El corazón se me agitó estrepitosamente cuando la patrulla dobló la esquina, hacia la entrada de la casa de Peter. No quería otra cosa que verlo y que sus cálidos brazos me rodearan. Anhelaba su olor, su calor… su voz. Lo añoraba tanto que los segundos me parecían eternos y fatigantes.
El oficial Green me abrió la puerta, luego de detenerse frente a la entrada. Me bajé, nerviosa. Las piernas me temblaban como un flan y el corazón se me aceleró, inclusive más de lo que ya latía. Estaba tan asustada. Me daba miedo que el oficial le hiciera preguntas a Peter, que se descubriera mi mentira y, peor aún, que encontraran el arma con la que le había disparado a Leo.
¿Estaba vivo? ¿Llegaría alguien a tiempo para salvarlo? ¿Y si venía por mí? Cada pregunta incrementaba aquella sensación de miedo e incertidumbre. Esa que
Más de un año atrás…Desde que supe a qué se dedicaba Leo, no lo pude mirar con los mismos ojos. Él me había mentido por mucho tiempo y eso me hacía cuestionar todo lo que me decía. Que tuviera aquella capacidad de mentir, me horrorizaba. ¿Y si había más detrás del narcotráfico? ¿Qué tan implicada estaba por ser su novia? ¿Llevaría drogas en su chaqueta cuando íbamos a alguna fiesta? Eran muchas preguntas que me daba miedo responder.Lo amaba, pero la duda y el miedo siempre me asaltaban y se intensificaban cada vez más.¿Vale la pena arriesgar mi seguridad por estar con él? Esa pregunta era una constante en mi cabeza. Y, con los planes de boda en marcha, necesitaba responderla lo antes posible.Mientras tanto, tenía que fingir con Leo que todo estaba bien. Su actitud cambiaba cua
La imagen que me devolvía el espejo del baño de Peter me horrorizó. Mi cabello brillaba con un aspecto aceitoso y sucio, mis labios se veían pálidos y agrietados, y dos ojeras de mapache completaban mi terrible aspecto.Me toqué el rostro con la yema de los dedos y me pregunté ¿Quién soy? No la mujer que se reflejaba en el espejo, no la que las personas podían ver. Me preguntaba por mi yo interno, aquella persona que se escondía en algún espacio recóndito de mi cerebro.Me sentía como Hulk, dos personalidades luchando por dominar un cuerpo. Porque a veces era apasionada, atrevida, temeraria, segura de mí misma; y otras, tímida, desconfiada…¿Cómo descubro mi verdadera identidad? ¿Cómo hago para recordar un pasado que sigue más presente que nunca? Los secretos
Marie vino por mí a la habitación no mucho después de eso, me dijo que Peter necesitaba que me uniera a él en la oficina para hablar con el abogado. Mi primer pensamiento fue el arma que escondí en la cesta del baño. ¡No debí dejarla ahí!No había entrado nunca a la oficina de Peter. El espacio era amplio, a la derecha, una biblioteca de suelo a techo cubría la mitad de la pared. En el resto, había afiches de Peter y algunos de otros cantantes y agrupaciones. A la izquierda, había guitarras eléctricas y, en las paredes, varios discos, todos con el nombre de Peter escrito sobre ellos en un recuadro dorado. Asumí que eran premios.En el centro, había un escritorio de vidrio, acompañado de dos sillones modernos negros de cuero. Sobre la mesa, una computadora portátil, una carpeta y dos portarretratos. Las fotos no las veía desde mi posici&oac
