Ella se quedó ahí parada, asimilando todo lo que acababa oír, hasta que de pronto sintió una mano en su hombro y volteó, sorprendiéndose de encontrarse a Neid con su hija dormida en brazos. Él le dio a la niña y luego se fue directo a la puerta del rey. Al ser el general, los soldados volvieron a apartarse.—Yo sé por qué haces lo que haces, Tian. —Neid fue directo al punto al llegar frente a la puerta, su sonrisa hasta se volvió un poco más espeluznantes que de costumbre—. Y sabes que ellas tienen razón, estás siendo egoísta.—Lo sé… —Sorprendentemente, Tristan contestó, pese a que ella pensó que no lo haría luego de tanto silencio de su parte.—¿De qué tienes tanto miedo, niño? Tu padre no crio a un cobarde. —Ahora frunció el ceño, cualquier rastro de su sonrisa desapareciendo—. Tu esposa acaba de irse, por cierto —mintió de un modo muy convincente—. Y dijo que jamás regresaría.—Bien… eso es lo que quería… —Su voz salió temblorosa y quebrada.—Mientes, dime la verdad. ¿Qué es
Por una hora o dos, Kairi solo se sentó en la cama de la habitación real, mirando a Tristan interactuar con su hijita. Él era bastante torpe con ella en sus brazos, pero cuidadoso, en realidad se estaba esforzando mucho. Shiry parecía cómoda con él, lo miraba con mucha curiosidad, pero estaba confiada y tranquila. Quizás le llamaba la atención ver a alguien tan parecido a ella, aunque no estaba segura de sí podía reconocerse a sí misma cuando la ponían delante de un espejo. Pronto, la pequeña se quedó dormida. Kairi dejó a su esposo sostener a su hija un tiempo más antes de caminar hacia él y tomarla suavemente en sus brazos.—Gracias…- murmuró él, pasándose el dorso de la mano por los ojos, como secando lágrimas que ella no había visto—. Gracias por ser tan maravillosa. —La miró con sus ojos vulnerables y ella apartó la mirada.—Lo hago por m… nuestra hija. —Suspiró—. Tristan, tenemos que hablar. —Acostó a su bebita en la gran y mullida cama matrimonial y se sentó a su lado, mira
Al día siguiente, muy temprano en la mañana, Kairi dejó a Shiry con Meredith y la alentó a que la llevara a pasar tiempo con su padre mientras ella se embarcaba en un carruaje con dirección a Ekinoccia.Bufó dentro mientras veía el paisaje, preguntándose cuentas veces tendría que viajar en carruaje en una misma semana, o en toda su vida, para el caso.Dividida entre reinos, entre familias, entre su mente y su corazón, entre sus sentimientos de desprecio hacia Tristan Hallagher y su amor como madre contra su odio como mujer. Así auguraba ser su vida. Todo un completo lío.Luego del largo viaje, llegó a su reino natal, siendo recibida por los alegres Adam y Maikel, que la recibieron con una sonrisa pese a su extrañeza por verla llegar sin Shiry y sin maletas.Planeaba ser breve y firme, ya había tomado una decisión no por su bien, sino que por el de su hija.Al ingresar a la sala del trono, Shirley la recibió con un enorme abrazo y muchos chillidos de alegría porque tenía mucho que
Decidió dejar de acechar en las sombras como una acosadora e hizo notar su presencia, a lo que de inmediato el rey se puso rígido y la volteó a ver con ojos amplios.—Regresaste —murmuró con incredulidad y ella rodó los ojos.—Claro, ni que fuera a abandonar a mi hija aquí contigo —ironizó con frialdad—. ¿Cómo se comportó hoy? ¿No hubo problemas? —Amaba a su chiquita, pero sabía que podía ponerse un poco intratable, más si ella no estaba cerca.—No, en absoluto. —Sonrió un poco, viendo con adoración a la niña—. Ella es un ángel.—Sí, lo es. —En eso estaban de acuerdo. Se arrodilló junto a la silla de ruedas y tendió los brazos para tomar a la niña, mirando de reojo la sonrisa suave de Tristan, antes de carraspear y hacerle una mueca de exigencia para que le devolviera a su bebé. –Dámela, tengo que alimentarla, debe tener mucha hambre. —La había alimentado mucho en la mañana antes de irse y probablemente le habían dado leche de las reservas que trajó, pero obvio seguía necesit
