Clyde se resignó a ir hasta la comisaría para dar su declaración, por fortuna, el hombre grande que lo había ayudado con los maleantes se llamaba Larry Turnbull, y era un minero y buscador de oro empedernido, amigo de las peleas y las competencias de fuerza. En fin, un tipo medio alocado pero muy buena persona. Su declaración lo apoyaría, así que no esperaba durar mucho en la estación de policía.Cuando salió a la calle vio a Adam que estaba parado un poco alejado y cuando este lo vio salir del local se acercó un poco antes de que se subiera a una de las patrullas.—¿Todo bien, Clyde? —le preguntó en voz baja.—Tranquilo, estoy muy bien —le replicó— Solo tengo que ir a la estación a rendir declaración por la pelea, porque hay varios heridos. ¿Y las muchachas? —preguntó finalmente.—Deben estar en el campus —le respondió— Ellas se fueron en un taxi apenas yo estaba saliendo, hubiera podido irme pero preferí esperar a que salieras.—De acuerdo. Ve para el apartamento —le dijo— Nos verem
Clyde sonrió suavemente como si le hubieran preguntado si durmió bien en la noche.—¿Un fulgor azul, teniente? —preguntó con acento divertido y sin dejar de sonreír— ¿Es en serio?La verdad es que esperaba una pregunta de ese tipo, aún no controlaba al ser que llevaba dentro, y por ello no se daba cuenta si estaba incluso hablando diferente cuando el ambiente de lucha se presentaba.El teniente Reynolds se le quedó mirando con atención, muchos decían que él podía saber cuando alguien le estaba mintiendo, y no estaban lejos de la realidad, tantos años de experiencia interrogando sospechosos y trabajando en labores de inteligencia con la policía lo convertían, necesariamente, en un experto.—Sí, es en serio, joven —dijo el teniente con voz dura, tratando de contrarrestar la expresión sonriente y festiva del muchacho— Es la declaración de un testigo.—Imagino que estaba bastante borracho o drogado, teniente —declaró ahora en tono más serio— Nadie puede despedir destellos de los ojos, ¿Al
Clara escuchaba la respiración agitada del flaco cuando se bajó de encima de ella. A veces tenía que contener las ganas de vomitar cuando este la besaba, pero lo hacía con un sólo pensamiento en su mente: ¡Venganza!.—¿Quedaste satisfecha, mi amor? —preguntó el flaco aún agitado por el esfuerzo físico.Al menos tenía que reconocerle que se preocupaba por su bienestar y por cómo se sentía. El flaco había resultado un buen proveedor, tampoco era tan mal parecido a pesar de que tenía marcas de viruela en la cara y un conjunto de cicatrices que le desfiguraban un tanto el rostro.—Sí, querido —le dijo, aunque no había quedado muy satisfecha, pero no por culpa de él, era que no podía sentir. Pero no era hora de ponerse nostálgica, con un gran esfuerzo le sonrió— Estoy bien, ¿y tú?—Estoy muy bien —le dio un rápido beso en los labios y se levantó para vestirse.Tenía mucho que hacer, necesitaba moverse para preparar el secuestro de las chicas y en esto no iba a fallar, sabía que no podía ha
El teniente Reynolds estaba en su oficina revisando los expedientes de los últimos casos de las pandillas de la ciudad. En particular estaba leyendo los casos donde se involucraba al “extraño ser” que lo tenía casi obsesionado, había demasiadas preguntas sin responder, demasiados indicios sin resolver.De pronto el teniente recordó los resultados de los análisis de sangre de los dos últimos casos donde “apareció” el extraño ser. Había pensado que la sangre se había contaminado de alguna manera, Pero… ¿En dos escenas diferentes y separadas por varios kilómetros y semanas de diferencia?«Hay algo que se me está pasando por alto —se dijo»Y así debía ser. Reynolds recordó una lección que le había dado su instructor de investigación criminal en la academia de policía cuando estaba haciendo el curso para oficial de investigaciones: Si el hecho no tiene explicación en el campo de la lógica entonces lo ilógico era la respuesta correcta.«¿Qué sería lo ilógico en este caso? —se preguntó mient
