Narra Danilo. —Detente —me pide Fabiola, cuando nos encontramos a unas cuadras del vecindario de la casa de mis padres. Respiro profundo mientras suelto el volante una vez que apago el auto. La noche es más oscura de lo normal y la brisa que entra por las ventanas solo agregan más tensión a este terrorífico momento. Tengo miedo de perderla. Mi corazón late lleno de ansias porque, si no logro convencerla de perdonarme, no sólo perderé a la futura madre mis hijos, sino que mi familia se verá destruida cuando el señor Luis sin dudar nos exponga y quite nuestra casa. La razón por la que jamás acudimos a mi padre para solucionar los problemas, es porque él siempre ha sido muy cauteloso con sus acciones cuando se trata de dinero. No es un hombre derrochador ni mucho menos uno que se meta en problemas financieros. Así que hablarle de los problemas de mamá y todo lo que eso envolvía, significaba el fin de su relación. Me giro para detallar a mi prometida. Tiene el cabello envuelto en una
Narra Fabiola. Cuatro días después de mi torbellino de emociones, me encuentro en casa de Aitana tomando té, contándole todo lo que sucedió; desde mi momento íntimo con Diego, la verdad de Danilo, y, finalmente mi ruptura con él y nuestro compromiso. —Es él —comento a mi amiga cuando ella da un vistazo al teléfono que vibra sobre la mesa de mármol. Danilo no ha parado de buscarme y llamarme queriendo arreglar las cosas. El día siguiente a nuestro encuentro en el auto le dije que por favor tomara mi decisión en serio, que no había vuelta atrás; sin embargo, él se rehúsa. Anteayer duró todo el día en su auto fuera de mi casa, y aunque mi padre, al enterarse de nuestra ruptura y las razones superficiales, le pidió que se fuera, él no lo hizo; solo se tomaba "descansos" y volvía en cuestión de minutos mientras me llamaba. Luego llegó el anochecer y se tuvo que marchar al entender que no saldría a hablar con él. Ayer, mi padre me llevó para un trabajo a domicilio, y cuando salí de la c
Narra Fabiola. —Dios mío, Fabiola, no puedo creer lo que veo. ¡Lo siento mucho! Te juro que no sabía que ellas estarían aquí y... ¡Dios mío! —Aitana toma mi mano y la aprieta haciendo que mis ojos vidriosos se posen en ella—. Vámonos. No tienes que estar aquí, además, no es tan importante. Limpio la lágrima traicionera que corre por mi mejilla y trato de sonreírle a mi amiga quien luce demasiado culpable y apenada. Ver a Diego aquí besando a Sheila me ha dejado sin aliento unos segundos, y luego, el corazón bombeando dolorido. Nuestro último beso pasa por mi mente una y otra vez, con su rostro seductor, guapo y enamorado de mí. Él no está enamorado de mí. Un hombre enamorado no besa a otra como él lo acaba de hacer. Siento todo el malestar en mi pecho. Como si mi caja torácica se cerrara lentamente dejando a mi pobre corazón sin espacio para respirar. Me limpio cada lágrima que sale, y cuando me doy cuenta, solo estoy siendo arrastrada por Aitana por toda la sala para irnos.
