Cuatro años antes…
La gimnasia rítmica combina elementos de danza, gimnasia artística y acrobacia. El aro, pelota y cinta, cobran vida cuando las gimnastas realizamos movimientos que varían en forma, amplitud, dirección, plano y velocidad. Es una combinación de arte y deporte, donde la música juega un papel fundamental.
Ser gimnasta amerita responsabilidad, esfuerzo, dedicación, talento y corazón. Exige armonía, belleza y gracia. Eso soy, una gimnasta hasta los tuétanos. Mi vida es danza, movimiento, cintas multicolores, bailando al ritmo que yo les ordeno. Aunque no es la vida que elegí, es la que me impuso mi madre. Sé que suena a reproche, y créanme, le declaré la guerra cuando me hizo abandonar las artes plásticas por la gimnasia, pero ahora se lo agradezco.
—¿Estás lista, Natalie? —me preguntó Amelia, mi ent
Yo lo maté. ¡Lo maté!Eso es sangre, sangre saliendo de su estómago. Esos son gritos, gritos de dolor. ¡Huye! ¡Corre ahora!No, tengo que ayudarlo. No, tienes que huir. Él te matará, Natalie. ¡Corre o muere!Aquellas voces zumbaban en mi cabeza, me atormentaban, me impedían tomar una decisión. Aunque, en el mismo momento que accioné el arma, la decisión estaba tomada.—¡Me la vas a pagar, maldita perra! —gritó, su voz con evidente dificultad.Saqué una sudadera del armario y salí de la habitación. La cabaña tenía dos puertas que daban al exterior, una al frente y otra al fondo. Usé la de atrás, dejando mi calabozo.No sabía qué camino seguir, no tenía idea de dónde estaba y qu&ea
Más de un año atrás…Es increíble cómo cambian las cosas en tres años. En aquel entonces, mi vida giraba alrededor de la gimnasia y ahora mi mundo era él, solo él. Lo amaba como jamás pensé amar a alguien y lo mejor era que él me correspondía con la misma pasión y locura. Leo era perfecto. Su cuerpo, sus labios, sus ojos, su corazón… no había desperdicio alguno en su ser.Me levanté de la cama con cuidado, tratando de no despertarlo, y caminé hasta la sala, desde dónde pude presenciar la salida del sol, inundando de dorado la ciudad de Los Ángeles.Él era publicista y, por cuestiones de trabajo, tuvo que mudarse a Estados Unidos y yo no dudé en seguirlo. Mi madre casi sufrió un infarto cuando le di la noticia, seguirlo implicaba renunciar a la gimnasia y no me importó, ya no me hacía
El corazón se me agitó estrepitosamente cuando la patrulla dobló la esquina, hacia la entrada de la casa de Peter. No quería otra cosa que verlo y que sus cálidos brazos me rodearan. Anhelaba su olor, su calor… su voz. Lo añoraba tanto que los segundos me parecían eternos y fatigantes.El oficial Green me abrió la puerta, luego de detenerse frente a la entrada. Me bajé, nerviosa. Las piernas me temblaban como un flan y el corazón se me aceleró, inclusive más de lo que ya latía. Estaba tan asustada. Me daba miedo que el oficial le hiciera preguntas a Peter, que se descubriera mi mentira y, peor aún, que encontraran el arma con la que le había disparado a Leo.¿Estaba vivo? ¿Llegaría alguien a tiempo para salvarlo? ¿Y si venía por mí? Cada pregunta incrementaba aquella sensación de miedo e incertidumbre. Esa que
Más de un año atrás…Desde que supe a qué se dedicaba Leo, no lo pude mirar con los mismos ojos. Él me había mentido por mucho tiempo y eso me hacía cuestionar todo lo que me decía. Que tuviera aquella capacidad de mentir, me horrorizaba. ¿Y si había más detrás del narcotráfico? ¿Qué tan implicada estaba por ser su novia? ¿Llevaría drogas en su chaqueta cuando íbamos a alguna fiesta? Eran muchas preguntas que me daba miedo responder.Lo amaba, pero la duda y el miedo siempre me asaltaban y se intensificaban cada vez más.¿Vale la pena arriesgar mi seguridad por estar con él? Esa pregunta era una constante en mi cabeza. Y, con los planes de boda en marcha, necesitaba responderla lo antes posible.Mientras tanto, tenía que fingir con Leo que todo estaba bien. Su actitud cambiaba cua