Se cruzó de brazos y pisoteó fuertemente en su camino hasta su asiento, siendo seguida vacilante por Meredith y su amigo. Eso pareció llamar la atención de los tres que ya estaban en la mesa, y Kairi hubiera exigido de inmediato que le devolviera a su hija, pero justo en ese momento notó algo bastante… interesante.Kenny y Nita se quedaron mirándose.Los ojos azules de su amigo se quedaron enclavados en los ojos celestes increíblemente claros de la joven sirvienta, que lo miraba con la misma intensidad. Kairi y Meredith compartieron una mirada, con sus cejas arqueándose. ¿Oh? ¿Era idea suya o estaban saltando chispas ahí? —Oh, claro, permítanme presentarlos. —Miró del chico dulce a la chica dulce—. Nita, él es mi amigo Kenny. Kenny, ella es la enfermera de mi marido, Nita. —Miró expectante sus reacciones en lo que arrastraba a Kenny a sentarse junto a Nita, curiosa por la forma en la que se estaban mirando. —E-es un placer —dijeron los dos al mismo tiempo, ambos llenos de nerv
Terminó la papilla y se fue de la cocina para tomar rumbo al jardín, donde ya estaban instalados bajo una gran sombrilla para cubrirlos del sol Tristan en su silla de ruedas sosteniendo a su pequeña Shiry con Nita sentada a su lado haciéndole mimos a esta. Frunció el ceño al ver la mano de la enfermera en el hombro del rey y se apresuró a llegar hasta ellos, dejando la papilla en la mesilla y tomando a su hija sin previo aviso, a lo que los dos que la habían estado cuidando la miraron confundidos, pero ella solo se bajó un lado de su vestido para darle de comer a su hija, que prefería primero la leche y luego la papilla, la pequeña exigente.—¡Kairi! —Meredith llegó pavoneándose contenta del brazo de su marido—. ¡Te llegaron unas cartas, querida! —Agitó cuatro sobres que seguramente venían de parte de sus familiares.—Oh, gracias. —Sonrió tomando los sobres, comprobando que efectivamente pertenecían a su padre, sus hermanos, y una también era de su cuñada Elvia, que considerada.
Llorar hasta dormir era algo que Kairi hace mucho no hacía, de hecho, era algo que nunca había hecho, a excepción de una sola vez, una sola noche, esa noche, su noche de bodas.Se despertó poco antes de que amaneciera por un llamado a su puerta y un leve sonido de llanto del otro lado.—Kairi, lamento despertarte, pero creo que Shiry tiene hambre y no puedo calmarla así que vine a… ¿Qué te pasó? —Meredith empezó a hablarle sobre su bebé cuando le abrió la puerta, para luego preguntar aquello al notar su estado, su rostro con rastros secos de lágrimas.—Estábamos hablando de lo más bien y él solo… me besó y lo arruinó todo —concluyó su relato con las dos sentadas en la cama, tomando a Shiry en sus brazos para amamantarla. —Ya veo. —Asintió muy seria—. Pero, ¿por qué te pusiste así? —Alzó una ceja.—¿Todavía lo preguntas? —Tenía que estar bromeando—. Lo odio, apenas lo soporto. Tal vez no te guste escucharlo, pero tú mejor que nadie sabes todo lo que me hizo. ¿Alguien más necesitaba q
Al despertar a la mañana siguiente, bajo vacilante al comedor con Shiry en brazos, aliviándose al ver que su padre no estaba allí, aunque eso ponía un poco triste a Kenny por no poder desayunar con Nita, que como siempre debía estar donde el rey estuviera. Se mantuvo con un ánimo sombrío los siguientes días, pesé a la alegría general que tenían todos porque estaban a poco de celebrar el año nuevo y querían preparar un lindo espectáculo de fuegos artificiales para la reina y la princesita. Tristan la estuvo evitando como a la peste los últimos días. Cuando quería pasar tiempo con su hija, mandaba a Nita a buscarla, fijando ya la hora en la que se la devolvería y en dónde tenía que esperar por ella. Tampoco lo volvió a ver en el comedor. Según Kenny, él ahora desayunaba, cenaba y almorzaba en su habitación. Llego el día anterior a año nuevo y el palacio era un caos de sirvientes yendo de aquí para allá. Iban a ofrecer un gran banquete en los jardines e invitarían a la gente del puebl