Marie vino por mí a la habitación no mucho después de eso, me dijo que Peter necesitaba que me uniera a él en la oficina para hablar con el abogado. Mi primer pensamiento fue el arma que escondí en la cesta del baño. ¡No debí dejarla ahí!
No había entrado nunca a la oficina de Peter. El espacio era amplio, a la derecha, una biblioteca de suelo a techo cubría la mitad de la pared. En el resto, había afiches de Peter y algunos de otros cantantes y agrupaciones. A la izquierda, había guitarras eléctricas y, en las paredes, varios discos, todos con el nombre de Peter escrito sobre ellos en un recuadro dorado. Asumí que eran premios.
En el centro, había un escritorio de vidrio, acompañado de dos sillones modernos negros de cuero. Sobre la mesa, una computadora portátil, una carpeta y dos portarretratos. Las fotos no las veía desde mi posici&oac
Agitada, y con el corazón latiéndome con fuerza dentro del pecho, di un giro de trescientos sesenta grados en medio de la habitación, buscándolo a él. No estaba.Había tenido una pesadilla, una que incluía un accidente de auto, gritos y llanto. Se sintió tan real como un recuerdo. ¿Lo era? No tener la certeza me volvía loca. Me provocaba arañarme la piel hasta llegar al centro de mis recuerdos, recuperarlos e instalarlos en el lugar adecuado.Cuando mis pulsaciones se normalizaron, me fijé en la ropa que estaba doblada en la esquina del colchón. Pantalones blancos, una blusa holgada púrpura, un conjunto de ropa interior blanco y, en el suelo, al borde de la cama, bailarinas negras.Fui al baño y me aseé, había un cepillo de dientes disponible para mí. Peter lo había comprado después de la primera noche que dormí con &
Dawson nos esperaba en la sala, sentado en el sofá junto a otro oficial. Peter y yo ocupamos los sillones, mientras Hyde se quedó de pie, al lado de su amigo.El abogado fue el primero en hablar. Me dijo, antes de salir de la oficina, que no dijera nada hasta que él lo indicara. No sabía a qué se debía tanta reserva. ¡Yo no había hecho nada malo!Cuando terminó de relatar los hechos de mi huida, le dio luz verde a Dawson para hacerme preguntas. Los latidos de mi corazón zumbaban en mis oídos, perturbándome más de lo que ya me encontraba. Sorpresivamente, Dawson no hizo preguntas, sino que dio una noticia.—Estuvimos investigando el caso y no hemos encontrado rastros de Leonard Clark. Las huellas que levantamos en el lugar no arrojaron ninguna coincidencia en el sistema. Tomará tiempo identificarlo, basándonos en su descripción.
¿Era incomoda esa situación? Sí. ¿La razón? Porque la castaña no tardó en correr a los brazos de Peter y estamparle un beso en la boca. Sí, así, como si yo estuviera pintada en la pared.Por suerte, Peter la empujó enseguida y gritó: «¿¡Qué haces, Val!?» Ella le susurró algo al oído que no pude escuchar.Había alguien sobrando en la ecuación y no era yo. Peter había dejado muy claro que me quería a su lado. Corrección, que me necesitaba. Y esa tal Val sobraba.—Vine en cuanto tu madre me llamó. Me dijo lo que pasó con Henry y contigo. ¿Cómo es posible que te secuestraran?—Le dejé claro a mi madre que no te involucrara. He estado bien sin ti todos estos meses y, sinceramente, no te extrañé ni una vez.Me faltó poco para
Más de un año atrás…Ya había tomado la decisión de abandonar a Leo, pero no encontraba la forma de decirle porque, a pesar de todo, lo seguía queriendo. No hacerlo complicaba las cosas, faltaba poco para celebrar nuestra boda, hasta me había hecho la última prueba del vestido. Era blanco y hermoso. El corsé se ajustaba a mi cintura y el bustier estaba adornado con pedrería. De ahí en adelante, se abría en una falda vaporosa con varias capas de tul.—Leo quedará encantado —aseguró Katie.Si tan solo supieras. Salimos de la tienda de novias a las once de la mañana. Katie quería ir a otro negocio y comprar lencería sexy para la noche de bodas, pero inventé un dolor de cabeza y me despedí de ella. No la consideraba mi amiga ni mucho menos, pero no tenía más opción que soportarla
Peter y yo pasamos toda la tarde en la habitación, necesitábamos un tiempo a solas, olvidar a Leo, a Val… a la policía. Estar en su pecho, sintiendo los latidos constantes y fuertes de su corazón, hacía más liviana mi carga, el peso muerto que llevaba a cuestas desde que supe en lo que estaba involucrada con Leo.Lo había decidido, le diría a Peter la verdad. Con eso le demostraría que confiaba en él y que sabía que podía protegerme.—Señor Peter, llegó la visita que esperaba —anunció Marie desde el pasillo.¡Justo cuando le diría todo!—¿A quién esperas? —le pregunté con reserva. No estaba lista para conocer a nadie más, al menos no ese día.—Solo hay una forma de averiguarlo.—Tan cómoda que estaba contigo —me quejé co
Más de un año atrás…Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando sentí una caricia de Leo, que inició en mi mejilla y descendió hasta mi hombro descubierto. Después de haber escuchado la conversación que tuvo con mi madre, corrí a la habitación y fingí dormir.Cuando sus labios tocaron los míos con suavidad, deseé olvidar la verdad, volver a vivir en la mentira que era mi vida junto a él, cuando era feliz. Pero por mucho que lo intentase, eso no iba a pasar, nada cambiaría lo que él era.Dejé de fingir y abrí los ojos. Leo sonrió con emoción, como si fuera la cosa más hermosa que había visto alguna vez. Aquel gesto me aceleró las pulsaciones. Yo lo quería, lo quería mucho. Pero me preguntaba ¿a quién quería, a Leo, o a la persona que pensaba que era?
Sentía el cuerpo cansado, como si mis huesos se hubieran transformado en barras de hierro, hasta los párpados me pesaban. Tardé un poco en abrir los ojos y darme cuenta de que estaba en la habitación de Peter. La oscuridad reinaba a mi alrededor, solo una lámpara sobre una mesita de noche iluminaba el lugar.Intenté levantarme, pero el brazo de Peter estaba recostado sobre mi estómago y no pude zafarme de él.Lo último que recordaba era estar en el suelo llorando y golpeándome contra la pared. Llevé una mano detrás de mi cabeza y sentí una protuberancia latiendo como un corazón.—¡Estás despierta! —habló Peter. Terror y alivio se mezclaron en su voz.—¿Qué me pasó? —tenía la garganta tan seca que me dolió hablar.—Estabas llorando muy fuerte cuando entré a la ha
El cuento de hadas era hermoso, pero fuera del castillo había un dragón escupe fuego por enfrentar. Un dragón que envió un terrible mensaje de la forma menos pensada.Estábamos asaltando la cocina, buscando aperitivos para comer, cuando escuchamos el timbre de la puerta. Él liberó su frustración con un suspiro, estaba hambriento y apenas alcanzó a morder un panecillo que le había calentado en el microondas. Resolvimos ir los dos a ver quién era, pese a la negativa del quisquilloso de Keanton, quien insistía en protegerme a toda costa.Me asomé por la mirilla y vi al oficial Dawson. Su gesto era el mismo, ceñudo y hostil. El pobre hombre estaba falto de afecto… o azúcar, tal vez.—Buenas noches —saludé.Una patrulla, adicional a la que habían apostado para custodiar la casa, estaba parada en la entrada, con las luces enc