ValeriaEstaba entrenando con entusiasmo, siguiendo cada movimiento que Jared me enseñaba. El taekwondo y el boxeo me mantenían concentrada, olvidándome por un momento de los problemas que rondaban mi mente. Cada golpe, cada patada, era una liberación de la tensión acumulada.Después de un rato, mi cuerpo comenzó a exigir una pausa, así que me acerqué a la botella de agua que había dejado al borde del tatami. El líquido frío recorrió mi garganta, refrescándome. Mientras me tomaba un respiro, Jared se acercó con una sonrisa.—Mañana te mostraré otros tipos de defensa, algo más avanzado —me dijo, con esa confianza típica suya.Sacudí la cabeza, sonriendo un poco a pesar de que el tema me pesaba en la mente. —No creo que pueda. Tengo un viaje.—¿Un viaje? —repitió él, sorprendido—. ¿Con tu esposo?—Sí —respondí, apartando la mirada por un segundo antes de volver a verlo—. Es un viaje de negocios.—¿En serio? Pensé que…—¿Pensaste qué? —lo interrumpí, cruzando los brazos.—Bueno, como los
Albeth Cuando llegamos a la casa en Rivas, baje del coche enseguida mi esposa junto a mi tia, los guardias bajaron las cosas. Entré primero, seguido de Valeria, me encontré con los empleados organizando el lugar. Al frente estaba doña katrina, su esposo, Dionisio, junto a ellas su hija y las dos empleadas. Ellos eran los encargados de esta villa.Mi tía fue la primera en saludar. —¡katrina! Qué gusto verte,— saludo con una sonrisa cálida. Luego, se volvió hacia la hija de katrina. —¡Pero qué grande estás, karelia.Karelia, con una sonrisa tímida, respondió: —Hola, ¿cómo están?—Vaya, a crecido rápido.—Hola, señor Alberth— saludó katrina amablemente.—Cuanto tiempo, veo que todo esta tal y como lo he dejado hace años. Y tu, Karelia has crecido mucho. Ya estás mayorcita— le comenté, tratando de recordar la última vez que la había visto. —Sí, ya cumplí 20 años.—¡Vaya, qué bueno!— respondí, genuinamente sorprendido por cómo había pasado el tiempo. —Les presento a mi esposa, Valeria.—
Valeria.Miraba el amanecer con nostalgia. Los primeros rayos de sol acariciaban el horizonte, iluminando la habitación con una luz cálida pero tenue. Sentía un nudo en la garganta al recordar a mi padre. Pronto se cumplirán cuatro años desde su muerte y aún no sabemos quiénes fueron los responsables. Su muerte quedó impune, igual que la de mi padrino Jovanny. La tristeza siempre estaba presente, pero esta vez venía acompañada por el miedo. Me invadía el pánico de perder a Alberth o a mi nana, y esa fue la razón por la que decidí irme, para alejarlos del peligro. Pero el destino quiso que volviera a encontrarme con mi esposo. Ahora, nos enfrentamos a otro problema el cual provoca que desea alejarme, la desconfianza y los celos no traen nada bueno.Suspiré profundamente y bajé a la sala, lista para el día. Mientras caminaba hacia la cocina, escuché una conversación en el pasillo que me detuvo en seco.—Él es muy bueno. Recuerdo cuando venía con sus padres. Siempre me ha gustado y se no
Albeth Estaba en una reunión importante con lo vendedores de los ganados y socios de Patricio, uno de ellos tiene considerable número de cabezas de ganado y vende las terneras. También estaban presentes otros dos hombres con amplios terrenos en Rivas. Durante la reunión, discutimos sobre las cifras y el estado de los negocios. La charla fue interesante, pero breve, y pronto la reunión llegó a su fin.Patricio sugirió que nos quedáramos a tomar unas copas, pero tuve que declinar la invitación. —Lo siento, Patricio tengo que irme— me excuse con él Nos despedimos y mi chofer me llevó de vuelta a la villa. Al llegar, noté que mi esposa y mi tía no estaban presentes, lo que me pareció extraño. Me acerqué a karelia, para preguntarle.—¿Dónde están mi tía y mi esposa?—¿Al lago?— ¿Y quién fue con ellas? —pregunté.—Se han ido solas —respondió.—Ah, bueno, iré a verlas —dije.—Está bien y la señora Katrina.—Mi mamá fue a buscar frijoles blancos, al parecer, a su esposa no le gusta los fri
