cuestiona. Me había quedado viéndolo por mucho tiempo.—Nada…Mis ojos regresan al frente y me quedo en silencio.—Bien —contesta, y con una última vista de reojo, inicia a manejar.Lo miro por ratos. Sus expresiones, sus gestos inconscientes son los mismos. ¿Qué tan mal se encuentra su situación?Si en este momento pudiera tan solo hablarlo con él. Si tan solo pudiera preguntarle muchas cosas para poder ayudarlo.Si tal vez… solo tal vez… si pudiera decirle la verdad para terminar con este juego.Bajo la mirada, y aprieto
°Narra Morelia Dalas°El pesado de Maycol se quedó toda la noche. Como de costumbre, durmió en el mueble y salió a las siete. No podía cambiarme, no podía hacer nada, así que le dejé un mensaje a Kenny de que llegaría tarde a trabajar.Corro y corro desesperada, para atrapar el ascensor del edificio. Trato de retomar mi aliento, en tanto verifico en mi reloj que son las 10 am.¡Dios Mío!Salgo disparada del ascensor ni bien llego al piso. Entonces, toco a duras penas el timbre.Toco una y no sale, entonces toco dos.—Buenos días —pronuncio ni bien abren la puerta.—Buenos días —me corresponde una mujer en bata blanca. Sus rubios, ondeados y mojados cabellos caen por sus mejillas —. Quién…—¡Déjala pasar! —Por al fondo, la voz de Kenny se escucha.Me ahogo con mi saliva y traigo mi alma de regreso a mi cuerpo.—Soy Morelia Dalas, la nueva asistente del Señor Stewart.—Ahh… sí, ya lo oíste, pasa.La mujer la he visto antes. La he visto, pero no recuerdo exactamente dónde.Aprieto mis la
°Narra Morelia Dalas°Siento una mirada que no se aleja de mí.—Estoy empapado por completo —dice Ever, y recién reacciono.—Perdo-perdóneme. —Trato de ayudar en algo, pero…, no sé cómo hacerlo.Sin querer me acabo de mostrar un poco torpe. —No, está bien, fue un incidente —me contesta con amabilidad. Pensé que él sería un típico niño rico, con ese comportamiento desastroso.—Oh, Dios mío. ¿Qué puedo hacer? Por favor, quiero ayudarlo.Él retira su pañuelo del bolsillo de su pecho y me lo entrega.—Usted, debería secarse.—¿Mmm?Me extiende la mano, entonces me fijo a mí misma y veo que me he mojado también el estómago.«No puede ser…»—Gra-gracias… —le digo y lo tomo.—Creo que deberíamos ir a un lugar más cómodo para realizar esto —me dice. Yo asiento.Ever se disculpa con sus amistades y me invita a seguir a su compás. Salimos al mirador principal, donde nos encontrábamos con Matt.Lo primero que hago es limpiarme, y luego alzo la mirada, cuando él dice:—¿Desearía que le ofrezca a
°Narrador Omnisciente°Dos personas perdidas en su deseo se besaban con alta lascivia. Sus cuerpos apegados querían desnudarse. Si aquello lo pudieran hacer en un pestañear, lo harían.Kenny ante la oscuridad, avanza haciendo retroceder a Morelia. Con la mano calcula el respaldar para no lastimarla con algún objeto. Él siente la pared y ahí es donde baja a Morelia de su cintura para que se sienta más cómoda, pero ella, caprichosamente, alza una pierna enrollando por completo la suya.Pasión, la pasión los está quemando.Kenny aprieta sus caderas mientras deleita celosamente su cuello a mordiscos. Morelia reluce un pequeño gemido, en tanto se aferra más a su espalda.Ambos están tan inmersos en sí, que, ni siquiera, se ponen a analizar en donde se encuentran.Las palabras no salen de ninguno, sus cuerpos expresan todo. Parecía ser el inicio de algo desenfrenado hasta qué...—¿Quién está ahí?La luz se enciende, los dos se miran a los ojos con enorme impacto. Morelia de lo rosa que se e
°Narra Morelia Dalas°Esos ojos cafés me están mirando, bajo esa pequeña sonrisa pícara.No es exagerado decir que se me ha detenido la respiración unos segundos.—Yo… —replico demasiado nerviosa y retrocedo un poco, hasta perder el equilibrio y caigo de trasero al suelo—. ¡Ay!Alzo mi mirada y Kenny me fija con los ojos bien abiertos.Los dos nos miramos de igual forma, hasta que una risa natural sale de él.Él se sienta de inmediato, y pasa su mano por el rostro. Su risa no se detiene. Tampoco veo su intención de ayudarme.Me le quedo viendo, y siento que esa risa es como una melodía para mis oídos.Kenny… Kenny… ¿Por qué no puedo ver esto más seguido?Debería reírme y mostrar mi vergüenza. Pero en vez de eso mis ojos se apañan.Aprieto mis labios.—¿Te gusta el suelo? —me dice con un tono burlón, luego me mira a la cara y borra todo el grandioso gesto que tenía—. ¿Estás bien? —cuestiona. Es claro que ha notado mi expresión.Asiento, él parece asustado así que me brinda rápidamente
°Narra Morelia Dalas°Ever tan brillante y distinguido, me muestra los dientes. Se encuentra vestido de un conjunto de seda blanca, haciéndole ver más fresco.—No sabía que te irías hoy, me sorprendí al ver que te ibas con tu maleta...Morelia, piensa… piensa.—... lo siento, lo siento por perseguirte. —No, está bien —me justifico, negando con mis manos—. Yo soy la que debería decir eso. Tuve un llamado urgente de mi hermano, así que tuve que comprar mi vuelo de regreso. Todo fue tan repentino que no pude, ya sabes... —Entiendo... —Con simpleza, él se rasca la nuca con un poco de tímides—. Quise despedirme antes de no volverte a ver más. Me siento nostálgico porque había prometido darte un pequeño tour, pero la circunstancia terminó así. —No, Ever, no debes sentirte apenado —replico y trato de relacionarme naturalmente. Sus ojos lo delatan. Duda si dar el siguiente paso.—¿Morelia, a qué hora es tu vuelo?—Dentro de dos horas. —Entonces... —él toma mis dos manos con emoción—. Pod