—No importa. —Bufó Kairi, calmando un poco su temperamento al ver la preocupación maternal brillando claramente en los ojos de Meredith—. Tienes un par de días para convencerlo de hablar conmigo, supongo. Aun quiero que Shiry lo conozca, si no ya lo habría matado yo misma —gruñó—, pero como tú, soy una madre ante todo, así que le daré otras oportunidades, al menos hasta que se acabe el tiempo de visita que había calculado tener aquí. —Se encogió de hombros, tratando de aparentar indiferencia ante el rechazo de su marido. —Bien… Muchas gracias, querida. —Le sonrió con alivio. —Solo ten en claro que esto lo hago por ti y por mi hija. —Suspiró y volvió a la habitación donde dejó a su bebé dormida. Dejó a la criada que la había cuidado marchar y la tomó en brazos, cuidando no despertarla—. Lo siento, mi vida… Tu papi es realmente un gran imbécil y tendrás que esperar un poco para conocerlo… solo esperó que cuando eso pase no te contagié lo estúpido que puede llegar a ser. —Bufó y besó
A medio camino de llegar a su habitación, una chica se interpuso en su camino. Era una joven bonita de complexión menuda poco menor que ella, de cabello marrón chocolate y ojos rasgados del celeste más claro que había visto. Tenía una expresión angustiada en su rostro aniñado.—Su alteza. —Se inclinó, apretando con fuerza los bordes de su vestido rosado y floreado—. D-disculpe que la moleste, pero… —Sacó de su manga una llave—. Esta me la dio la doctora Noreia para abrir la puerta de la habitación del rey. —Se la tendió, sin erguirse—. Soy la enfermera del rey y la única autorizada a entrar a su habitación por él mismo, y aunque sé que el rey se enojara conmigo por esto, yo… —La miró por un segundo, antes de volver a bajar la cabeza avergonzada—. Quisiera darle la llave si usted quiere, para que hable con su marido y haga lo que consideré lo mejor, majestad.Kairi miró a la joven con ojos amplios.—Eres muy valiente —Sonrió levemente a la joven, que se sonrojó—, pero me temó que re
Ella se quedó ahí parada, asimilando todo lo que acababa oír, hasta que de pronto sintió una mano en su hombro y volteó, sorprendiéndose de encontrarse a Neid con su hija dormida en brazos. Él le dio a la niña y luego se fue directo a la puerta del rey. Al ser el general, los soldados volvieron a apartarse.—Yo sé por qué haces lo que haces, Tian. —Neid fue directo al punto al llegar frente a la puerta, su sonrisa hasta se volvió un poco más espeluznantes que de costumbre—. Y sabes que ellas tienen razón, estás siendo egoísta.—Lo sé… —Sorprendentemente, Tristan contestó, pese a que ella pensó que no lo haría luego de tanto silencio de su parte.—¿De qué tienes tanto miedo, niño? Tu padre no crio a un cobarde. —Ahora frunció el ceño, cualquier rastro de su sonrisa desapareciendo—. Tu esposa acaba de irse, por cierto —mintió de un modo muy convincente—. Y dijo que jamás regresaría.—Bien… eso es lo que quería… —Su voz salió temblorosa y quebrada.—Mientes, dime la verdad. ¿Qué es
Por una hora o dos, Kairi solo se sentó en la cama de la habitación real, mirando a Tristan interactuar con su hijita. Él era bastante torpe con ella en sus brazos, pero cuidadoso, en realidad se estaba esforzando mucho. Shiry parecía cómoda con él, lo miraba con mucha curiosidad, pero estaba confiada y tranquila. Quizás le llamaba la atención ver a alguien tan parecido a ella, aunque no estaba segura de sí podía reconocerse a sí misma cuando la ponían delante de un espejo. Pronto, la pequeña se quedó dormida. Kairi dejó a su esposo sostener a su hija un tiempo más antes de caminar hacia él y tomarla suavemente en sus brazos.—Gracias…- murmuró él, pasándose el dorso de la mano por los ojos, como secando lágrimas que ella no había visto—. Gracias por ser tan maravillosa. —La miró con sus ojos vulnerables y ella apartó la mirada.—Lo hago por m… nuestra hija. —Suspiró—. Tristan, tenemos que hablar. —Acostó a su bebita en la gran y mullida cama matrimonial y se sentó a su lado, mira
