YA ESTÁN JUNTOS, GENTE, YA ESTÁN JUNTOS *se va llorando de alegría*
Narra Fabiola.—¿Lista? —cuestiona Diego mirándome con una sonrisa coqueta.Asiento, con el nudo mezclado de felicidad, temor, ansiedad, y... anhelo. Anhelo por saber si todo lo que estuve sintiendo por él antes y ahora realmente puede evolucionar más. Cuando éramos adolescentes, no sabíamos nada del amor, solo nos dejábamos llevar por nuestras primeras emociones; pero ahora, que somos conscientes de nuestros errores, que nuestras personalidades están definidas, y que tenemos estás ganas de reencontrarnos con lo que nos hizo tan felices, es diferente. Tan diferente como especial.Diego toma mi mano y su sonrisa aumenta, me da seguridad. Bajamos del avión después de todo el procedimiento, y él quita mi gorra mencionando que podrían llamarle la atención. Siento las miradas sobre nosotros dos de toda la tripulación cuando caminamos por la pista hasta llegar a una especie de oficina, en donde nos detenemos.—Espérame aquí, solo es procedimiento, mi amor...—De acuerdo, ve tranquilo... —
Narra Giselle.Han pasado casi quince días desde la última vez que vi a Edgar. No saber de él me ha mantenido sumida en una constante preocupación.¿Cómo estará?, ¿acaso la golpiza que recibió fue lo suficientemente fea como para inhabilitarlo por días? Me preocupa que no haya podido ir a trabajar, sabiendo lo importante que es para él el ingreso de dinero en su casa.El día que estuve con él en el parque, no me dejó pagar por los churros. Allí, conversamos un poco más sobre él. Es un chico de pocas palabras, pero soy demasiado curiosa, así que le saqué toda la información que quería.Tiene veinte años. No ha podido seguir estudiando porque, es dedicar tiempo a eso o encargarse de su madre y hermana pequeña. Aunque su madre tiene un trabajo como costurera, lo hace por su cuenta y no le genera ingresos como lo hace un salario fijo. Su hermana, es apenas una niña de ocho años, su todo.Reacciono volviendo a la realidad cuando Bianca toca mi hombro.—¿Qué es esto, Giselle? —me pregunta,
Narrador. Tomados de la mano, como si tener ese contacto fuese el oxígeno para el otro, Fabiola y Diego corren por las calles de Madrid. Él, quien lleva la mochila de ella, es el primero en cansarse, y se detiene, para tomar aire. —¿Pero qué carrizos tienes aquí?, ¿te corrieron de verdad de tu casa o qué? Fabiola se ríe, y abre la mochila solo para que él pueda verla. —Solo es mi vida —señala sus cosas de uso personal y maquillaje. —Auchs... —Diego se lleva una mano al corazón fingiendo estar dolido—. Pensé que yo lo era... —comenta en tono bromista, pero Fabiola no se siente muy a gusto con ello por muchas razones. Él respira dándose cuenta de que tal vez ha ejercido alguna presión sin querer, entonces cierra la mochila y le extiende una mano—. ¿Estás lista, Fabi? La pelinegra ve el brillo en los ojos del piloto y siente su corazón saltar. —¿Para qué? —¿Cómo que para qué? ¡Se nos agota el tiempo! —habla mientras la jala del brazo y ella encuentra divertido el hecho de ponerse
CAPÍTULO 46: SIN IMPORTAR LAS TURBULENCIAS Y TORMENTAS.Narrador.—¡¿Oye qué les he dicho sobre follar en las instalaciones del aeropuerto?!Diego y Fabiola se sobresaltan en medio de su beso apasionado cuando escuchan aquella voz fuera.—Es mi supervisor —susurra Diego sintiendo la gracia del momento. Así que besa la frente de su pelinegra y la ayuda a vestirse.Aunque Fabiola está avergonzada por lo sucedido, al salir y ver a Gregor fuera, no puede evitar reír bajo cuando Diego intenta aligerar la situación.—Ya, ya, amigo mío. No tienes por qué molestarte, ven acá... —Lo abraza por los hombros y besa su cabeza calva—. ¡Muuuak! ¡Te ves precioso hoy! ¿Ya te lo habían dicho? ¡Tú calva brilla!Diego se ve feliz, se siente feliz y eso no solo contagia a Fabiola sino que a su supervisor, quien después de sentir una pequeña molestia por él, cae en las bromas de Diego, por el tiempo que tienen conociéndose de años atrás.—Es la última vez que te lo digo, ya lo sabes —lo señala Gregor con e
