—¿Alex? —volvió a llamarlo. Él se sentía avergonzado por que ella lo mirara de esa forma.
—Sí. —respondió al fin. Ella estaba deslizando sus dedos entre sus cabellos sin ser consiente de ese gesto, contrario a él que, sí se había dado cuenta de sus caricias y se concentró en el movimiento de sus dedos y eso lo relajó.
Había pensado en no disculparse, al final fue culpa de él por no dejarla ir cuando se lo pidió. Pero el verlo así, tan indefenso, se sintió culpable. Un hombre fuerte siendo derribado de esa forma, de seguro no le haría nada bien a su orgullo.
—Lo siento. —dijo ella. Él no respondió nada. Cuando se sintió mejor intentó levantarse, pero ella lo detuvo.
—¿Seguro que puedes caminar?
—Sí —respondió. Ella le ayudó a levantarse. Se dirigió al baño, lavó su rostro y mojó sus cabellos.
—¿Necesitas que te ayude en algo más? —preguntó por cortesía cuando volvieron a la sala.
Él le sonrió.
—Puedes ayudarme a darme una ducha —respondió.
—Ja, en tus sueños. —al parecer él ya estaba mucho mejor.
—Los sueños que tuve anoche los hice realidad cuando te besé hace un momento.
—Ayer parecías que no matabas ni una mosca ¿Este es tu verdadero yo?
—Anoche estaba preocupado por ti, no soy alguien sin sentimientos. Pero tampoco soy ciego, eres muy bella y no puedo evitar sentirme atraído por ti. Deberías compensarme por esto —dijo señalando sus labios—, me gustaría volver a verte, lo digo en serio —Alex caminó hacia ella.
—No te acerques —Dijo ella.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo?
Quizás debería ser él quien temiera de ella, pero no podía explicar esa atracción que sentía por ella, aun después de lo que le había hecho.
—Claro que no —mintió. Y no era solo de él de quien temía, sino de ella misma, de no ser capaz de resistirse a él y se sentía mal el solo pensar que algo más podría pasar entre ellos, era como si estuviera traicionando a su gran amor.
—No parece. Pero tranquila, no te haré nada. No soy de los que toman a una mujer a la fuerza. Más bien, me gusta verlas disfrutar cada vez que…
—No me interesa —Lo interrumpió ella. Él sonrió. Era posible que él no fuera capaz de eso. Ella había dormido en su cama y él la había respetado. Aria se inclinó para tomar su bolso y su chaqueta que habían quedado tirados en el piso. —Adiós —volvió a despedirse. Caminó hasta la puerta.
—Te volveré a encontrar mi diosa.
—Eso lo dudo. —Dijo luego de girarse hacia él.
—Y cuando lo haga, terminaremos lo que empezamos: Serás mía.
—Jamás —Lo miró sobre su hombro antes de decir—: No vuelvas a cruzarte en mi camino. —Terminó de salir y cerró de un portazo.
—Ese fue el destino, preciosa —Musitó, pero ya estaba solo en medio de la sala.
****
Ariadna detuvo su camioneta frente a la casa de sus padres. Apoyó su cabeza en el asiento y cerró sus ojos. En cuanto saliera de su auto deberá olvidar todo lo de la noche anterior y esta mañana. Alex solo había pasado por su vida como una pequeña ráfaga de viento queriéndola sacar de su zona de confort, eso era todo.
Pues su mente le estaba jugando una mala broma; ya que no había dejado de reproducir como una película el momento en el que se había besado con Alex. Y hablando de olvidarse de todo, era lo menos que estaba haciendo.
El sonido de otro auto la sacó de sus pensamientos. Se bajó de la camioneta para encontrarse con su padre y su esposa bajando del auto.
—Llegaste —Musitó su padre.
—Hola, papá —Se acercó a él para darle un abrazo y un beso. Lo mismo hizo con su madrastra, ella se mostró más expresiva y alegre por su presencia.
—Te esperábamos anoche —Dijo Emma.
—Lo sé, lo siento. Tuve un inconveniente ¿Pero ustedes de donde vienen a esta hora? —Preguntó cambiando de tema.
—Del hospital.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó? —Ella se mostró preocupada por ambos.
—Tu padre no se sentía bien anoche y…
—No fue nada —intervino su padre— Solo estoy cansado.
—Papá —Ella tomó su mano— Debes cuidar…
—No me digas que debo hacer. Mi hija mayor se va de casa y ni siquiera se toma la molestia…
—¡Brian! —Lo regañó su esposa— No le hables así a nuestra hija. Disculpa a tu padre cariño, él está un poco estresado.
Ariadna sabía que su padre aún estaría resentido con ella por haberse marchado de casa y de la ciudad. Había esperado que pronto se le pasara y la comprendiera, al parecer no ha sido así, aun después de tanto tiempo. Al menos Emma si la entendía y trataba de darle su espacio. Aunque no era su verdadera madre siempre la ha tratado como si lo fuera.