Agitada, y con el corazón latiéndome con fuerza dentro del pecho, di un giro de trescientos sesenta grados en medio de la habitación, buscándolo a él. No estaba.Había tenido una pesadilla, una que incluía un accidente de auto, gritos y llanto. Se sintió tan real como un recuerdo. ¿Lo era? No tener la certeza me volvía loca. Me provocaba arañarme la piel hasta llegar al centro de mis recuerdos, recuperarlos e instalarlos en el lugar adecuado.Cuando mis pulsaciones se normalizaron, me fijé en la ropa que estaba doblada en la esquina del colchón. Pantalones blancos, una blusa holgada púrpura, un conjunto de ropa interior blanco y, en el suelo, al borde de la cama, bailarinas negras.Fui al baño y me aseé, había un cepillo de dientes disponible para mí. Peter lo había comprado después de la primera noche que dormí con &
Dawson nos esperaba en la sala, sentado en el sofá junto a otro oficial. Peter y yo ocupamos los sillones, mientras Hyde se quedó de pie, al lado de su amigo.El abogado fue el primero en hablar. Me dijo, antes de salir de la oficina, que no dijera nada hasta que él lo indicara. No sabía a qué se debía tanta reserva. ¡Yo no había hecho nada malo!Cuando terminó de relatar los hechos de mi huida, le dio luz verde a Dawson para hacerme preguntas. Los latidos de mi corazón zumbaban en mis oídos, perturbándome más de lo que ya me encontraba. Sorpresivamente, Dawson no hizo preguntas, sino que dio una noticia.—Estuvimos investigando el caso y no hemos encontrado rastros de Leonard Clark. Las huellas que levantamos en el lugar no arrojaron ninguna coincidencia en el sistema. Tomará tiempo identificarlo, basándonos en su descripción.
¿Era incomoda esa situación? Sí. ¿La razón? Porque la castaña no tardó en correr a los brazos de Peter y estamparle un beso en la boca. Sí, así, como si yo estuviera pintada en la pared.Por suerte, Peter la empujó enseguida y gritó: «¿¡Qué haces, Val!?» Ella le susurró algo al oído que no pude escuchar.Había alguien sobrando en la ecuación y no era yo. Peter había dejado muy claro que me quería a su lado. Corrección, que me necesitaba. Y esa tal Val sobraba.—Vine en cuanto tu madre me llamó. Me dijo lo que pasó con Henry y contigo. ¿Cómo es posible que te secuestraran?—Le dejé claro a mi madre que no te involucrara. He estado bien sin ti todos estos meses y, sinceramente, no te extrañé ni una vez.Me faltó poco para
Más de un año atrás…Ya había tomado la decisión de abandonar a Leo, pero no encontraba la forma de decirle porque, a pesar de todo, lo seguía queriendo. No hacerlo complicaba las cosas, faltaba poco para celebrar nuestra boda, hasta me había hecho la última prueba del vestido. Era blanco y hermoso. El corsé se ajustaba a mi cintura y el bustier estaba adornado con pedrería. De ahí en adelante, se abría en una falda vaporosa con varias capas de tul.—Leo quedará encantado —aseguró Katie.Si tan solo supieras. Salimos de la tienda de novias a las once de la mañana. Katie quería ir a otro negocio y comprar lencería sexy para la noche de bodas, pero inventé un dolor de cabeza y me despedí de ella. No la consideraba mi amiga ni mucho menos, pero no tenía más opción que soportarla
Peter y yo pasamos toda la tarde en la habitación, necesitábamos un tiempo a solas, olvidar a Leo, a Val… a la policía. Estar en su pecho, sintiendo los latidos constantes y fuertes de su corazón, hacía más liviana mi carga, el peso muerto que llevaba a cuestas desde que supe en lo que estaba involucrada con Leo.Lo había decidido, le diría a Peter la verdad. Con eso le demostraría que confiaba en él y que sabía que podía protegerme.—Señor Peter, llegó la visita que esperaba —anunció Marie desde el pasillo.¡Justo cuando le diría todo!—¿A quién esperas? —le pregunté con reserva. No estaba lista para conocer a nadie más, al menos no ese día.—Solo hay una forma de averiguarlo.—Tan cómoda que estaba contigo —me quejé co