ValeriaMe desperté aturdida y exhalé profundamente, mirando a mi alrededor confundida. A mi lado estaba Alberth, tomando mi mano.— ¿Estás bien, cariño? —preguntó él.—Si amor, te vi sumergirte y pensé que podrías morir ya que escuché a tu tía mencionar que no sabes nadar.— Sí, no sé nadar, pero no podía simplemente verte ahogándote. Al lanzarme para ayudarte, llegué hasta donde pude y te ayude a salir de la profundidad, pero luego quedé inconsciente. Al parecer, los guardias que me acompañaban estaban cerca y me ayudaron a salir. Mi tía te dio primeros auxilios. Lo importante es que estás bien.— Lamento que hayas hecho eso por mí.— No digas eso. Sabes, me acordé de Edwards cuando me estaba hundiendo.— ¿Cómo te acordaste de mi padre?— Cuando tenía diez años, Edward me salvó de ahogarme en un lago. Edward y mis padres eran conocidos.— ¿En serio? — Sí, te conozco desde que eras pequeña, y eras muy llorona. — No me digas eso. Pero como caíste al lago.—Pregunté curiosa. Mi esposo
Albeth Miraba para todos lados buscando a Valeria, pero no la encontraba. Karelia se me acercó y me hizo plática. Le pregunté si había atendido a todos los invitados como se debía, y me dijo que sí.—Se ve muy bien, me gusta su traje —Expreso ella sonriendo, pero no sé por qué me sentía tan preocupado.—Bueno, Karelia, hablamos luego, está bien.—Por cierto, no veo a su esposa.—Sí, la estoy buscando, pero no la encuentro.—¿En serio? Bueno, quizás se fue a acostar. Parece que no le gusta estar entre la gente. —Mi esposa es así, y nadie la va a cambiar. Ve a buscar qué hacer.—Bueno, me voy patrón.—¿Has visto a Valeria?—Le pregunté a uno de los guardias.—Sí, se fue al jardín.—¿Al jardín?— Sí, señor y hace poco pasó el señor Patricio.—Patricio— mencione dudoso.Cuando fui al jardín, escuché un grito. Rápidamente busqué a Valeria.—¡Valeria! ¡Valeria! —grité mientras miraba en todas direcciones buscando.—Alberth ayúdame— escuché la voz de Valeria.Al acercarme, el maldito de Pa
VALERIA.Quería huir desesperadamente de este ambiente tan repugnante. ¿Cómo era posible que me sucediera esto? ¿En qué momento dejé que esto me pasara? Si podía defenderme, ¿por qué no lo hice? ¿Qué me pasó? Desesperada queria salir de esta villa, eso fue lo único que elegí. Le pedí a la tía Gloria que me ayudara a salir de aquí cuanto antes. Ahora estábamos preparándonos para irnos. Sé que Alberth no tuvo la culpa de nada, sin embargo, estuvo con esa criada mientras ese maldito intentaba abusar de mí. Aún siento náuseas al pensar en sus toques en mi cuerpo, en su boca sucia. Quiero gritar de la impotencia.—Cariño —susurró Alberth a mi lado, su voz llena de preocupación.Me alejé un poco; no quería que me tocara. Sentía asco de mi propio cuerpo.—Sé que tengo la culpa por haberte dejado sola —continuó, con un tono de voz tan roto que casi no lo reconocí.—No hables más —respondí, tratando de mantener la calma mientras un nudo se formaba en mi garganta—. Solo apresúrate, quiero irme
AlberthHabían pasado varios días desde aquel horrible acontecimiento que afectó a mi esposa. Gracias a Dios, logré ganar el caso y ese maldito hombre va a pudrirse en la cárcel por todo lo que ha hecho. Cancelé los papeles del contrato de arrendamiento para las crías de ganado que firmé con él. Al parecer, además de todo, estaba involucrado en una mala inversión, lo que resultó en más años de cárcel. Mi testimonio fue clave para eso. Me enteré de que los otros presos lo han golpeado por "violador", y aunque aún no tengo detalles sobre su estado, no me interesa. Lo único que deseo es que pague por lo que le hizo a Valeria.Dejé todo lo que estaba haciendo y me levanté para ir al hospital. Quería que Valeria, se hiciera unos exámenes para revisar las heridas que le quedaron y también que hablara con un profesional para tratar las secuelas emocionales. Dudaba que aceptara un psicólogo, pero creí que tal vez una psicóloga podría ayudarla. Al llegar a la clínica, entre a mi consultorio, l