Al día siguiente, muy temprano en la mañana, Kairi dejó a Shiry con Meredith y la alentó a que la llevara a pasar tiempo con su padre mientras ella se embarcaba en un carruaje con dirección a Ekinoccia.Bufó dentro mientras veía el paisaje, preguntándose cuentas veces tendría que viajar en carruaje en una misma semana, o en toda su vida, para el caso.Dividida entre reinos, entre familias, entre su mente y su corazón, entre sus sentimientos de desprecio hacia Tristan Hallagher y su amor como madre contra su odio como mujer. Así auguraba ser su vida. Todo un completo lío.Luego del largo viaje, llegó a su reino natal, siendo recibida por los alegres Adam y Maikel, que la recibieron con una sonrisa pese a su extrañeza por verla llegar sin Shiry y sin maletas.Planeaba ser breve y firme, ya había tomado una decisión no por su bien, sino que por el de su hija.Al ingresar a la sala del trono, Shirley la recibió con un enorme abrazo y muchos chillidos de alegría porque tenía mucho que
Decidió dejar de acechar en las sombras como una acosadora e hizo notar su presencia, a lo que de inmediato el rey se puso rígido y la volteó a ver con ojos amplios.—Regresaste —murmuró con incredulidad y ella rodó los ojos.—Claro, ni que fuera a abandonar a mi hija aquí contigo —ironizó con frialdad—. ¿Cómo se comportó hoy? ¿No hubo problemas? —Amaba a su chiquita, pero sabía que podía ponerse un poco intratable, más si ella no estaba cerca.—No, en absoluto. —Sonrió un poco, viendo con adoración a la niña—. Ella es un ángel.—Sí, lo es. —En eso estaban de acuerdo. Se arrodilló junto a la silla de ruedas y tendió los brazos para tomar a la niña, mirando de reojo la sonrisa suave de Tristan, antes de carraspear y hacerle una mueca de exigencia para que le devolviera a su bebé. –Dámela, tengo que alimentarla, debe tener mucha hambre. —La había alimentado mucho en la mañana antes de irse y probablemente le habían dado leche de las reservas que trajó, pero obvio seguía necesit
Se cruzó de brazos y pisoteó fuertemente en su camino hasta su asiento, siendo seguida vacilante por Meredith y su amigo. Eso pareció llamar la atención de los tres que ya estaban en la mesa, y Kairi hubiera exigido de inmediato que le devolviera a su hija, pero justo en ese momento notó algo bastante… interesante.Kenny y Nita se quedaron mirándose.Los ojos azules de su amigo se quedaron enclavados en los ojos celestes increíblemente claros de la joven sirvienta, que lo miraba con la misma intensidad. Kairi y Meredith compartieron una mirada, con sus cejas arqueándose. ¿Oh? ¿Era idea suya o estaban saltando chispas ahí? —Oh, claro, permítanme presentarlos. —Miró del chico dulce a la chica dulce—. Nita, él es mi amigo Kenny. Kenny, ella es la enfermera de mi marido, Nita. —Miró expectante sus reacciones en lo que arrastraba a Kenny a sentarse junto a Nita, curiosa por la forma en la que se estaban mirando. —E-es un placer —dijeron los dos al mismo tiempo, ambos llenos de nerv
Terminó la papilla y se fue de la cocina para tomar rumbo al jardín, donde ya estaban instalados bajo una gran sombrilla para cubrirlos del sol Tristan en su silla de ruedas sosteniendo a su pequeña Shiry con Nita sentada a su lado haciéndole mimos a esta. Frunció el ceño al ver la mano de la enfermera en el hombro del rey y se apresuró a llegar hasta ellos, dejando la papilla en la mesilla y tomando a su hija sin previo aviso, a lo que los dos que la habían estado cuidando la miraron confundidos, pero ella solo se bajó un lado de su vestido para darle de comer a su hija, que prefería primero la leche y luego la papilla, la pequeña exigente.—¡Kairi! —Meredith llegó pavoneándose contenta del brazo de su marido—. ¡Te llegaron unas cartas, querida! —Agitó cuatro sobres que seguramente venían de parte de sus familiares.—Oh, gracias. —Sonrió tomando los sobres, comprobando que efectivamente pertenecían a su padre, sus hermanos, y una también era de su cuñada Elvia, que considerada.