Su padre no dijo nada más.
›› Será mejor que entremos y tengamos un buen desayuno —Propuso Emma, y ambos asintieron. Como siempre ella era la que los mantenía a todos en armonía. Desde que se casó con su padre cuando Ariadna tenía cinco años, Emma ha sido su madre también.
—¿A dónde están los chicos? —Preguntó Ariadna.
—En casa de mi hermana, de ahí se irán a la escuela. —Tenía dos hermanos menores, Liam de quince años y Lillie de once. Ambos eran muy apegados a ella. Sus hermanos eran los únicos con quienes podía sentir un poco de paz en su corazón.
—Supongo que vendrán después de clases. —No los había visto desde hace más de un mes. Eran ellos los que iban a visitarla algunos fines de semanas hasta Cambridge. Y no quería irse sin antes verlos y abrazarlos.
—Por supuesto. Les haré un delicioso almuerzo. —Aria sonrió.
—Gracias, mamá. —A Emma siempre se le hinchaba el pecho de orgullo cada vez que ella la llamaba de esa manera. La primera vez había sido cuando estaban en una actividad en su escuela. Emma había llorado de la emoción por escucharla decirle a sus compañeros que ella era su madre.
—¿De que querías hablar, padre? —Preguntó.
—Será mejor que vayamos hablar a mi despacho —Respondió Brian, pero antes de que Ariadna se colocara de pie, su madre habló.
—Ahora no, Brian necesitas descansar. Hablaran después —Miró a su hija— Cariño, puedes descansar también. Tu habitación está lista.
Si no fuera por la salud de su padre, hubiera insistido en hablar de una vez con él. Pero ellos habían ignorado el tema de porque estaban en el hospital. Algo le decía que no era simplemente estrés por el trabajo.
Ariadna fue hasta su habitación. No había estado ahí desde hace mucho tiempo, pero todo permanecía a como ella lo recordaba. Se dio un baño tomándose su tiempo y luego de colocarse algo cómodo, se recostó en la cama.
*****
Alexander se preparó como todos los días para ir a la oficina, aun después de que su padre le dijera el día anterior que ya no sería parte de su empresa. Si alguien se merecía dirigir la compañía de su familia después de su padre, era él. Y no iba a permitir que nadie lo hiciera a un lado, ni siquiera su propio padre. Si su madre estuviera viva, le diría que no debe darse por vencido. Cuando se trata de lograr algo, ella siempre lo animaba a esforzarte más por alcanzar su meta.
Estaba terminando su desayuno, cuando su amigo Jack, llegó. Parecía como si no hubiera dormido en toda la noche y probablemente así fue.
—Esta ya parece tu casa —Se quejó Jack. Alex sabía que él solo bromeaba.
—Buenos días a ti también. —respondió mientras le servía una taza de café.
—¿Todo bien? —Cuestionó Alexander.
—Nada tan grave y lo mismo de siempre.
—No estoy seguro si entendí tus claves.
—Olvídalo ¿Cómo te fue con la chica? ¿Por qué llamó desde tu teléfono? ¿Qué hacía aun aquí? —Preguntó con curiosidad.
—Esas son muchas preguntas. Pero te lo resumiré porque ya debo ir a la oficina. Durmió aquí y me mordió cuando nos estábamos besando. —Tomó sus llaves y salió de la cocina antes de que su amigo reaccionara.
—¿Qué? ¿Durmió… ¿Se besaron? —Cuestionó Jack, interponiéndose en su camino.
—Y también me mordió, mira —dijo señalando sus labios— Pensé que me desmayaría frente a ella, cuando sentí la sangre y… —Jack empezó a reírse a carcajadas.
—Te parece gracioso ¿Verdad?
—Por supuesto que lo es —respondió sin dejar de reír. Él también se puso a reír. Nunca antes le había pasado algo parecido.
Jack dejó de reírse y se puso serio.
—¿Dijiste que irás a trabajar? Pero tu padre te despidió ayer.
—Lo sé, espero que no lo dijera en serio. Sin embargo, intentaré convencerlo de que soy el indicado para este trabajo. No puede echarme así nada más; soy su hijo.
—No solo puede, sino que ya lo hizo.
—No estás ayudando. Mejor me voy.
—Oye ¿Qué es eso? —cuestionó Jack señalando un objeto en el piso cerca de donde estaba parado Alex.
—¿Qué? —Se inclinó y lo tomó— ¿La cartera de una mujer? ¿Será de Aria?
—Sin duda. No he traído a ninguna mujer recientemente y eso no estaba ahí ayer.
