HANAH MARSHALL.Hanah se encontraba agotada había descansado muy poco desde que huyo de la casa de sus padres y de Ares Prokopis, ya tenía una semana vagando sin rumbo por las calles de la ciudad y la temperatura invernal no le hacían las cosas más sencillas, ya se estaba quedando sin dinero y sin esperanzas, había dormida en la estación del metro, en algunos albergues para personas sin hogar, justo como ella se encontraba en ese momento, sin hogar, no podía darse el lujo de pagar un hotel porque entonces su escaso presupuesto desaparecería rápidamente.En el albergue había conocido a una mujer de aspecto amable quien le sugirió buscar trabajo en los supermercados cercanos de Hingleville, localidad en la que ahora se encontraba, y donde según la mujer pagaban bien. Así que Hanah se dirigió temprano en la mañana a la dirección que le habían dado, con la esperanza de que la contrataran.La recibió un señor de unos cincuenta y tantos años, con uniforme de la tienda, quien se identifico c
Hanah se marchó a trabajar en una tarde invernal y lluviosa, le tocaba el turno nocturno que empezaba a las seis de la tarde hasta las once de la noche, por suerte solo tendría que rellenar las estanterías y preparar el café, el turno pasado le había tocado la caja registradora, y aunque se encontraban en temporada alta, el lugar no era tan concurrido como esperaba.Hingleville se encontraba a unos sesenta y tres kilómetros aproximadamente de Snowfiel, el viaje solo tardaba tres horas y 48 minutos por carretera, ella lo sabía muy bien.La joven había rentado el pequeño departamento donde vivía actualmente, a solo unas cuadras del supermercado en el que trabajaba, ya no caía nieve, así que decidió ir andando, eran apenas las cinco de la tarde, eso le daría el suficiente, para llegar y así también aprovechaba de entrar en calor. Tenía que ahorrar cada centavo que ganaba como empleada, para no tener que volver a estar desprotegida vagando por las calles. La localidad de Hingleville, era
Ares se encontraba inmerso detrás de su escritorio con la cara metida entre el montón de carpetas y papeles que tenía esparcido por su gran escritorio de roble europeo. Cuando de pronto sonó el intercomunicador de su oficina, saliendo por este la voz femenina y profesional de su secretaria._ Señor Prokopis, la señorita Marshall desea verlo_ dijo la joven mujer por el aparato.Por un momento Ares levantó la mirada hacia la puerta cerrada de su oficina y el rostro se le endureció._ Cual de las señoritas Marshall, desea verme?_ respondió él áspero._ La señorita Monique Marshall señor_ le respondió su secretaria, un poco nervioso al sentir la tensión._ Dígale que no estoy_ dijo él apretando el botón en tono burlón, sabiendo que Monique lo estaría escuchando directamente._ La señorita se niega a marcharse señor, insiste en verle, dice que tiene información importante que a usted le interesa señor Prokopis_ le respondió la voz de la mujer.Ares titubeó por un segundo, no le gustaba que
Una semana después:Hanah llegó a Londres a mediados de noviembre, allí todavía era otoño, el invierno aún no llegaba. En Inglaterra las nevadas comenzaba en diciembre y se extendía hasta marzo.El Reino Unido era una región de constantes lluvias y cielos grises, que le daban un aire nostálgico y cautivador.Por ahora la chica disfrutaría de un clima fresco y se olvidaría de su preocupación por su poco equipaje. Su avión había arribado al aeropuerto a las nueve de la mañana del día martes, Hanah estaba pálida, ojerosa, y había perdido un poco de peso, se sentía cansada del viaje. El vuelo desde Oregón hasta Londres había durado doce horas aproximadamente, no había comido mucho durante el viaje por miedo a marearse y terminar vomitando encima de alguien. Era la primera vez que viajaba en avión, y pensó que la experiencia sería alucinante, y placentera, pero tristemente se dio cuenta que no era como lo había imaginado. Fue una travesía super incómoda para ella, y el hombre que iba sent