Después de que Clara se marchó del apartamento de los muchachos, estos se quedaron discutiendo sobre los pasos a seguir con respecto a la banda.Adam seguía oponiéndose a la idea de que Clyde se metiera en la guarida de los chicos malos, la banda de los Jokers, y arreglarlo todo con el lobo vengador. Pero su compañero le decía que ahora, más que nunca, era super importante que entraran en acción antes de que algo malo le pasara a las chicas.—¿Quieres que esperemos a que nos diga la policía que han secuestrado a Sandra o a Megan? —dijo Clyde, incisivo.—No, por supuesto que no —dijo Adam con la boca abierta.—¿Y entonces? ¿Cómo podemos hacer para evitar eso? —Clyde lo miraba y sabía que ya casi estaba a punto de dar su brazo a torcer.—No es fácil, si lo planteas así, Clyde —dijo titubeante— Pero créeme que es una auténtica locura pensar en atacar a la banda de los Jokers en su propia guarida. Creo que aún podemos conseguir otras medidas para proteger a las chicas sin que arriesgues t
Ryker caminaba como un león enjaulado entre las cuatro paredes de su oficina, en los altos de uno de los galpones cercanos a la bahía de descarga de los barcos. Tenía el semblante hosco y los labios apretados, signos claros de la rabia e impaciencia que lo agobiaba en esos momentos.Y es que eran ya las diez de la mañana y ninguno de los encargos que había mandado a hacer a un grupo de sus hombres se había cumplido hasta esa hora, y eso lo impacientaba y enojaba por medidas iguales.En ese momento el flaco irrumpió en la oficina de Ryker todo sudoroso y agitado por el esfuerzo de subir las escalinatas a toda velocidad.—¡Jefe! —dijo jadeando mientras se agarraba el costado del torso por el flato que le oprimía esa zona con fuerza— Los muchachos están vigilando para agarrar a las muchachas en lo que tengan oportunidad.—¿Cuando tengan oportunidad? —Ryker achicó los ojos para mirar fijamente a su subalterno— ¿De qué demonios estás hablando?El flaco cogió aire para poder hablar de nuevo
El teniente Reynolds había organizado varias patrullas para vigilar a las chicas y también a Clyde y a su amigo Adam. Aparte de ello, había aumentado la vigilancia de los miembros principales de la banda de los Jokers, por lo que esperaba estar al tanto de los planes o al menos de los movimientos que hicieran.Esto tenía un poco frustrados a los hombres que Ryker había enviado para secuestrar a las chicas. Ben Lefevre era el encargado del grupo de cinco hombres que recorrían el campus universitario buscando una oportunidad, pero la presencia policial los hacía esconderse entre la multitud para evitar ser identificados.Después de tres días de vigilar infructuosamente la ciudadela universitaria, por fin se presentaba una oportunidad cuando las chicas salieron del apartamento y se dirigieron afuera de los terrenos de la universidad para tomar un microbus. El hombre que vigilaba el apartamento de las chicas llamó de inmediato a Lefevre para avisarle.—Ben —le dijo— Las chicas acaban de s
Al estrellarse contra el piso, Ronald se dio cuenta de que había sido muy mala idea atacar a Clyde. Cuando trató de levantarse se dio cuenta que tenía una de sus muñecas bastante lastimada porque no pudo apoyarse en esa mano para levantarse, sin embargo tuvo el arresto suficiente para gritar a los otros chicos.—No se queden allí parados, idiotas —los increpó— Ataquen a ese tipo de una vez.Los chicos se estaban levantando y Junior estaba tratando de que Ben se pusiera en pie, pero a este le faltaba el aire todavía, el pecho le ardía con fuerza en el lugar en que Clyde lo había golpeado.Los otros dos se dirigieron hacia Clyde esgrimiendo sus cuchillos, Clyde los esperó preparado, con las piernas separadas para tener un perfecto equilibrio. Uno de los chicos le lanzó una cuchillada al estómago pero Clyde, en un alarde de velocidad, lo tomó por la mano armada y lo apretó con fuerza hasta que el hombre soltó el cuchillo mientras lanzaba un alarido profundo por el dolor.El otro trató de