Sin poder con la curiosidad Alex abrió la pequeña cartera. Lo primero que vio fue la identificación. Al leer el nombre completo se quedó en shock.
—¿De quién es? —Su amigo no esperó que respondiera tomó la cartera de sus manos.
—¿Ariadna Kelly Fowler? Ese es el verdadero nombre de Aria. ¿Kelly? ¿Ella es…
—Es ella. —Alex caminó hasta el sofá y se dejó caer— Es la mujer con la que mi padre quiere que me case. La hija de Brian Kelly.
—El señor Kelly, es mi paciente —musitó Jack sin darse cuenta que lo decía en voz alta.
—¿Tú paciente?
—¿Ah? sí, pero no puedo decirte nada más, lo siento amigo. Es confidencial.
—Está bien —De todas formas, podía averiguarlo si quisiera.
—¿Y ahora qué harás con Aria… Ariadna?
—¿A qué te refieres?
—Rechazaste el compromiso. Ahora es muy probable que ella se vaya a casar con algún otro miembro de tu familia.
Alex volvió a colocarse de pie, le arrebató la cartera de las manos antes de caminar de prisa hacia la puerta.
—Espera ¿A dónde vas? —Jack no obtuvo respuesta porque Alex salió de la casa— ¿Y ahora, que bicho le picó?
Alexander condujo poco más de veinte minutos desde Mount Maunganui hasta Pyes Pa. —Buenos días, señor —Lo saludó el guarda de seguridad en la entrada principal de la compañía de su familia. Alexander contestó con la misma cortesía— Lo siento mucho señor, su padre dio órdenes de no dejarlo entrar. —¿Qué? —Disculpe señor Alexander. Solo cumplo las ordenes de su padre. —No puedo creerlo —Aquello debía ser una broma. A la distancia Alexander miró a su hermano bajar de su auto e ingresar al edificio. Mientras él seguía en el portón principal discutiendo con los de seguridad. Tomó su teléfono y marcó el número de padre, su padre no le respondió, era de esperarse. Se hizo a un lado y estacionó cerca de la entrada. Era una suerte que aún hubiera personal ingresando a esa hora de la mañana. Esperó a que las puertas se abrieran mientras simulaba que hablaba por teléfono. Un auto estaba ingresando y no lo pensó dos veces, Alex aprovechó para entrar corriendo antes de que las puertas se cer
Ariadna había pasado una tarde agradable junto a sus hermanos. Ahora estaba en el despacho de Brian. Conocía a su padre y sabía cuándo algo le preocupaba.—¿Papá, que sucede? —Preguntó. Algo le decía que ese día no terminaría bien.—He tomado la decisión de casarte —Respondió así de la nada. Tenía muchas cosas en mente que decirle a su hija, pero en el último segundo optó por ir al grano. Ya había hablado muchas veces con ella sobre dejar ir el pasado y continuar con su vida. Ella aún era muy joven, con un gran futuro, pero parecía como si estuviera muerta en vida, su luz se había apagado y eso le partía el corazón.—¿De qué está hablando?—El mes que viene, te casaras con el hijo de Robert Green —Hace apenas media hora había recibido la llamada de Robert, confirmándole que su hijo había aceptado el compromiso.Ambos padres por razones diferentes querían que sus hijos formaran una familia.—Eso no explica nada —Ariadna se colocó de pie— Esto es una broma ¿Verdad?—No bromearía de esta
Al entrar a la casa, el alivio en el rostro de Emma al verla, la recibió. Sabía que estaría preocupada por ella. Después de salir del hospital en aquella ocasión, sus padres no querían perderla de vista, ellos temían que ella sucumbiera al dolor e intentara quitarse la vida. No lo iba a negar, lo pensó. Quería también acabar con su sufrimiento, pero ella era la culpable y lo justo era que sufriera.Logró convencer a sus padres que no intentaría ninguna locura.—¿Cariño, estás bien? —Preguntó Emma.—Mamá, no te preocupes. Solo fui a caminar y aproveché para comprar algunas cosas que necesito —Dijo levantando unas bolsas que sostenía en sus manos—¿Dónde está papá?—Ayudando a tú hermano con su tarea —Ariadna sonrío. No importaba cuanto trabajo tuviera o que tan cansado estaba su padre, él siempre dedicaba tiempo a sus hijos— ¿Te sirvo la cena?—Iré a mi habitación primero a darme un baño —Se dio un baño rápido y luego de colocarse algo cómodo, bajó al primer piso. Su madre le sirvió una