Narra Diego. Tener contacto con su piel mientras su mirada me demuestra que no le soy indiferente, me debilita aún más. El alcohol en mi sistema comenzó a hacer efecto desde el momento en que la vi hablarle de esa forma a Brianna, demostrando la rabia interna hacia la morena por haber estado con el idiota de Danilo. Su dolor por ello me hace sentir tan mal, porque si le duele tanto lo que estuvo haciendo mi hermano, ¿cómo es que pudo dormir con él esa noche y continuar con el matrimonio como si nada? Las preguntas me daban vueltas en la cabeza mientras la veía bailar con un sujeto desconocido. ¿Tanto lo ama como para perdonarlo a él y no a mí?, ¿por qué él y no yo?, ¿acaso no le he demostrado que la amo? Estos últimos días he estado en un estado de descontrol total, asistiendo a fiestas en las que no soy invitado solo para beber gratis, dejarme tocar y besar por mujeres que en cierto grado de embriaguez he podido confundirlas con mi pelinegra favorita. Sin embargo, cada que ha ll
Narra Fabiola. Me sentí completamente orillada, abrumada, tras la propuesta de Diego. Sin embargo, no era como estar orillada a un precipicio con fondo infinito, era más bien como estar orillada a caer en una caja llena de emociones desconocidas. Desconocidas porque, era consciente de que mis sentimientos por Danilo no habían desaparecido, y los de Diego estaban ahí, latentes; y no podía imaginar cómo podría sentirme ante ese choque de emociones si tan solo le dijera que sí a Diego. ¿Acaso no sería irresponsable con mi propio corazón? Estaría intentando reemplazar mis sentimientos respecto a Danilo con la presencia y encantos de Diego. Aunque era evidente para mi corazón, sentimientos y sistema nervioso, que el piloto nunca había dejado de ser mi otra mitad. Estaba segura. No había dejado a Danilo solo por su engaño; lo había dejado por mi primer amor, pero eso no significaba que sería capaz de olvidarme tan rápido de mi historia con su hermano para ir corriendo a los brazos del
Narra Diego. —¿Señor Monsalve? —me pregunta un hombre extraño, así que lo examino y elevo una ceja al notar su teléfono tendido en la mano—. Conteste. Quiero reclamar y decirle a este idiota que no puede ordenarme nada, menos si es un desconocido, pero cuando escucho la voz del otro lado, siento un peso sobre mis hombros. —Hola, mi querido amigo Diego —dice Sergio, y después de soltar un exhalo le respondo. —Perdí mi teléfono —le explico—. No pude avisarte que te habían hecho la transferencia y yo... —Admito que debo disculparme, tío —expresa con un tono que no me gusta. ¿Disculparse?, ¿por qué? —¿Por qué?, ¿el que debe disculparse no soy yo? —cuestiono y miro con algo de vacilación al hombre que está frente a mí. Me causa un poco de terror porque ahora que sé que es "hombre de Sergio", sabe exactamente dónde estoy, y es capaz de hacerme cualquier cosa si hago una estupidez. La voz clara y ronca de Sergio me advierte que lo que voy a escuchar no será bonito. —Ya que no sabía
Narra Fabiola.—¿Lista? —cuestiona Diego mirándome con una sonrisa coqueta.Asiento, con el nudo mezclado de felicidad, temor, ansiedad, y... anhelo. Anhelo por saber si todo lo que estuve sintiendo por él antes y ahora realmente puede evolucionar más. Cuando éramos adolescentes, no sabíamos nada del amor, solo nos dejábamos llevar por nuestras primeras emociones; pero ahora, que somos conscientes de nuestros errores, que nuestras personalidades están definidas, y que tenemos estás ganas de reencontrarnos con lo que nos hizo tan felices, es diferente. Tan diferente como especial.Diego toma mi mano y su sonrisa aumenta, me da seguridad. Bajamos del avión después de todo el procedimiento, y él quita mi gorra mencionando que podrían llamarle la atención. Siento las miradas sobre nosotros dos de toda la tripulación cuando caminamos por la pista hasta llegar a una especie de oficina, en donde nos detenemos.—Espérame aquí, solo es procedimiento, mi amor...—De acuerdo, ve tranquilo... —
Narra Giselle.Han pasado casi quince días desde la última vez que vi a Edgar. No saber de él me ha mantenido sumida en una constante preocupación.¿Cómo estará?, ¿acaso la golpiza que recibió fue lo suficientemente fea como para inhabilitarlo por días? Me preocupa que no haya podido ir a trabajar, sabiendo lo importante que es para él el ingreso de dinero en su casa.El día que estuve con él en el parque, no me dejó pagar por los churros. Allí, conversamos un poco más sobre él. Es un chico de pocas palabras, pero soy demasiado curiosa, así que le saqué toda la información que quería.Tiene veinte años. No ha podido seguir estudiando porque, es dedicar tiempo a eso o encargarse de su madre y hermana pequeña. Aunque su madre tiene un trabajo como costurera, lo hace por su cuenta y no le genera ingresos como lo hace un salario fijo. Su hermana, es apenas una niña de ocho años, su todo.Reacciono volviendo a la realidad cuando Bianca toca mi hombro.—¿Qué es esto, Giselle? —me pregunta,