Hanah descansó plácidamente en la enorme y cómoda cama de la habitación de invitados, tenia tiempo que no dormía así de bien, completamente en paz sin la zozobra constante de ser descubierta por alguien, o ser encontrada por el mismísimo Ares Prokopis; su tía Katherine le había dado la confianza que necesitaba desde hacia ya mucho tiempo, poder contar con alguien era gratificante para ella. Ya no sentirse desamparada, sola y perdida en el mundo le quitaba un gran peso de encima. Ya había tenido suficiente con que sus padres no la apoyarán, que su propia hermana Monique la odiara a un punto tan extremo que asustaba y dolía a la vez. Siempre soñó con que su hermana Monique se comportará con ella como lo hacía con sus amigas, al fin de cuentas ellas compartían un lazo irrompible como lo era la genética. Pero Monique dejó claro sus verdaderos sentimientos hacia ella, y Hanah no comprendía que le pudo haber hecho a su hermana para que nunca le haya demostrado cariño alguno. Hanah la quería
_ No hay modo fácil de hacer las cosas querida, y quizás sea doloroso y te resulte incómodo. Pero ha llegado el momento de que utilices tu ingenio, tu valentía y osadía, y te conviertas en una mujer fuerte y luchadora, ya es hora de que dejes atrás la tímida y dulce niña y saques a la mujer hermosa y fuerte que se que eres, ten más confianza en ti Hanah_ Continuó su tía Katherine_ Hanah, dime una cosa, y se sincera. El no casarte con Ares Prokopis es la verdadera razón por la que no quieres volver a casa?_ La joven se sobresalto_ Monique me hablo de tu interés por el joven Ares, desde mucho antes de que empezara todo este embrollo. Al principio noté que solo buscaba de ridiculizarte ante los demás, y entendí que se trataba de celos de hermanas los cuales son normales en una relación como la de ambas, en constante competencia, tú misma hiciste que tú hermana se aprovechará de ti, venerandola e imitandola, queriendo ser como ella, sin ver más allá de tus narices, sin darte cuenta que en
Hanah se encontraba en el pintoresco mercado del pequeño pueblo, haciéndole las compras habituales a su tía Katherine. Iba sumida en sus pensamientos, y no advirtió la presencia de un obstáculo en su camino. Solo en el último momento, cuando ya casi había chocado contra un hombre alto e imponente, intentó esquivarlo, pero perdió el equilibrio en el movimiento y, justo cuando iba a caer, un par de brazos la agarraron con firmeza y le hicieron recobrar la estabilidad.Entonces con el corazón acelerado, se atrevió a mirar al hombre de corbata azul que la había rescatado, Ares Prokopis la contempló con una expresión atractiva, fría y pasiva al mismo tiempo.Hanah se estremeció entre sus brazos, abrió y cerró la boca sin pronunciar ninguna palabra, y encajo con pánico la mirada brillante de aquella fiera que la tenía entre sus garras._ No hay un solo lugar en todo el mundo donde puedas esconderte de mi_ le dijo Area con calma, como sentencia definitiva_ El juego ha terminado Hanah Marsha
La iglesia estaba en un pequeño y pintoresco pueblo al norte de Birmingham, era quince de diciembre, nevaba y hacia frío. Ares le había comprado un hermoso y sencillo vestido rojo. El sacerdote y su tía Katherine esperaban a un lado del altar.Aquella mañana Ares había mandado su limusina a buscarla a ella y su tía Katherine, a su casa, para conducirlas hasta la pequeña localidad donde se iba a realizar la boda. Hanah había accedido a casarse gracias a la intervención de su tía quien le dijo que afrontará las cosas y dejará de huir. Pero su única condición era de que la ceremonia se realizará en Inglaterra, solo ellos sin nadie más. Hanah no quería pasar por la parafernalia de fiestas, ni reuniones, ni nada de lo que conllevará la realización de una boda, porqué sabía que no era un vínculo real, Ares solo quería limpiar su ilustre apellido, y Hanah solo quería que la dejara en paz, deseaba que todo aquello acabara."Hoy voy a casarme". Este es el día de mi boda. Se repetía incrédula.