Capítulo 6
— De acuerdo, Silvia, nos vemos en la Oficina de Asuntos Civiles tres días después.

Bajé del coche con Carlos y Daniel intentó seguirnos con los ojos enrojecidos, pero Fermín se lo impidió.

Forcejeó y lloró, suplicándome que le llevara conmigo.

—Mamá, sé que hice mal, ¿podrías no abandonarme?

—No jugaré más a los videojuegos, no quiero esos juguetes, mamá, no te vayas.

La puerta del coche se cerró con fuerza y a través de la ventanilla vi que Fermín lo sujetaba.

Carlos me apretó la mano con suavidad.

—¿Qué pasa?

Bajé la cabeza y le pregunté con toda la calma que pude.

Pero un sollozo ahogado me traicionó.

Se puso de puntillas y me acarició la cabeza.

—Mamá, no te pongas triste, te prometo que te escucharé.

No pude contenerme más, me tapé la cara y lloré en voz baja.

Antes había dado sin reservas, así que cuando de repente me retracté, sentí tanto dolor como si me pelara la piel.

Pero no me importaba, todo pasaría.

Tres días después, Fermín y yo terminamos los trámites de divorcio, e in
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