La imagen que me devolvía el espejo del baño de Peter me horrorizó. Mi cabello brillaba con un aspecto aceitoso y sucio, mis labios se veían pálidos y agrietados, y dos ojeras de mapache completaban mi terrible aspecto.Me toqué el rostro con la yema de los dedos y me pregunté ¿Quién soy? No la mujer que se reflejaba en el espejo, no la que las personas podían ver. Me preguntaba por mi yo interno, aquella persona que se escondía en algún espacio recóndito de mi cerebro.Me sentía como Hulk, dos personalidades luchando por dominar un cuerpo. Porque a veces era apasionada, atrevida, temeraria, segura de mí misma; y otras, tímida, desconfiada…¿Cómo descubro mi verdadera identidad? ¿Cómo hago para recordar un pasado que sigue más presente que nunca? Los secretos
Marie vino por mí a la habitación no mucho después de eso, me dijo que Peter necesitaba que me uniera a él en la oficina para hablar con el abogado. Mi primer pensamiento fue el arma que escondí en la cesta del baño. ¡No debí dejarla ahí!No había entrado nunca a la oficina de Peter. El espacio era amplio, a la derecha, una biblioteca de suelo a techo cubría la mitad de la pared. En el resto, había afiches de Peter y algunos de otros cantantes y agrupaciones. A la izquierda, había guitarras eléctricas y, en las paredes, varios discos, todos con el nombre de Peter escrito sobre ellos en un recuadro dorado. Asumí que eran premios.En el centro, había un escritorio de vidrio, acompañado de dos sillones modernos negros de cuero. Sobre la mesa, una computadora portátil, una carpeta y dos portarretratos. Las fotos no las veía desde mi posici&oac
Agitada, y con el corazón latiéndome con fuerza dentro del pecho, di un giro de trescientos sesenta grados en medio de la habitación, buscándolo a él. No estaba.Había tenido una pesadilla, una que incluía un accidente de auto, gritos y llanto. Se sintió tan real como un recuerdo. ¿Lo era? No tener la certeza me volvía loca. Me provocaba arañarme la piel hasta llegar al centro de mis recuerdos, recuperarlos e instalarlos en el lugar adecuado.Cuando mis pulsaciones se normalizaron, me fijé en la ropa que estaba doblada en la esquina del colchón. Pantalones blancos, una blusa holgada púrpura, un conjunto de ropa interior blanco y, en el suelo, al borde de la cama, bailarinas negras.Fui al baño y me aseé, había un cepillo de dientes disponible para mí. Peter lo había comprado después de la primera noche que dormí con &
Dawson nos esperaba en la sala, sentado en el sofá junto a otro oficial. Peter y yo ocupamos los sillones, mientras Hyde se quedó de pie, al lado de su amigo.El abogado fue el primero en hablar. Me dijo, antes de salir de la oficina, que no dijera nada hasta que él lo indicara. No sabía a qué se debía tanta reserva. ¡Yo no había hecho nada malo!Cuando terminó de relatar los hechos de mi huida, le dio luz verde a Dawson para hacerme preguntas. Los latidos de mi corazón zumbaban en mis oídos, perturbándome más de lo que ya me encontraba. Sorpresivamente, Dawson no hizo preguntas, sino que dio una noticia.—Estuvimos investigando el caso y no hemos encontrado rastros de Leonard Clark. Las huellas que levantamos en el lugar no arrojaron ninguna coincidencia en el sistema. Tomará tiempo identificarlo, basándonos en su descripción.