Narrador. Diego coloca una mano en la espalda baja de su mujer favorita, y con el sentimiento abrumador por saber lo que pasará en unos minutos, él la guía en la misma sala hasta el gran ventanal que los deja apreciar la hermosa ciudad de París. Fabiola siente ganas de llorar por el simple hecho de estar allí, con él, después de todo lo que han pasado; después de todo el tiempo que lloró por él e incluso llegó a odiar. Todo ese vacío, todas esas dudas, todo ese dolor, se ha ido con cada mirada, sonrisa, abrazo y promesa de amor. Ambos lo sienten así. No hay nada de qué preocuparse siempre y cuando sientan esto el uno por el otro. Se ven a los ojos y saben que, pase lo que pase, nunca dejarán de amarse. —¿Recuerdas que me diste tu teléfono hace años para que pudiera hablar contigo? —pregunta Diego tras un suspiro, mientras observan la madrugada caer sobre ellos mientras la ciudad parece no descansar. —Lo recuerdo —responde ella. Diego sonríe. —Recuerdo haberte hecho esa confes
Maratón 1/3Narrador.Fabiola es la primera en tomar su teléfono y atender.—¿Hola? —responde con temor, pensando que su felicidad se acabará.—Hija, ¿estás bien?La pelinegra le hace una seña al ojimiel que ya se encuentra también contestando la llamada que le ha hecho su copiloto preguntando si asistiría al cóctel, porque todas las chicas están esperando por Fabiola.Diego ve la hora y se sorprende al darse cuenta que son pasada las dos de la tarde.¿Tanto habían dormido? No recordaba la última vez que hubiera dormido tanto sin pararse con dolor en la columna. Así que sonríe, pensando en todos los beneficios que le trae estar con Fabiola. Pues ella le transmite tanta paz que se le va el conocimiento del tiempo.La pareja termina sus llamadas, se ven a la cara y sueltan una pequeña risa mientras se vuelven a besar.—Las chicas esperan por ti. —Y mi padre estaba preocupado. Le prometí escribirle en la mañana y no lo hice. ¿Viste cuánto dormimos? Creí que eran las diez como mucho. Nun
Maratón 2/3Narrador.—Parece que tu novio olvidó que tenía compañía —opina Álvaro, el copiloto de Diego en vuelos.Una vez que Fabiola se deshizo de Steve, fue directo con las azafatas. Estas la distrajeron lo suficientemente como para olvidar el hecho de que el tiempo pasaba volando.Para cuando Fabiola se gira y enfrenta a Álvaro puede ver a Diego a unos metros detrás, aunque sin la pelirroja al lado, hablando con amigos.Ella se ha sentido molesta por esa situación pero no quiere buscarlo porque espera que él le dé su lugar.—Sí quieres, podríamos ir a bailar —insta Álvaro, mostrando interés en ella.Fabiola nota que está ebrio y también nota la forma en que la mira. No quiere darle falsas señales y tampoco quiere problemas con Diego, pero... ¿Cómo es que él la ha dejado más de media hora sola en la fiesta?Bueno, sí, conoce a las azafatas pero, le causa molestia su alejamiento. Su pecho se hunde un poco por considerar que Diego la ha hecho a un lado.—No, gracias. Me duelen un p
Maratón 3/3 Narrador. La noche anterior había sido intensa, pero la pelinegra y el piloto se encargaron de suavizar el ambiente tratándose con cariño y durmiendo juntos toda la noche. Hoy, la tripulación se prepara para un nuevo vuelo. Todo el procedimiento se lleva a cabo, y cuando Fabiola va con el ojimiel rumbo a la cabina, este le presenta al nuevo copiloto. Adriel Castillo es un hombre rubio de ojos azules. Su belleza varonil impacta a la pelinegra, pues no es ciega, sin embargo, no causa más en ella, ya que el hombre más guapo del mundo lo tiene justo al lado. —Adriel no tiene problemas con que vengas con nosotros. —¿A qué te refieres? El ojimiel le explica que Adriel le contó que Álvaro no dejó de quejarse ni un segundo con el supervisor sobre la presencia de Fabiola en la cabina. El vuelo con rumbo a Ámsterdam, Países bajos, transcurre con normalidad y éxito; aterrizando a las ocho de la mañana. El procedimiento de aterrizaje se lleva a cabo, la inspección es hecha y l