Brian y Ariadna entraron a otra oficina un poco más grande.—El joven Alexander aceptó tus términos —Dijo su padre.—¿Tan rápido? —Ella pensó que él lo iba a pensar más tiempo antes de firmar o que refutaría alguna de sus condiciones— Al parecer les urge poner sus manos en nuestra producción —dijo, no había otra explicación.—Aunque este matrimonio sea de esta forma, lo han tomado con mucha seriedad. Para Robert, este negocio es importante, pero también lo es el que su hijo forme una familia.—No me digas. Por eso ambos se pusieron de acuerdo.—Así es. Tenemos nuestros motivos para ver a nuestros hijos casados. Además, no podemos negar qué, si logramos colocarnos en el mercado de Europa tendremos grandes beneficios económicos, prestigio y podremos aportar a la economía de nuestro país cuando esta cooperativa crezca más.—Eso es muy ambicioso.—Puede ser, pero no es solo eso hija, y lo sabes. El precio con el que nos pagan en este continente no es el justo para la calidad de nuestra fr
Llegó a las escaleras y empezó a descender. Emma se había adelantado. En medio de la sala la figura de tres hombres la recibió, uno era su padre y el que estaba a su lado tenía más o menos la de edad de él, eso significaba que el joven que estaba de espalda era Alexander Green. Detuvo sus pasos a falta de un escalón porque creyó saber de quien se trataba, pero lo descartarlo de inmediato, eso no podía ser.Esperó a que su padre la mirara, porque la valentía que tenía se le había esfumado en cuanto pensó en la posibilidad de que fueran la misma persona.—Hija —Dijo al fin su papá— Ven —su padre extendió su mano hacia ella.En ese momento Alexander se dio la vuelta y descubrió que no se había equivocado, era él, Alex, el hombre que había conocido hace unos días y con el que se había besado. Las imágenes con las que había luchado para borrar de su memoria volvieron con más ímpetu.Su padre caminó hasta ella para tomar su mano y llevarla hasta el centro de la sala. Ninguno de los dos podí
En cuanto entraron al comedor, todas las miradas se posaron en ellos. —¿Todo bien? —preguntó Robert. Alexander no respondió dándole la oportunidad de que ella lo hiciera. Ariadna asintió antes de ir a su lugar para sentarse. Alexander la siguió y corrió el asiento para ella, luego tomó lugar a su lado. Él aprovechó el silencio para disculparse con los padres de ella por lo que había dicho, estaba claro que no fue para nada educado menos caballeroso de su parte, pero lo había dicho en un momento desesperado para que ella no intentara escapar de él. Los siguientes minutos no se habló de mucho, hasta que Emma decidió preguntar por la boda. —Me haré cargo de todo —respondió Alexander. Ya que sería algo pequeño, pensó que no tendría ningún problema en organizarlo. Ariadna, siguió comiendo sin prestarles mucha atención. —¿Qué opinas cariño? —preguntó su madre. —No tengo ningún problema con eso —No pensaba poner su atención en algo que no le traía ninguna ilusión. Ya lo había hecho un
—Ella puede hacerse cargo de ese trabajo —Dijo volviendo al tema principal de aquella reunión, como si en un segundo se hubiera olvidado de lo que estuvo a punto de pasar. Pero en el fondo tenía un lío con el cual lidiaría después, o tal vez no y seguirá ignorando lo que sentía cuando estaba cerca de él. Ambos posaron su mirada en la recién llegada y Nyree no entendió de lo que hablaban. Su amiga tenía la capacidad suficiente para hacerse cargo de la publicidad de la cooperativa. Nyree había dejado de trabajar en marketing solo por alejarse de su ex novio. Eso la llevó a tomar el puesto que tenía en la compañía de los Kelly, pero ahora tendría la oportunidad de volver a trabajar en lo que tanto le gustaba. Ariadna sirvió tres tazas de café mientras discutían la idea. Al inicio Nyree había puesto algunos obstáculos para aceptar. Pero luego bastó con unas palabras de Alexander para convencerla. Quizás debió sentirse resentida con su amiga por aceptar así de rápido con él, pero tambié
Ariadna se quedó de pie en el mismo lugar viendo el auto alejarse. Tenía la sensación de que pudo haberse disculpado y arreglado el desastre que ocasionaron sus palabras, pero no lo hizo. Él la había provocado primero y ella solo había reaccionado, pero porque se sentía así…—¿Por qué dije eso? —Se reclamó.Si la relación entre ellos era complicada, ahora sería aún peor. Ella le había dejado claro que lo despreciaba, cuando en el fondo ni siquiera sabía lo que sentía.No tenía intenciones de entrar a su casa, así que, subió a su camioneta y fue directo a su trabajo.Intentó hacer lo mejor posible para no pensar en nada más que no fueran los documentos que tenía en sus manos, pero estaba resultando imposible y eso era más que frustrante, no podía concentrarse. Todos sus pensamientos iban dirigidos a una sola persona: Alexander Green. Repasaba en su cabeza cada momento, desde que lo conoció hasta su encuentro esta mañana.Se dio por vencida y dejando los documentos a un lado, se levantó